Capítulo 19. Navidad [Final]

974 158 21
                                    

—Estas deben ser las fiestas más atrasadas que hemos tenido alguna vez —La voz sarcástica de la mujer acomodándose en el sofá al costado de Luisita no se hizo esperar —mírala nomas, decorando el árbol en nochebuena

—Catalina está contenta y eso es lo único que importa —respondió Luisita con una sonrisa de lado viendo a su hermana colocar los listones y las luces alrededor del árbol —me alegra haber llegado a tiempo

—¿Y eso...? ¿Dónde quedó el Grinch en el que se convertía mi hermana cada navidad? —Preguntó María mirándola completamente sorprendida —¿Qué te ha sucedido en este viaje?

Luisita se encogió de hombros fingiendo no saber

—No sé qué es lo que te sucede, Luisi —Dice María colocando una mano en su brazo —Pero espero que no se acabe

Y dicho eso, su hermana se levantó para cargar en brazos a Catalina y así colocar los adornos más altos.

—¡Y llegó la cena! —Gritó su padre con un enorme plato guardado en la bandeja —¿Quién dijo yo?
—¡Yo!

—Tú no Sebas, primero anda recoge tus zapatos sucios de la entrada y si es posible los incineras

—¡Hombre! No es para tanto

Luisita estaba contenta, en su teléfono miraba una y otra vez el último mensaje que Amelia le había enviado. Había llegado a su casa y estaba con su madre tomando chocolate caliente.

—Hermana... —Se escuchó la voz de Catalina a su lado —¿Dónde coloco estos lazos?

—Mmm —Dijo pensando —Creo que ya no hay mucho espacio en el árbol, solo guárdalos

En cambio, Catalina se sentó en sus piernas, tomo uno de los adornos y lo colocó en la cabeza de su hermana

—Ahora tú también eres un árbol de navidad

—Ohh ¿Y me veo bien?

—Si, te ves como el más precioso árbol de navidad que haya visto

—Pues muchas gracias —Le dijo meciéndola en sus brazos

Amelia tenía razón, se decía a sí misma. Querer estar en familia no significa no querer estar sola. Todos los años anteriores se la había pasado pensando que debería tener a alguien a su lado para sentirse bien, pero estaba equivocada.

—Luisita, hija —La llamaba su madre —Ven, vamos a tomarnos una foto

—¡Marisol! ¡Manolín! Vengan también.

Luisita le dejó un mensaje a Amelia antes de reunirse con ellos, puso el teléfono en la pequeña mesita donde estaban ubicados las fotos de todos los integrantes de la familia y con una sonrisa se abrazó por la espalda de María.

—¡A ver! Sebas tú tomas la foto

—Pero si lo tomo ¿yo donde salgo?

Quién diría que el último árbol de pino que debía encontrarse en el vivero, una alarma nunca puesta y una cita fallida darían el comienzo de una aventura inesperada, que, aunque pareciera ser el final de algo, se convirtió en el comienzo de una historia de amor.

𝐕𝐈𝐀𝐉𝐄 𝐈𝐍𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐃𝐎 (ʟᴜɪᴍᴇʟɪᴀ, ᴇsᴘᴇᴄɪᴀʟ ɴᴀᴠɪᴅᴇɴ̃ᴏ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora