XXIII

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Un brazo se estiró perezosamente sobre las suaves sábanas intentando encontrar el calor de aquel cuerpo ajeno que tanto le gustaba, un suspiro se escapó de sus labios al darse cuenta de que se encontraba sola. Abrió lentamente los ojos intentando acostumbrarse a la claridad de la habitación, observó todo atentamente, aun tenía puesta la ropa que uso para salir con Ada. Se levantó de la cama y busco con la mirada a Thomas, evidentemente no estaba, dejo escapar otro suspiro mientras caminaba hacia la puerta de la habitación, ignorando todo camino hacia la que era su habitación y entro cerrando la puerta detrás de ella.

Se dio una ducha rápida, se lavó los dientes y se colocó su ropa de entrenamiento, hoy era uno de esos días en donde su humor estaba por el suelo, intentaba no pensar en aquel hombre con el que le hubiera gustado despertar, cada tanto se regañaba internamente.

Ya se encontraba caminando hacia el establo en donde estaba su caballo, dentro de poco tendrían una carrera importante y había asegurado que la ganarían. Entro en silencio al establo ignorando a quienes se encontraban ahí.

Buenos días.—escuchó la voz burlona de Charlie también en forma de regaño.—Tu humor no es el mejor hoy, ¿cierto?

Aja.—le dedicó una falsa sonrisa, le sorprendía lo rápido que Charlie se había acostumbrado a ella al punto de saber cuando algo le pasaba.—Buen día, sacare a entrenar a Hermès.

Sin esperar respuesta saco al caballo a la pista no sin antes colocarle todo el equipo que necesitaba para montarlo. Hizo que el caballo haga varios ejercicios de velocidad y resistencia para luego hacerlo correr en la pista.

Habían pasado dos horas desde que estaba entrenando, no quería exigirle demasiado al caballo antes de la carrera por lo que lo llevo a descansar.

Puedes darle de comer por favor, iré a hablar con Thomas para arreglar las cosas para la carrera.—dijo entregándole las riendas del caballo a Charlie.—

Eh...creo que Thomas está ocupado, deberías esperar para hablarle.—dijo Charlie intentando desviar la atención de la joven.—

Entonces esperare que me atienda.—dijo sonriéndole mientras salía del establo rumbo a la oficina de Thomas, sabía que lo encontraría ahí, siempre estaba ahí.—

Se detuvo frente a la puerta de la oficina del mayor, escuchó ruidos adentro por lo que entro sin golpear, ya era costumbre de ella hacerlo. Pero en ese momento hubiera deseado hacerlo.

Su mandíbula se tensó y un ardor la invadió de pies a cabezas, el estómago se le apretó en un puño y un nudo se le formó en la garganta. Thomas estaba follandose a Lizzie sobre su escritorio, ambos estaban tan sumergidos en lo suyo que nunca se percataron de la presencia de la menor.

Jessamine sacudió la cabeza y salió rápidamente de la oficina cerrando la puerta detrás de ella con una fuerza más que suficiente para hacer resonar el golpe de la puerta por toda la oficina.

Salió disparada hacia su habitación casi corriendo, al llegar se encerró con llave y tomó una gran bocanada de aire, eso no tenía porqué afectarle tanto, ella solo se acostaba con Thomas y no eran más que eso.

A quien quería engañar, le molestaba, le ardía y le dolía, ella se enamoró de él en el momento en que lo vio en su casa, desde el momento en el que su padre lo invitó a cenar, desde la primera mirada, la primera sonrisa. Ese maldito la traía loca y ella solo lo negaba.

Tomó la almohada entre sus manos y la llevó a su rostro dejando escapar un gran grito. La misma la utilizo para golpear a su inocente colchón con todas las fuerzas que tenía en ese momento. Negó repetidamente con la cabeza cuando noto como sus ojos comenzaban a arder y a nublarse, no iba a llorar por un maldito mafioso mujeriego.

《Born To Die》 Thomas ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora