Después de desayunar todos juntos por la mañana salgo de la caravana para bañarme en una casa abierta, hago el esfuerzo de vestirme bien para que me vea mi tía decente, sinceramente me importa su opinión, ella conocía a mis padres y quiero que tenga una buena imagen de su hija, busco por la casa la habitación de alguna chica con mi misma talla de ropa pero solo encuentro una habitación de matrimonio, con su respectiva cama para dos y una cuna cerca, me da lastima imaginar que les podría haber sucedido y me estremezco, cojo un jersey negro con cuello alto y unos pantalones que me quedan anchos pero que consigo apretar en mi cintura con un cinturón de cuero, son negros pero parecen gastados, busco zapatos por toda la habitación pero no encuentro, ninguno es de mi talla así que simplemente me vuelvo a poner mis botas negras. Voy al espejo, hacia poco que me veía en el espejo en la escuela, pero todas esas veces era para secarme la cara tras una ducha, esta vez es para verme, para ver como me vería Lucy y simplemente no se que pensar, mi cabello ha crecido y ya esta casi por la mitad de mi espalda, tan oscuro, juraría que ha oscurecido más, y mis ojos no se quedan atrás, solo que siguen igual de oscuros que siempre. Bajo las escaleras corriendo y camino cuidadosamente por la ciudad, con la carta en un bolsillo y un puñal en el otro, escondido y plegado por si no era realmente mi tía, anoche ya escribí en mi diario lo que iba a hacer hoy y hoy lo concluiré al terminar el día, no dejé pasar apenas ni un día en la escuela sin escribir todos los acontecimientos en mi diario. Después de buscar tanto encuentro dicha estatua la cual mencionó Pietir, en donde me encontraría con Lucy. Quedaban pocos minutos para que el sol se posara sobre i cabeza, aunque apenas podía verlo, el día estaba demasiado nublado y parecía que se avecinara tormenta, cuando bajo la vista del cielo veo enfrente mía a unos pocos pasos una mujer con el cabello largo y gris con mechas rubias, quizá el único rastro del color de cabello que tenía, los ojos grandes y tan oscuros como los míos, alta y delgada, con un rostro serio — T/N — es lo único que dice sin perder la postura
— Lucy — digo igualando su seriedad pero en cuanto la nombro me abraza en un cálido abrazo y me acaricia el cabello
— Has crecido —
— Es lo que tenía que hacer, supongo — río
— Casi no te reconozco, si no fuera porque este lugar esta despierto y sigues conservando los mismos ojos de tu madre, de tu abuela y míos —
— Me lo tomaré como un cumplido — trato de ser amigable, apenas la conozco, para mi no es mi tía, no se nada de ella ni la recuerdo apenas, pero hay algo en ella que se me hace familiar, pero no es la misma que recuerdo, han pasado muchos años
— Te he extrañado, cuando recibí la carta de Pietir, os extraño a todos vosotros —
— ¿Cómo es posible? Borraste de tu memoria mi pasado —
— Si, pero no los momentos que viví contigo, como te crie —
— Tengo muchas preguntas, pero antes tengo que saber si puedo confiar en ti —
— Lo entiendo, comprueba por ti misma como quieras —
— ¿Cómo se llaman mis padres? —
— Madrigal y Joseph —
— ¿Por qué no recuerdo todos los momentos que pasé contigo? —
— Te borré la memoria a ti y a nosotros, a Sara y a Pietir también —
— Está bien, ¿Podemos ir a un banco a sentarnos? —
— Claro, cariño — dice con una sonrisa, mientras nos vamos sentando
— ¿Cómo puede ser que hayas llegado tan temprano aquí? —
— Me encontraba demasiado cerca, después de la carta que recibí de Sara cuando estaba fuera del país —
ESTÁS LEYENDO
EL FIN DE LA TIERRA
FantasyEn un mundo donde ya nada es igual, donde las personas ya no se pueden distinguir, donde ya no puedes confiar, tú, T/N, tendrás que encontrar el camino de la vuelta a la normalidad e integrar en el todos tus seres queridos junto a ti. ¿Podrás lograr...