La Tierra

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Despierto intranquila, pero no por el sueño ya que este me había, Mathew me hacía recordar a alguien importante para mi, y la manera en la que relaja a la reina contándole historias y abrazándola siendo tan respetuoso me hace sentirme tranquila, lo único que no puedo alejar de mi mente es lo mucho que me suena, su aspecto y cara pero mis recuerdos están tan nublados que apenas puedo ver con claridad ni como era yo misma. Estoy intranquila porque hoy será el último día en la Tierra y quizá vuelva o quizá nunca salga de ella y muera al despegar. Mi mente no deja de pensar en mil maneras negativas para acabar el día así que corro hacia la ducha, hoy llevaría una túnica sin capucha negra, que encontró William en el trastero de este extraño lugar, la cual me dejó en la puerta en la noche. Lavo mi túnica marrón a mano y siento como el jabón se escurre por mis manos, limpiando todas las muertes que he visto y causado, pero la sangre no se va.

— Buenos días pequeña —

— Buenos días Will, como has estado diciendo, sin descanso —

— Allá vamos, no extrañes la Tierra esta noche porque estarás atravesando sus atmosferas — rio nerviosa y me siento mientras acaricio mis rodillas, no puedo creer que vaya a hacer esto, pero ahora tengo muchas dudas que resolver, la voz en mi mente, mi pasado, los poderes que estaba comenzando a tener y ahora estos sueños tan extraños y reales, quizá eso me espere en Sewer, o quizá no. Me levanto moviendo mi cabeza para olvidar los malos pensamientos y camino hacia la nave, es grande, lo suficiente como para llevar a unas 2 personas, entonces me pregunto seriamente como han cabido todos ahí. Es una nave peculiar ya que cuando pienso en una espacial me imagino las típicas naves terrestres usadas para viajar a la luna pero esta más bien parece una mezcla entre una libélula y un helicóptero, con 4 alas y es extrañamente redonda, la ventana es enorme y redondeada y los mandos para manejarla parecen complicados con muchos botones, parece que vaya a pilotar una nave de videojuegos con mil botones y cien paneles distintos, ni siquiera sabría de lo que hablo o veo. Me acerco a la nave y por un momento siento que me siente y quiere que la monte para que me lleve a Sewer, al fin y al cabo es el hogar de ambas. Es de un color verde claro mezclado con beige, quizá en medio de una selva pasaría desapercibida si no tuviera esa potencia, ya me imagino como va a sonar el motor y no puedo evitar sonreír. M e giro para acabar mi tarea, limpiar las ruedas de aterrizaje y eliminar cualquier rastro de polvo en el nuevo motor que ha colocado y fabricado William. Mi tarea es tan sencilla que termino y acabo caminando por el bosque que rodea el lugar en donde estamos. Por un momento siento que estoy sola en la Tierra y no tengo miedo. Me acerco a un árbol y recuerdo que mi madre me decía que abrazar árboles era muy relajante ya que los humanos teníamos una conexión muy fuerte con la naturaleza, mi único recuerdo de esto es la vista de su espalda y de ella abrazando un árbol descalza en medio de un bosque, luce un vestido amarillo con flores de tela naranjas. Por unos segundos desvío mi mirada hacia un árbol y siento que me llama, pero mi madre mintió, nosotras no somos humanas. Me acerco poco a poco hacia el árbol y le toco el tronco y recuerdo que en Sewer también se ama a la naturaleza, al fin y al cabo yo siempre he vivido aquí en la Tierra y siempre he sido humana, siento que puedo suspirar tranquila, un alivio me invade cuando abrazo el árbol y por un momento olvido lo estúpida que debo verme abrazando un árbol. Pasados unos segundos me alejo caminando de vuelta con William y siento que no es una despedida, siento que voy a volver, porque en realidad este es mi hogar.

