La fuerte luz blanca sobre mis ojos me despierta, ¿Dónde estoy? fue otra sueño, una vez más en ese dichoso lugar, abro los ojos y estoy dentro de una pequeña habitación con paredes blancas y lisas y el suelo gris, estoy en una silla con mis manos, pies y cuello encerrados con un grueso metal que no me permite separarme de la dura silla de metal. La habitación es tan sencilla que apenas tiene cosas, dos conductos de ventilación cuadrados, uno en el techo y otro en el suelo, una puerta metálica con un código de seguridad para abrirla y una gran ventana con un cristal tan negro que no permite ver nada a través de ella, está en el centro de la pared de enfrente de la silla. Comienzo a recordar lo ultimo que vi despierta, estaba buscando aquel mutante bajo la caravana — Exacto — una voz interrumpe mis recuerdos y me devuelve a la realidad — Estabas buscando a uno de nosotros pero el cazador acabó cazado — es un hombre alto con cabella oscuro y ojos oscuros, no parece un mutante pero ninguno de ellos lo parece hasta que se transforma.
— ¿Cómo sabes en que estaba pensando? —
— Veo que sabes poco de nosotros, no me extraña, pero eso importa poco porque solo venimos a asegurarnos de algo, y matarte si no eres de utilidad —
— ¿Qué queréis de mi? — trato de no pensar en ello, de no pensar en mi ti y rápidamente pongo la mente en blanco
— Os hemos observado, como ibais y veníais a vuestro antojo de ciudad a otra burlándonos con esa dichosa caravana, y por más que os hemos tratado de alcanzar siempre desaparecíais de la nada y aparecíais en otro lugar —
— Pues muy buen trabajo no hacíais que digamos —
— Silencio, no hemos venido para hablar de esto, tienes algo que nos pertenece —
— No tengo nada —
— El diario de Frank — entonces recuerdo aquel diario que encontré en la base cuando aparecieron los mutantes, el cual no pude descifrar — veo que sabes de lo que hablo —
— Ya no lo tengo, se lo di a alguien que murió un viejo amigo de Frank — miento creando la escena en mi imaginación, pero era cierto, en parte el jefe de la escuela era su viejo amigo
— Eres más inútil de lo que creía —
— Entonces ya puedes matarme —
— No, todavía puedo encontrarte alguna utilidad, una muy importante —
— Dame el spoiler, estoy impaciente por saber — digo irónica
— No tienes miedo —
— Claro que tengo, me habéis encerrado y no se que vais a hacer conmigo, ¿enserio te preguntas algo así? —
— No era una pregunta — suspiro
— Repito, ¿Qué quieres de mi? —
— Tan rebelde, me recuerdas a alguien, a una antigua princesa, muerte por suerte, no quisieras saber que es lo que hacemos con los rebeldes —
— Sois unos monstruos me espero de todo —
— Tranquila, ten paciencia, todo a su tiempo, y si pretendes escapar — mira hacia la ventana negra — ni lo intentes, te estamos observando — Me analiza con una ceja alzada y después sale de la puerta introduciendo un código que apenas puedo memorizar, 33456... demasiado estúpido y confiado, aunque con razón puede confiarse, me vigilan y ni siquiera puedo moverme, entonces imagino como habrán atado a los niños, madres, padres, ancianos a todos los humanos capturados, para después matarlos, torturarlos o darles su "utilidad". No puedo rendirme, entonces busco en mi mente aquella voz que me ayuda cuando estoy en problemas, grito internamente buscando respuesta pero no la hay. Desesperada trato de moverme inútilmente para soltarme del metal que acaba apretándome y molestándome todavía más, cierro los ojos y siento como todo se nubla, pero una niebla que me acaricia la piel, no una dañina, aunque en realidad no haya nada, entonces escucho su voz
— ¿Cómo has podido ser tan descuidada? —
— Deja de juzgarme y sácame de aquí —
— ¿Disculpa? —
— Por favor —
— te voy a soltar de esos metales pero no puedo hacer nada más, también se romperá tu ropa y quedaras sin nada ya que voy a enviarte una onda de electrones desde el cerebro hasta la piel que eliminará todos los átomos que te rodean por un segundo, aguanta la respiración, solo será un segundo, entonces el resto debes hacerlo tu —
