𝐕𝐈𝐀𝐉𝐄 𝐈𝐍𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐃𝐎 (ʟᴜɪᴍᴇʟɪᴀ, ᴇsᴘᴇᴄɪᴀʟ ɴᴀᴠɪᴅᴇɴ̃ᴏ)

Capítulo 8. Muy tarde

—Tendrán que venir mañana

—¡¿Cómo que mañana?! —Reaccionó la joven rubia con los ojos muy exaltados

—¿Podría volver a revisar porfavor? —Volvió a insistir la otra —Mire es que, no queda casi nada para navidad

—Pues por eso mismo, usualmente los árboles se terminan de vender hasta el 20 de este mes, aunque a veces sí que quedan uno o dos

—¿Y quedan?

—Mi prima que vive cerca tenía un vivero, pero lo más seguro es que ya habrá vendido todos

—Joder, si esto es un sueño me quiero despertar ya —Dice Luisita llevándose una de las manos a la cabeza —No puede estar pasando esto

—Ojalá pueda ayudarles señoritas, pero debo decirles que han llegado tarde

El vendedor del lugar dio por terminado su día, se despidió amablemente y comenzó a cerrar el lugar. Por otro lado, Luisita se había retirado antes y se encontraba apoyada al lado del coche fumando un cigarrillo

—Luisita... —Se acercó Amelia con la misma cara de angustia que ella

—Ya sé Amelia, no tienes que decir nada —Decía pasándose el dorso de la mano por la frente —Hemos viajado tanto ¿y para qué?

Amelia se quedó en silencio, no sabía que decir o hacer, para ella todo este asunto también se le escapaba de las manos. En cambio, Luisita si tenía una idea que le rondaba en la cabeza, tiró el cigarrillo al suelo y le pidió a Amelia las llaves del coche.

Conducía de una manera apresurada, no era mucha la velocidad, pero si la suficiente como para asustar a Amelia.

—¿Luisita a dónde vamos? —Le preguntaba la morena, pero no respondía, su mirada estaba fija en la autopista.

De un momento a otro, la rubia parece haber visto algo de su interés y se estaciono lo más rápido que pudo.

—¿Qué vas a hacer? —Preguntó otra vez viendo como abría la puerta de los asientos de atrás

—Algo que debí haber hecho hace mucho

Sacó la enorme caja del asiento trasero y se dispuso a llevarla en brazos, a Amelia le pareció ver una escena de cámara lenta, el cabello de la rubia se movía en forma de ondas y rebotaban encima de su hombro, luego la vio alzando la caja en lo más alto que pudo y lanzarlo con la mayor fuerza que pudo al depósito gigante de basura que tenían al frente, todo esto sucedió en solo 3 segundos, pero a la velocidad que los ojos de Amelia vieron, parecieron ser muchos más minutos.

—Wow...

Dentro del carro Amelia veía la escena con éxtasis, Luisita aún estaba afuera maldiciendo a todos los ancestros de alguien que pudo entender fue su... ¿novia anterior? ¡Joder, me encanta esta chica! Se decía a ella misma mientras la observaba.

Luisita dio un suspiro largo y se subió otra vez al coche; desde el asiento de copiloto Amelia la miraba con una sonrisa expectante de escuchar lo próximo que diría la rubia

—Necesito un trago

Y por supuesto, la idea le encantó