— Sube — siento la adrenalina cuando escucho esas palabras — te he guardado provisiones, están en tus pies por si tienes hambre, habrá un momento en el que dejarás de pilotar, no debes dormirte en el trayecto, puede ser peligroso ya que el control automático puede volverse loco por la débil señal y debas controlar la nave tu misma manualmente

— Entiendo —

— Estás lista —

— Creo que si —

— Ya no hay tiempo para dudar —

— Sí, ya no hay marcha atrás — me coloco los cinturones y antes de cerrar la ventana William y yo nos sonreímos — En realidad el mérito es tuyo William, tu lograste esto y no solo tu hermano — siento que se le cae una lagrima del orgullo pero ya no puedo verlo porque la ventana esa cerrada y en lo único que puedo fijarme son en los mandos de control y en todos esos botones de colores, me pongo los cascos y veo como se abre la cúpula del techo, entonces desvío la vista y veo que William ya no está, eso me pone muy nerviosa hasta que escucho sus palabras por los cascos.

— Señorita apriete el botón rojo antes que nada por favor —

— ¿El rojo? Eso nunca es buena idea — digo bromeando mientras lo aprieto

— Sube la palanca poco a poco — mientras lo hago noto el fuerte ruido de las alas girando mientras la nave se eleva despacio — Una vez hayas subido la palanca por completo quiero que la sueltes y que cojas el volante, la subida es peligrosa y es lo más complicado de todo esto ya que si fallas subiendo sobre las atmosferas puedes explotar así que haz exactamente lo que te diga si no quieres convertirte en fuegos artificiales —

— ¿Fuegos artificiales? — digo asustada — Ya he levantado la palanca del todo, la suelto —

— Bien, ahora acerca el volante hacia ti poco a poco — Noto como la nave se inclina hacia arriba — aprieta los botones amarillo y azul — hago lo que me dice y siento que la intensidad es mayor, entonces de un momento a otro como por arte de magia estoy yendo a toda velocidad hacia arriba traspasando nubes y atmosferas hasta dejar atrás la tierra en unos minutos — Lo conseguimos — lo oigo suspirar aliviado

— LO CONSEGUIMOS — grito eufórica

— Todavía no cantes victoria pequeña queda un viaje muy peligroso —

Abro una lata de arroz con judías verdes y comienzo a comer cuidadosamente para que no se vaya todo volando, el piloto automático esta en marcha, no debo dormirme pero siento que mis ojos se vuelven muy pesados con cada bocado así que dejo de comer tras quitarme el hambre, guardo la lata y trato de evadir mis pensamientos para no ponerme más nerviosa, llevo mi túnica marrón, mi único atuendo, así que tendré que hacerme con otra ropa cuando llegue ahí. Siento que ya no puedo luchar más contra mis párpados y acabo rindiéndome.

Abro los ojos y estoy sentada en mi silla frente al tocador, llevo el pelo suelo y negro y una corona simple, delgada y plateada, pero afilada como siempre solo que esta vez sin detalles, bajo a vista y llevo pantalones de cuero marrones con botas altas negras por las rodillas, llevo un jersey delgado negro de cuello alto y un chaleco de cuero del mismo marrón que el pantalón, una espada esta recostada sobre mi cama y me siento ansiosa y no sé por qué, mi mano se desliza por mis orejas hasta dar con los pendientes que acaban con una luna colgando. Suspiro, otra vez soñando. — ¿Me oyes? — trato de hablar conmigo misma en mi mente y por un momento noto como mi cuerpo se tensa y mi mirada se desliza por toda la habitación — ¿Quién ha hablado? — digo sin pensar en voz alta a pesar de que la habitación está vacía. Mi cuerpo suspira, ya no puedo hablar y solo puedo seguir viviendo la historia como un personaje observador desde mi propio cuerpo. Me levanto y me pongo perfume, huele a vainilla, cojo la espada y la coloco sobre mi cinturón de cuero. Bajo casi corriendo las escaleras hasta que una voz me para.

— ¿Me prometes que estarás bien? — me giro y es la anciana

— Sí, él estará conmigo — le digo para después darle un abrazo — Nos vemos tía —

— Nos vemos querida — sigo mi camino sin mirar atrás, siento que si me giro van a caer lagrimas de mi rostro. Siento que me he perdido 5 temporadas, ¿Qué está sucediendo?. Abro las puertas principales de lo que parece ser el castillo y veo un carruaje y a su lado está Mathew sonriendo

— Idiota, siempre sonriendo —

— ¿Por qué no? Nada irá mal — nada irá mal

EL FIN DE LA TIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora