VI

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Una puntada se hizo presente en su cabeza al intentar abrir los ojos y sentir la luz blanca en sus ojos. Se removió un poco molesta mientras intentaba abrir nuevamente los ojos y aunque le dolió la cabeza pudo acostumbrarse mejor que antes. Miro todo atentamente para descifrar donde se encontraba, estaba en una habitación de hospital.

Por fin despiertas.-escuchó una voz a su derecha, allí se encontraba Thomas apoyado sobre el marco de la puerta.-

Me duele todo el cuerpo.-pudo apenas susurrar la joven mientras soltaba un quejido de dolor al intentar acomodarse.- ¿Que paso?

¿No lo recuerdas?-preguntó algo extrañado el mayor acercandose a la cama.- Tienes fracturada una costilla y te golpearse fuerte la cabeza. ¿Recuerdas el rostro de quien lo hizo?

No, no logré verlo.-murmuró desviando la vista y sintiendo un nudo en su garganta.- Solo dijo que era por mi padre, ¿donde está el?

Se fue hace un momento, le dije que yo me quedaría a cuidarte.-explico tranquilo mientras metía las manos en sus bolsillos.- ¿Ahora entiendes por qué no puedes estar sola? Si te hubieras quedado conmigo esto no hubiera pasado.-dijo ahora con tono enojado.-

Seguro que todo esto es por tu culpa, así que no vengas con este enojo estupido.-dijó ahora la joven mirándolo directamente a los ojos.- Quiero irme a mi casa.

A partir de ahora vivirán conmigo, es algo que tú padre decidió. Al menos hasta que todo se calme. En cuanto el doctor diga que puedes irte, te irás.-sentenció acercándose ahora a la ventana de la habitación.-

Lo único que me faltaba.-soltó un largo suspiro, no tenía ganas de pelear en ese momento.-

La tarde pasó lentamente y entre varios estudios después decidieron que Jessamine podría irse del hospital pero con ciertos cuidados y varias medicaciones para los dolores. En toda la tarde su padre no apareció, eso le pareció demasiado extraño siendo que en otro momento el estaría desesperado por estar junto a ella.

Al llegar a la casa de Thomas y luego de casi 20 minutos intentado subir las escaleras al fin llegó a la habitación que Thomas le había preparado, su padre tampoco estaba en la casa lo cual le pareció extraño también. Decidió relajarse por lo cual con toda la paciencia del mundo logró desvestirse para meterse a dar una ducha, cada movimiento que hacia era una tortura, sentía puntadas en todo el cuerpo, en su abdomen más que nada y en las costillas.

Se encontraba ahora frente al espejo de la gran habitación en ropa interior, observaba todos los moretones y marcas que le habían quedado de esa golpiza, se veía horrible y eso la hacía poner triste. Todos esos golpes remarcaban en su piel blanca como la porcelana, la hacía sentir tan miserable. Se preguntaba en qué momento su vida había cambiado tanto.

Jessamine.-escuchó la voz que en ese momento desearía no haberla escuchado.-

Se volteó rápidamente tapandose con sus manos como pudo aunque era algo inútil. Thomas se encontraba observandola de arriba abajo en la puerta.

Eres un pervertido, vete.-exclamó tirándole con un almohadón que fue lo primero que encontró, pero el lo agarro entre sus manos y rio.-

No tienes nada que no haya visto antes, relájate. Tu padre se ha ido de viaje por unos negocios, regresará en unos días. No pudo avisarte porque estaba apurado.-explicó como si nada.-

Bueno.-susurró dándose la vuelta y mirándose de nuevo en el espejo.-

Su padre nunca hubiera hecho algo así en un tiempo atrás, pero eso confirmaba que si las cosas habían cambiado. Eso la puso triste, más de lo que estaba.

《Born To Die》 Thomas ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora