Cuando nos conocimos de inmediato nos llevamos bien. Sentí la calma llegar a mi vida desde el mismo momento en el que te conocí, teníamos una conexión, era algo que ambos sabíamos.
— desde el momento en el que te conocí, me di cuenta de que nunca antes había amado de verdad.
Decías palabras muy bonitas, que llegaban directo a mi corazón y enternecian a mi alma. Por la misma razón no tardé mucho en enamorarme, en caer ante tus encanto y entablar una relación junto a ti.
Éramos un muy buen equipo, lo teníamos absolutamente todo: amor, confianza, amistad, química. Todo.
— se que antes de ti no hay nadie, por lo tanto no tengo un punto de comparación, pero estoy segura de que te amo como a nadie podré amar — la ilusión que había en mis ojos al momento de decir aquello era genuina, yo si sentía amor real.
— he tenido tantos amores que perdí la cuenta, pero definitivamente has marcado una diferencia, tenemos una conexión innegable que estoy seguro que no conseguiré con nadie más. Tu eres el amor de mi vida— tus ojos brillaban al decirlo, mientras tus manos envolvían las mías y yo me creí todo.
A pesar de que eramos un excelente equipo, en un principio tuvimos nuestras diferencias, las cuales estuvieron a punto de llevarnos a perder todo nuestro futuro. Tu eras una persona de piel, con un lenguaje de amor obviamente físico, besos, caricias, abrazos y con unas ganas enormes de gritar cuanto me amabas; un romántico empedernido capaz de regalarme el mundo entero si pudiera, a decir verdad. En cambio yo, yo era un témpano de hielo, sarcástica y difícil de entrar en confianza, con un lenguaje de amor más rudo, incapaz de aceptar regalos por mi creencia de que no me lo merecía.
No hay que ser muy listo para adivinar quién fue el primero en decir te amo.
— de verdad que te amo — dijiste con una sonrisa — ¿tu me amas?
— todo esto es nuevo para mi, sabes que antes de ti no había tenido nada serio con nadie, por lo tanto algo como esto tampoco lo he dicho antes — mi corazón latía con más fuerza conforme las palabras salían de mi boca, tenía demasiado miedo a defraudarte y ver tu reacción — lo lamento, te quiero demasiado, pero aún no me atrevo a decir algo, que para mí, tiene connotaciones más fuertes.
— comprendo, no te preocupes, esperaré hasta que estés preparada para decirlo. Cuando creas que sea correcto estaré feliz de escucharlo.
Sé que esa no era la respuesta que esperabas luego de haberme declarado tu amor, estoy segura de que incluso te llegaste a sentir decepcionado, pues es obvio que esperabas ser correspondido. Por la misma razón, una de las cosas que jamás olvidaré será el día en el que estuve preparada para corresponderte.
En este preciso instante no recuerdo la broma que hice, pero recuerdo exactamente tu pésima actuación, el cómo fingías estar ofendido por mi broma y como me desviabas la cara para evitar que te besara en un intento de hacer más realista tu falsa indignación.
Recuerdo como ambos reíamos por tu actuación tan mala, cuando tu por esquivar mis besos mirabas fijamente a la calle vacía que estaba detrás de nosotros con una sonrisa, también recuerdo mirar atentamente tu rostro intentando grabar cada detalle de este. Fue ahí cuando me sentí preparada para decirlo.
— te amo — dije en un susurro temeroso, pues los miedos me devoraban por dentro.
Estabas tan metido en tu papel que no me oíste y seguiste mirando hacia el costado.