CAPÍTULO 3-Ataduras

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Los rayos del sol entraron por la ventana que se encontraba encima de la cama. La sensación de las cortinas rozando ligeramente mi cabeza, era algo a lo que ya me había acostumbrado.
Luego de unos minutos, finalmente abrí mis ojos y lo primero que vi fue el color del cabello de Cosmo. Un hermoso color verde que brillaba gracias a la luz de los rayos del sol, reflejada en los cristales de la ventana. Ciertamente, estaba orgulloso de despertar a su lado nuevamente. Aunque solo hayan sido unas semanas, Extrañaba demasiado esta sensación de verla dormir tranquilamente alado mío.

Me sentía tentado a rodearla con mis brazos para abrazarla y de esa forma seguir durmiendo a su lado. Pero por mucha que lo intentara, ni mis brazos, ni mis piernas podían moverse. Era como si estuvieran atadas. Y el hecho de que las sabanas cubrieran esas partes de mi cuerpo, no me ayudaba, ya que evitaba que viera lo que me impedía moverme

(...)

Cuando intentaba moverme, lo único que sentía era un dolor agudo e insoportable, como si de un pinchazo de tratase. A todo esto, Cosmo aún dormía pacíficamente a mi lado, como si no se enterase de nada, mientras yo solo podía hundirme en este insufrible dolor.

—¡Cosmo, Cosmo, Despierta!—

Exclamé desesperado, mientras intentaba despertarla de su aparente profundo sueño. Pero por mucho que lo intentara, no era capaz de lograrlo, ella seguía descansando tranquilamente con una sonrisa en su rostro. su pecho se elevaba ligeramente en señal de que aún seguía viva. Incluso podía sentir su débil  respiración. Ella estaba profundamente dormida y yo no podía hacer nada para despertarla.

"¿¡Qué hago,
qué hago,
qué hago
quéhagoquéhago!?"

Era una pesadilla, una muy horrible y realista pesadilla. Esa era la única opción que se me ocurría, pero por mucho que intentara despertar, era imposible. Ese horrible dolor seguía ahí, y mas temprano que tarde comenzaría a notar como las sabanas se teñían de un color rojizo mientras se humedecían. Estaba aterrado, no entendía lo que estaba ocurriendo. Solo quería despertar y que todo fuese un horrible sueño. Otra pesadilla mas del montón.

Me movía desesperadamente en un burdo intento de librarme de lo que sea que me ataba y me hacía daño, pero no tardaría en darme cuenta que hacer eso solo empeoraba la situación. Se sentía como si estuviera muriendo, y lo peor era que mientras mas intentaba librarme, mas se aferraba a mi lo que me impedía moverme. Era un dolor insoportable.

—Cosmo, por favor... Despierta—Murmuré con lágrimas en mis ojos, mientras era lentamente consumido por la agonía que sentía—

—¿U-uhm...?—ella soltó un leve quejido antes de finalmente abrir sus ojos, y mirar mi probablemente desastroso rostro—¿Qué ocurre, Mile-?—

Ella no tarda en sentir las húmedas sabanas pegarse a piel, y probablemente con eso ya era mas que suficiente como para entender mi situación.

Ella miró horrorizada el como las sabanas estaban cubiertas de un intenso color carmesí, mientras yo la miraba a ella fijamente con una expresión de sufrimiento en mi rostro.

—Cosmo, por favor, te lo ruego, ¡SALVAME!—

(...)

—Y-yo n-no q-quería...—

Luego de esa horrible situación y de rogarle intensamente a Cosmo que me salvara, al final terminé percatándome de que era ella quien me estaba haciendo sufrir esa agonía.

—...—

Estaba encerrado en el baño, tratando de quitarme todas y cada una de las espinillas que me habían dejado las ataduras de Cosmo en mi cuerpo. Era doloroso, pero no tanto como tenerlas. Ella obviamente no lo había hecho apropósito, o eso quería creer.

—Y-yo de verdad, n-no creí que esto f-fuese a ocurrir...M-Miles, d-de verdad, l-lo siento, por favor, p-perdóname—

Luego de pensarlo detenidamente, llegué a una conclusión.

—Esta bien, no hace falta que te disculpes...—

—Uh...?—

—Solo querías evitar que me fuera otra vez sin avisar, verdad?—

(...)

Continuará...

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