Palabras

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­— Entonces... — dije tomando un sorbo a mi café mientras esperaba la respuesta de Kenz — ¿Qué pasó cuando inició todo esto con vuestro hogar? —

— Como podrás comprobar, esta ciudad no está tan devastada y destrozada como otras, aún así tomaron más o menos el 80% y el otro 19% pudo escapar de aquí. Como supondrás el 1% nos quedamos aquí —

— ¿Sabes donde está el resto? Aparte de tu familia digo — Kenz miró a Allan confuso, suspiró y me miraron fijamente los dos en silencio —

— ¿Y bien? — exclamó John con cierta impaciencia en su tono

— No, pero sabemos de un lugar donde vive un anciano...— La voz de Allan me sorprendió — que quizá sepa lo que buscais —

— ¿Lo que buscamos? —

— Estáis intentando avanzar como nosotros ¿verdad? —

— No todos quieren romper esta normalidad — dije refiriéndome a la situación que ya se estaba normalizando — Hemos venido aquí por un motivo temporal, pero parece que la gente ya se esté acostumbrando —

— ¿Y qué pretendes pues? — Esta vez intervino Kenz

— Quiero acabar con esta situación y volver a la normalidad — "volver a la normalidad", esa frase retumbó en mi mente y por un momento dejé de escuchar que decían. ¿Cuál era mi normalidad? ¿Estar encerrada? No tenía una vida feliz como para querer volver a ella, estaba bien así, por fin podía volver a experimentar el miedo, esa adrenalina que muchos temen. ¿Qué era lo que me incitaba a eliminar a aquellos parásitos de nuestro mundo? ¿Rabia por el hecho de que quieran arrebatarnos nuestro hogar? Nunca pensé que este seguiría siendo mi hogar tras la muerte de mis padres...Mi collar, porque sentía un calor sofocante bajo este cada vez que recordaba aquel accidente, la voz en el bosque, los lobos, la sombra perturbadora en aquella casa... ¿Es la curiosidad de saber que estaba ocurriendo a mi alrededor lo que me movía? ¿El sentimiento a querer proteger aquellos a los que amaba? Dejar de ser egoísta... ¿Lo habría logrado?... —

— ¿T/N? — La voz de John me sacó de mis pensamientos —

— Perdona, estaba distraída ¿En donde estábamos? —

— Será mejor que lo dejemos por ahora ¿Has dormido bien? — la cara del doctor se tornó preocupada

— Sí Sí, lo siento chicos, sé que quereis descansar ya pero tengo una duda más... ¿Dónde estan vuestros padre? —

Ya estábamos llegando a la casa de Kenz y Allan gracias a sus indicaciones, estábamos bien armados por si acabábamos en una situación comprometida — Ya llegamos — dijo Lucas con una sonrisa —

— Sí, es aquí — confirmó Kenz. Les seguimos a los dos primos en silencio hasta que tocaron la puerta, abrieron la puerta dos hombres armados después de ver por la rejilla quienes éramos, detrás de ellos salió una mujer de unos 50 años y los abrazó a los dos

— Mis niños, están a salvo — dijo entre lágrimas y sollozos —

— Apártate Suzan, no sabemos si son ellos realmente — dijo uno de los hombres apuntándoles a la cabeza —

— Somos nosotros tío Robert, Kenz y Allan, no tienes porque sospechar —

— ¿Cómo perdisteis a vuestros padres? —

— En un accidente yendo al bosque el día que hubo una tormenta? — dijo Kenz

— De nieve — aclaró Allan

— ¿Qué me gusta ponerle a los perritos calientes? — dijo el otro hombre

— Aguacate — dijo Kenz

EL FIN DE LA TIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora