Epílogo

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—Feliz navidad, mamá —Se acercó Amelia abrazándola por detrás, mientras estaba sentada en la pequeña silla de la cocina

—Feliz navidad, hija, ¿dormiste bien? —Le respondió quitando la mirada del libro

—Muy bien, mamá –Le dice sentándose a su lado –¿Qué lees?

—El resplandor

—Pero mamá —la morena empezó a reír con los brazos levantándolo a los costados —¿Ese no es un libro de terror? ¿Qué paso con los libros de cocina y los ensayos de la vida?

—Los dejé de lado por una nueva vida llena de emociones y suspensos —Se acercó a Amelia y le dio un beso en la frente

—¡Vaya aventurera!

—Lo mismo lo digo por ti —le dijo guiñándole un ojo y levantándose de la mesa

Amelia al ver los cubiertos y tazas en la mesa intuyó que su madre estaba despierta desde hace mucho

—Ah, ¿pero has desayunado sin mí?

—Qué puedo decirte, me dio hambre muy temprano

–A ver no es tan tarde creo yo... —dijo buscando el reloj de pared hasta que lo encontró —Vale... tal vez si dormí mucho

—Después de todo el viaje que hiciste, hija mía —le dijo con un tono burlón —me sorprendería que hubieses dormido poco

Amelia comenzó a reír internamente al escuchar a su madre de manera burlona, después de haberle contado todo su viaje —o casi todo —supuso que su madre se reiría de ella en toda la semana

—Te he dejado un regalo —dijo su madre y Amelia giró sorprendida al escucharla —está al lado de la ventana de la sala

—Mamá... —a Amelia se le encogió el corazón al escucharla —no te hubieses molestado, yo ni siquiera te he traído el árbol de pino...

La morena se levantó de la mesa para abrazar a su madre y esta la recibió con fuerza

—Mi más grande regalo es tenerte a mi lado cada navidad, hija mía.

Dándole un beso a su madre, Amelia se volvió emocionada a la sala y por un momento recordó las navidades con su padre, que, aunque este año fueron distintas, aun así, no dejó de ser especial.

—¡Sorpresa!

—¡Ahh!

Con los brazos en alto, la persona dentro de la sala gritó con todas sus fuerzas, tantas que la morena casi perdió el equilibrio y estuvo a punto de caerse.

—¡LUISITA! —Con la mano en el pecho, Amelia se recompuso —¿Pero cóm-

—Te dije que el GPS de mi teléfono estaba conectado al tuyo —Dijo con una postura orgullosa

Amelia miró hacia arriba y ¡sí! Lo recordó.

—¿Qué es lo que llevas puesto? —preguntó Amelia acercándose a ella

—Pues qué crees, hoy día seré tu árbol navideño —dijo acomodándose los listones que se había puesto a los costados de ella —fue idea de mi hermana Catalina ¿te gusta?

—¿Llevas luces a los lados?

—Ajam... —dijo buscando el cable de su lado —ven y enchúfame, nena....

Por dios

—Estás realmente loca —dijo Amelia tomando el rostro de la rubia

—Por ti

El beso que Amelia le dio fue el más tierno que alguna había sentido la rubia, se quitó los cables de luces del costado y se abrazó a la morena sin dejar de besarla.

—Ya decía yo que te gustaría mucho mi regalo —anunció la madre de Amelia ingresando a la sala y esta se acercó otra vez a abrazarla

—Menos mal tienes el sueño bien pesado, Amelia, porque Devo y yo nos hemos puesto a conversar un montón de cosas

—Si, Luisita y yo nos hemos conocido en el desayuno

—Espera, ¿has llegado hace mucho? ¿Y tu familia? —preguntó Amelia

—La he pasado genial con mi familia, creo que fue la cena más bonita en la que he estado

—Luisita pensó que sería buena idea venir a verte y esperar a que despiertes

—Y mira que me lo pusiste muy fácil, ya casi pensaba que te levantarías en el almuerzo

—Oye...

—Venga, no se muevan, voy a tomarles una foto

La madre de Amelia, salió emocionada de la sala buscando la cámara

—Así que eres mi regalo de navidad —dijo Amelia cerca de la oreja de Luisita

—Soy más que un regalo, soy tu árbol navideño —respondió en una sonrisa —Al final si has logrado cumplir también tu promesa

Luisita volvió a besarla, esta vez con un poco más de intensidad que el anterior

—Te vengo a proponer algo —Dijo Luisita con las manos de Amelia en los hombros

—Me gusta como suena eso...

—El año nuevo será pronto

—Ya...

—¿Te gustaría ir conmigo de viaje a otra ciudad?

Amelia vio a Luisita con una mirada dulce, tomó una de sus manos y la besó

—¿Otro viaje inesperado? —preguntó Amelia con picardía —Pues... me encantaría

Entre risas volvieron a besarse hasta que su madre volvió a ingresar al lugar.

Ese sería una de sus primeras fotos juntas y por supuesto, el inicio de un viaje... sin despedidas.

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𝐕𝐈𝐀𝐉𝐄 𝐈𝐍𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐃𝐎 (ʟᴜɪᴍᴇʟɪᴀ, ᴇsᴘᴇᴄɪᴀʟ ɴᴀᴠɪᴅᴇɴ̃ᴏ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora