XIII

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¡No seas tan terco por Dios! ¿No te molesto pedirle ayuda y ahora que más lo necesitamos no quieres?-gruño la castaña tomando con fuerza su celular.-

No quiero que gente como el este entre nosotros, tu deberías entenderme a mi.-Alzó la voz Alex al otro lado del teléfono.-

Vas a hacer que te maten, ven aquí por favor.-suspiró Jessamine intentando mantener la calma.- Por favor, papá.

No, he prometido que te alejare de todo esto, si te sientes más segura ahí puedes quedarte. Pero me voy a asegurar de que no tengas que relacionarte más con esta gente, lo siento hija.-habló rápidamente Alex para colgar la llamada y dejando a su hija con la palabra en la boca.-

La joven soltó un grito de frustración y tiro su celular contra la gran cama que ocupaba el centro de la habitación, se tumbó boca arriba en la misma y dejó escapar un gran bufido, quería su vida de nuevo, quería volver a tener la libertad que tenía, quería que se padre fuera el mismo, quisiera que nunca se hubiera metido con aquellos Italianos que ahora le habían jurado la muerte. Un golpe en la puerta de madera la hizo salir de sus pensamientos, se sentó rápidamente al ver cómo el dueño de unos ojos azules entraba a la habitación.

¿Como te encuentras ahora?-preguntó cerrando la puerta y poniendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.- ¿Ya intentaste convencer a tu padre?

Bien, gracias.-murmuró bajando la mirada hacia sus pies, estaba nerviosa y no sabía por qué, o tal vez si.- No quiere venir, está convencido de que el lo solucionará.

Hm, lo más probable es que lo maten, si son buenos.-soltó el mayor con total normalidad.-

¿Que?-jadeo la joven con la cara desfigurada.- Como puedes decir eso tan tranquilo.-exclamó poniéndose de pie.-

Es normal para mi, es normal para cualquiera que esté en este ambiente, tu padre lo sabe pero solo se quiere hacer el héroe.-se encogió de hombros y se acercó hasta la punta de la cama.- No podré hacer nada por el si no me lo permite, ¿lo sabes?

Si, lo sé.-susurró mientras jugaba con sus dedos.- Estoy cansada de todo esto, quiero mi vida nuevamente.-suspiró cerrando los ojos.-

Te acostumbras.-dijo sentándose al lado de ella.- Yo lo hice, es más la gente que me quiere matar que la que me tiene cariño, créeme. Y aquí estoy, tranquilo.-dijo dejando escapar una leve sonrisa.-

Pero a ti te respetan, yo soy una estupida niña que el estupido de su padre decidió joderle el negocio a unos asquerosos mafiosos.-dijo arrugando la nariz.-

Si te quedas conmigo podré protegerte.-habló mirando fijamente a la chica.- Puedo hacer que los demás te respeten también.

¿Como?-preguntó sin entender el planteo que le estaba haciendo el contrario.-

Lo podrás averiguar en el tiempo, no seas ansiosa.-se burló poniéndose de pie.- En un rato estará la cena, solo baja al comedor y come, tu habitación será la misma en la que estabas.-dijo mientras caminaba hacia la puerta.- Nos vemos niña.


Había pasado una hora desde que Thomas fue a verla a su habitación y ya tenía hambre, y por lo que le había dicho, la cena ya estaría lista, camino tranquila y lentamente hacia el comedor, le demoró unos minutos ya que aún no conocía bien la casa, como no era de extrañarse, le tocó cenar sola, no era algo que le molestaba puesto que ya estaba acostumbrada debido al trabajo de su padre, siempre estaba sola.

Una vibración en su bolsillo trasero interrumpió su cena, era un mensaje de un  numero desconocido, lo abrió extrañada.

"¿Otra vez confiando en los Shelby? Pensé que eras más inteligente que padre."

《Born To Die》 Thomas ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora