Capítulo 2. El Vivero

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—¡Mierda!

Con la velocidad que una maratonista había poseído a Luisita, entre encontrar el par correcto de zapatos y buscar las llaves de su coche, la joven rubia entonaba entre dientes su próximo funeral pues sería asesinada a manos de su hermana, le pondrían una lápida que diría:

"Excelente hermana, la mejor cocinera de la familia, pero nunca cumplió su promesa de comprar el pino tradicional (1997 – 2021)"

—¡Aquí está! —Grito al encontrar las llaves del coche

Se ajusto la bufanda alrededor del cuello, no se puso gorro alguno puesto que siempre le incomodaban y con una mano tomó su maleta de viaje lista para salir por la puerta, pero al abrirla le incomodó la gran caja que estaba al lado.

—¡Ahhhh! —Con un grito molesto, estresada y agotada por todo, decidió tomar como fuera posible la caja entre sus manos para subirla también a su coche —¡Juro que te lanzaré por la ventana en cuanto tenga la ocasión! —Gritó con los dientes juntos dentro de la boca —¡Te botaré en el primer basurero que encuentre!

Con la marcha en tercera del carro, Luisita se encaminó entre la espesa nieve que había dejado la noche anterior directo al único vivero de pinos que se encontraba en la ciudad. Tardó más de lo que había pensado y bajó rápidamente del coche mientras veía como otros vehículos se retiraban del lugar.

Cuatro, cinco pasos y ya casi estaba en la entrada cuando frente a ella vio al parecer, el árbol de Pino más hermoso que había visto en su vida, los ojos se le agrandaron ¡Era perfecto! Y estaba segura que Catalina lo iba a adorar.

Pero las casualidades siempre son extraordinarias y un simple olvido de colocar una alarma en la hora adecuada parece que también

—¡ESTE! —La voz de dos mujeres se escucharon al unísono y ambas giraron al verse.

La brisa que envolvía la ciudad se hizo notar en el movimiento de los mechones del cabello rizado de una persona, estos estaban escondidos dentro del gorro de color azulino y el suéter color rojo intenso que llevaba, daba vida al paisaje envuelto en el blanco de la nieve. Luisita se quedó incrustada en la imagen que tenía al frente y mientras que la morena buscó el inicio de una oración cuando fue interrumpida la voz del vendedor

—¡Que suerte la de ustedes! —Dijo un hombre muy alto y robusto con una sonrisa de esas que consideras hogareñas —Es el último

Y aquellas palabras pusieron en alarma los sentidos de ambas

—¡Espere! ¿Qué? —Preguntó Luisita en sobresalto con los ojos bien abiertos en forma de platos

—¡Me lo llevo yo! —Reaccionó la otra dando un paso adelante rápidamente

—Un momentito ¡Yo llegué primero! – Acometió otra vez la rubia haciendo retroceder a la morena

—Yo lo pedí primero

—¡Pero qué coño dices!

—Ah, ¿pero no vienen juntas? —Preguntó inocentemente el joven vendedor

—¡NO! —Volvieron a entonar juntas con voz agresiva

—¡Hostia!

—Yo me lo llevaré, venga cóbreme —Dijo Luisita sacando la tarjeta para pagar

—Disculpe señorita, no aceptamos tarjetas —Dijo el hombre levantando una de las palmas de las manos.

—Yo lo pagaré en efectivo —Dijo la morena sacando los billetes de la cartera

—¡Oye no! ¡Que es mi árbol! —Gritó Luisita abrazando el árbol con ambos brazos

—Pero ¿cómo va a ser el tuyo? ¿Acaso lleva tu nombre, guapa? —Volvió a decir la otra tratando de jalar el árbol por el otro lado

—¡Mi nombre no, pero yo llegué primero!

—¡Pero si mi coche está estacionado más cerca que el tuyo!

—¿Qué estúpido argumento es ese?

—No me digas que digo cosas estúpidas

—Debieron llegar más temprano —Dijo el hombre robusto, pero rápidamente fue embestido por la mirada enfurecida de ambas chicas —¡Esta bien, está bien! —Anunció a la defensiva —Déjenme ver dentro, creo haber visto otro pino para la venta

Y aunque al principio ninguna de las dos había desistido en soltar el árbol, ambas hicieron un acuerdo entre las miradas en forma de tregua para encaminarse dentro del vivero a pauso cauteloso

—¡Aquí está! —Anunció el hombre con gran esfuerzo posicionando el pino, al parecer recién cortado sobre el medio de la habitación —Un elegante árbol

—¡¿Pero qué coño es eso?! —Dijo Luisita al verlo

—Un pino —Respondió inocentemente el vendedor encogiéndose de hombros

—Pero si eso es más rama que hojas —Volvió a decir la rubia

—¿Eso que cuelga es una ardilla muerta? —Preguntó la morena de brazos cruzados

—Mire señor, yo quiero un pino, no la representación de Groot de los Vengadores

—Bueno, solo es un poco pequeño

—Pequeño es la poca paciencia que me queda —Dijo Luisita tomando los dedos de sus manos y luego juntando su palma de golpe —¡Bueno ya está! Subiré el pino de afuera a mi coche

—Bueno pues...

—Que ya sé, ya sé... no acepta tarjetas, pero le prometo depositarle de alguna manera

—Bueno la verdad es que-

—¡Le doy mi palabra, como me llamo Luisita Gómez! —Volví a interrumpir la rubia

—¡Señorita!

—¿Qué? ¡¿Por qué grita hombre?!

—La otra mujer acaba de llevárselo —Menciona el hombre señalando al frente, observando delante los billetes dejados en la mesa, mientras la mujer colocaba rápidamente el árbol sobre su camioneta.

Luisita hace un movimiento de 180 grados como si las leyes de la física no existieran y por ende no se haya lastimado al hacer tremenda maniobra. Abrió los ojos grandes al ver la escena sintiendo como la sangre se le hervía, pero en ese segundo pensó otra vez en su funeral

"Excelente hermana, la mejor cocinera de la familia, pero nunca cumplió su promesa de comprar el pino tradicional... porque una morena se lo arrebató en el camino (1997 – 2021)"

—¡Me cago en....!

Pero quién iba a saber que eso no era lo único que le arrebataría la morena a la joven rubia en esa semana de festividades. Casualidades seguramente.

𝐕𝐈𝐀𝐉𝐄 𝐈𝐍𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐃𝐎 (ʟᴜɪᴍᴇʟɪᴀ, ᴇsᴘᴇᴄɪᴀʟ ɴᴀᴠɪᴅᴇɴ̃ᴏ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora