Siempre estaré agradecida con el universo por haberte cruzado en mi camino. Jamás imagine amar a alguien como lo hago contigo, no luego de todas las decepciones amorosas por las que pase, no después de haber perdido todas mis esperanzas.
Cuando te conocí no eras más que un chico tímido, amante de los cómics y, por muy contrario a tu timidez, bastante sociable; pero siempre me alegro al recordar tu bello rostro cuando reuniste el valor suficiente para acercarte a mi e invitarme a salir. Desde ese momento todo fue de maravilla.
Tu me amabas a mi y yo te amaba a ti.
Siempre estábamos tomados de la mano, dándonos besos, jugando por los pasillos de Midtown High y sonriendonos mientras nos veíamos con amor.
Una de las cosas que más me encantaba de nuestra relación era la forma en que tus ojos marrones me envolvían, como me sentía en una travesía a través de tu mirada. Como me seducían cuando estábamos juntos, solo los dos.
La forma maravillosa en la que me hacías sentir cuando nos encerrabamos en la intimidad de tu habitación. Como era que tus susurros me hacían estremecer, como tus manos me hacían volar con tus caricias, como mi espalda se arqueaba al sentirte y como nuestros cuerpos se asimilaban a dos piezas que encajan perfecto.
" – eres perfecta – susurraste en mi oído.
Esa frase, acompañada de tus gemidos, no eran más que cantos de ángeles del cielo para mi.
- te amo - dije envolviendo mis brazos en tu cuello, mientras tu besabas mi mandíbula."
Cada vez que caminaba a tu lado, sentía que todo era posible, que mis miedos mundanos no existían y que solo mi espíritu y mi alma tenían poder.
Que cuando tu tomabas mi mano nada podía detenernos, que cuando me besabas estaba siendo testigo de la mejor maravilla del mundo y que cuando me abrazabas ya había encontrado el refugio en donde quería envejecer.
"- no te pongas celosa, cariño. Ya deberías saber que mi corazón es solo tuyo - dijiste sonriendo, al mismo tiempo que tomabas una de mis manos y la ponías sobre tu pecho - tu eres la única que quiero, eres la niña de mi ojos.
Ese día en aquel parque, luego de que aquella zorra te coqueteara descaradamente, me habías otorgado tu corazón y me habías bautizado con el título de ser la niña de tus ojos."
Todo iba perfecto, mi ilusión duró dos años y medio. Hasta que, de pronto, comenzaste a ser más frío, mis mensajes esperaban durante horas a ser respondidos y ya no correspondías a mis "te amo".
¿Qué te estaba pasando? ¿Por qué de pronto eras más distante?
Miles de preguntas rondaban mi mente y no podía encontrar respuesta alguna. Quise ignorarlas, lo juro, quise creer que solo eran ideas mías y que nada malo estaba pasando.
Pero los pasillos de Midtown estaban repletos de rumores, de palabras que me agobiaban y de susurros que tenían nuestros nombres.
«Todos sabíamos que tarde o temprano se iba a aburrir de ella»
«Él no es para ella»
«Duraron más de lo que todos imaginamos, pero era obvio que tarde o temprano él la dejaría»
«Puedo apostar que ya se aburrió de ella y la va a cambiar por otra en cualquier momento»
No podía creerlo, la gente hablaba de nosotros como si no conocieran el infinito amor que nos teníamos, como si tu fueras capaz de dejar de amarme y como si yo fuera a permitir que nuestra profunda conexión se rompiera.