— ¿Pretendes que vaya a hacer lo que tenga que hacer desnuda? —
— ¿Entonces debería dejarte atada? Tampoco tengo superpoderes como para salvarte mandando todo a volar —
— No, pero si los tienes para mirar a través de mis ojos y poder enviar electrones desde mi cerebro, normal ¿cierto? —
— Yo solo uso parte de los poderes que tienes al meterme en tu cuerpo, todo lo que hago en realidad es tuyo, y lo hago de manera débil ya que mi único don es entrar en el cuerpo y mente de los demás y como comprenderás querida y ya estoy mayor —
— Creo que nunca lo comprenderé esta bien, ¿Puedes hacer algo más por mi? —
— Dime —
— Podrías mandar electrones o lo que sea que sean esas cosas hacia la ventana para hacerla pedazos sin romperla para que no se vea nada de lo que hago aquí dentro, me están observando desde detrás de esta —
— Lo intentaré, aunque no prometo nada —
— Tu me avisas, primero la ventana y luego me liberas — espero su aviso hasta que oigo como se rasguña toda la ventana y escucho su orden, un segundo mas tarde e libera y quedo completamente despojada de todo, rápidamente lanzo la silla sobre la cual estaba sentada hacia el conducto de aire con tanta fuera que se abre y cae el metal que daba paso a dichos conductos, coloco rápidamente la silla bajo este y me subo sobre ella y con un salto y agarrando la tapa de metal que cierra el conducto lo alcanzo y entro dentro cerrando con lo poco que queda de la tapa doblada y rota el conducto de aire, subo gracias a los metales que hay con las manos hasta donde veo luz a través de una rejilla, entonces escucho luces rojas y una alarma pitando y recuerdo aquel día en la base, desearía no quedar en la misma situación, abro la rejilla con un golpe y veo la luz del sol, no sabía que había pasado la noche ahí. Sin distracciones salto a un árbol cercano y bajo de lo más rápido posible para mi cuerpo, me giro un segundo y veo que es una especie de campamento con cubos que deben ser las habitaciones corro hacia el bosque con todo lo que puedo hasta quedar con apenas aliento entonces diviso a lo lejos las montañas que me señaló mi tía, sin perder tiempo corro hacia ellas y recuerdo el diario de Frank, debo conseguirlo antes que ellos, si lo quieren es por algo, lo malo es que ahora saben quien soy todo lo que ha estado ocultando mi tía se ha ido al garete, saben que estoy viva aunque puede quedar esperanza y se olviden de mi cara o que simplemente lo tomen como un extraño suceso donde ha fallado su cristal y se ha roto, no creo que sean tan estúpidos y por ello debo irme, y buscar esa nave, aunque sea sola.
Corro lo más rápido que puedo descansando poco y bebiendo agua de los rios que encuentro hasta ver la base, no hay nada que la rodee salvo árboles y siento que la base me a encontrado a mi, en medio de la nada. Dudo haberla encontrado con la caravana, parece incluso escondida, no es tan grande como me esperaba, las paredes exteriores parecen estar oxidadas y el techo es un cúpula, dos unos golpes dentro y no hay respuesta, siento el fríos sobre mi cuerpo desnudo y me estremezco, quizá la advertencia de Lucy era cierta, quizá estaba muerto realmente, o quizá Lucy me mintió y no había nadie aquí. Cuando me giro para irme la pesada puerta se abre sola mostrándome la oscuridad del interior, dudo unos segundos y entro rápidamente, no hay más luz que la que entra por la puerta, y es tan mínima ya que esta anocheciendo — ¿Hola? — digo en susurro como si tuviera miedo de que alguien me escuchara aun siendo esa mi única intención
— Hola, T/N — Escucho una voz masculina, entonces se encienden las débiles luces y veo a un anciano con una bata en una esquina cerca de un interruptor. William.
ESTÁS LEYENDO
EL FIN DE LA TIERRA
FantasyEn un mundo donde ya nada es igual, donde las personas ya no se pueden distinguir, donde ya no puedes confiar, tú, T/N, tendrás que encontrar el camino de la vuelta a la normalidad e integrar en el todos tus seres queridos junto a ti. ¿Podrás lograr...