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Era viernes por la mañana, Yoongi había tenido una semana algo aburrida y rutinaria como siempre, y era curioso, porque anteriormente jamás se había planteado cuán solitaria era su vida adulta.

Es decir, tenía a su mejor amigo Jimin, pero sólo lo tenía a él.
Y Namjoon era su amigo porque era la pareja de Jimin, pero si no fuera por eso no lo contaría como un amigo más.

En eso se resumía su vida, su esposo y dos amigos, y ahora le parecía tan triste.

Cuando despertó, Taehyung ya ni siquiera estaba en la cama, y cuando decidió bajar a desayunar y miró la comida perfectamente servida en la mesa para él solo, le dio algo de tristeza.

Había estado intentando hablar con su esposo, sobre todo teniendo en cuenta que los días pasaban y nada había cambiado.

La última conversación que habían tenido sobre sexualidad había quedado en eso, Taehyung había dado una profunda respiración después de su confesión y ya no había hablado más.

Y ese mismo día quería hablar de nuevo con él, porque sabía que tendría la oportunidad, ya que, como siempre, los viernes tenían sexo.

Yoongi quería sorprender a su esposo con una rica cena, siempre procuraba hacer platillos nuevos y a Taehyung siempre le terminaban gustando.

Así que después de una ducha y un conjunto de ropa para clima caluroso salió de la casa en dirección hacia el supermercado.

Estacionó su auto; regalo de su esposo por su cumpleaños, y caminó hacia su destino.

Cerca de media hora después ya tenía la gran mayoría de los ingredientes, lo cuál le hizo pasearse por los pasillos de manera aleatoria por si tenía algún antojo.

Pero su cuerpo paró en seco al mirar a un chico que le resultó bastante familiar.

Era él. Sabía que era él.

A estas alturas lo reconocería donde fuera, pues esas horas interminables de mirar sus fotos provocativas y sus videos explícitos le ayudaban para saber hasta el más mínimo detalle de su cuerpo.

Iba completamente de negro, con unas cómodas sandalias, pantalones y una camiseta.

Su tatuado brazo lucía ancho y fuerte, su cabello largo y gris, su labio y ceja perforados y esos lentes oscuros que le estaban robando el aliento.

Miró hacia su mano, tenía una caja de cereales de colores y al parecer se debatía si adquirirlo o no, a Yoongi ciertamente no le encantaba, pero quería una excusa para aunque sea pasar a su lado.

Ni siquiera se percató de en qué momento había comenzado a caminar hacia él; no hasta que tocó su hombro.

-Disculpa ¿podrías pasarme uno de esos? -preguntó lo más neutral que pudo intentando ocultar su emoción

El chico le dio una sonrisa ladina y coqueta dejando ver de manera sutil sus perfectos dientes y Yoongi por un momento tuvo que apretar las piernas.

-Claro dulzura -respondió en tono ronco

En ese momento Yoongi se felicitaba mentalmente una y otra vez por todo el ejercicio que hacía de manera constante, pues estando sólo en esa mansión buscaba la manera de que el tiempo pasara rápido, así que siempre solía ir al gimnasio de la planta baja.

Debía agradecerle a su rutina de pierna por los resultados que al parecer el chico no había dejado de apreciar.

Y es que JungKook nunca pensó que ir a comprar sus suplementos de proteína resultaría en encontrar un hermoso y sexy muchacho rubio con proporciones ideales.

𝑫𝑶𝑵'𝑻 𝑪𝑨𝑳𝑳 𝑴𝑬 ❤︎ 𝙺𝙾𝙾𝙺𝙶𝙸 | 𝕥𝕖𝕣𝕞𝕚𝕟𝕒𝕕𝕒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora