Capítulo 4. Tratos

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Luisita pensó en todos los escenarios. El peor de todos fue pensar en cómo combatir con la mujer que había levantado fácilmente el enorme árbol y tratar de no morir en el intento. Luego pensó que a lo mejor correría rápidamente a su coche antes de que ella la alcanzara y que luego trataría de sacarla por la ventana. ¡Joder! ¿Qué es lo que voy a hacer?, se preguntaba

Imaginó todos los escenarios posibles, solo esperaba ver la primera reacción de la morena, para saber qué hacer.

Sin embargo... la mujer del precioso gorro azul, comenzó a reír

¿Espera, reír? Si, efectivamente. Una de las carcajadas más grandes que había escuchado en una persona, la morena se llevó las manos al abdomen y levantó la cabeza buscando el aire entre la risa que no dejaba de salirse

—Oye que... —Buscaba Luisita poner una mano en el hombro de la morena cautelosamente por si esta reaccionara de una manera violenta, otro de los peores escenarios sería las manos de la morena en su cuello —¿Estas bien?

—Hombre, psicóloga de seguro no eres —Volteó la morena al verla con los ojos humedecidos a consecuencia de la risa —¡Acabas de estrellar el auto! —Dijo y se volvió a reír

—No seré psicóloga, pero oye que verte reír después de lo que acaba de ocurrir no es lo más cuerdo del mundo eh —decía gesticulando exageradamente, empezaría a volverse loca ella —¡Y yo no estrellé tu auto!

—Claro —Dijo otra vez limpiándose las lágrimas de risa —Solo lo mandaste a conversar con la nieve

Las palabras de Luisita se le quedaron en la garganta, no sabía que decir para debatir esa conversación. Por otro lado, la morena se encaminó a seguir el camino de las ruedas que el coche estrellado había dejado y Luisita buscó el suyo para verificar si ella sí colocó el freno de mano, dos catástrofes en un día superarían su mal día.

—Él me da una mala cita... —Empezó la morena a hablar como si tuviera una conversación con ella misma —y a cambio, yo le daré un mal coche ¡Su destrozado coche!

Luisita la escuchaba en silencio, mientras veía como la morena quitaba la nieve que le había caído en la parte frontal del coche, el gorro azul se le cayó por el esfuerzo y mostró su largo cabello rizado que había estado escondido.

Empezó a verla por primera vez con detenimiento, pareciera ser que fueran de la misma estatura, los pantalones ajustados se acoplaban muy bien a ella y su postura a caminar le reflejaba elegancia, era guapa sin duda, sus ojos pardos se hacían presente al verla concentrada en su tarea y el vapor de sus labios cada vez que respiraba fuertemente hicieron que una corriente eléctrica pasara por su espalda

¿Qué le está pasando? De seguro es la adrenalina del momento...

—Espero que tengas dinero en esa tarjeta de crédito —Dijo la morena al tomar una rama gruesa en sus manos

—¿Por qué lo dices?

Y acto seguido golpeó la ventana del coche con toda la fuerza que puedo ¡Uno, dos, tres golpes! Y el vidrio se rompió en pedazos, ¡Coño! dijo Luisita al asustarse

—Porque vas a tener que pagar mucho por esto —Volvió a decir colocando la mano por dentro y sacando el seguro para abrir la puerta. Acto seguido trató de encender el carro, pero no lograba hacerlo funcionar

—Con una condición —Dijo rápidamente la rubia poniendo un semblante serio recobrando la compostura como si hace unos segundos no hubiese gritado

—¿Condición? —Preguntó sorprendida la morena limpiándose las manos

—Así es una condición —Luisita se acercó a ella recogiendo en su camino el gorro azul yacido en el suelo limpiándolo —Que busquemos la manera en solucionar el problema del árbol

—¡Ja! —Dio una risa sarcástica sin creer lo que estaba escuchando —¿Cómo crees que-

—Tienes el árbol en tu coche, sí, pero no puedes hacer nada si no puedes desplazarte —Dijo dándole una mirada a los cristales esparcidos —Y yo no tengo un árbol, pero sí que puedo seguir mi camino y no quedarme en medio de este frio que parece que solo empeorará en la tarde

La morena se le quedó viendo en un largo silencio observando los ojos de la rubia, estos parecieran ser los más expresivos que nunca había visto en alguien y por un momento también les resultó los más confiables; se rio otra vez internamente, miró el coche otra vez y se dio cuenta que no quería ser ella la que tendría que pagar por el carro de su amigo.

—Está bien, ¿cómo pretendes que al final de día ambas terminemos con dos coches bien cuidados y dos árboles de pino?

—Iremos a la otra ciudad para conseguirlo, las tiendas deben funcionar hasta dentro de dos días y de paso me comprometo a reparar tu coche, ya que tengo un amigo que trabaja en ello —Dijo estirando el brazo para entregarle su gorro ya limpio

—Bien —Dijo la morena recibiéndolo —Pero yo conduzco tu coche y tú vas en el mío detrás

—¿Qué?

—No te conozco, rubia

—¡Pues yo tampoco! Y aun así te ayudaré a llevar tu coche

—Soy Amelia —anunció finalmente estrechando su mano —listo, me conoces

—Luisa —Dijo aceptando su mano —Y conocer el nombre de alguien no significa conocerlo

—Pues entonces te digo Luisita —Dice con énfasis —mira, hasta ya sonamos como unas amigas cercanas

—No creo que poder ser amiga de una ladrona

—Y yo tampoco de una que estrella coches

—¡Pues ya está!

—¡Si, ya está! ¡Dame las llaves de tu coche! —Ordenó Amelia con enfado

—¡Pues tómalas! —Dijo entregándoselas pesadamente en la mano —¡Y tú dame tú teléfono!

—¡Pues toma! —Dijo viendo como la rubia lo comenzaba a maniobrar

—¡Y ya está! Si intentas escapar recuerda que el GPS de tu teléfono, está conectado al mío

¿Pero cómo hizo eso?

—¡Y saca las cuerdas que están en la maletera para jalar tu coche! —Volvió a gritar la rubia

—¡Pues a lo mejor si lo hago!

—¡Pues de seguro que sí!

Ambas trataban de actuar como si estuvieran enfadas la una a la otra. Mientras que la rubia ignoraba el hecho de que la morena le había llamado la atención, la morena trataba de dejar de pensar cómo la rubia había podido transmitirle un poco del calor de la suavidad de su mano

𝐕𝐈𝐀𝐉𝐄 𝐈𝐍𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐃𝐎 (ʟᴜɪᴍᴇʟɪᴀ, ᴇsᴘᴇᴄɪᴀʟ ɴᴀᴠɪᴅᴇɴ̃ᴏ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora