Yoongi ha sido el esposo trofeo de Taehyung por casi cuatro años, nunca se había quejado hasta que comenzó a hartarse de la monotonía en la cama.
Pero gracias a su mejor amigo es que conoce a JungKook, un caliente universitario que ofrece servicios...
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-¿Ya viste cómo se te ve el trasero?
Yoongi volteó con la pala en la mano acercándose a la barra de la cocina, en donde JungKook había estado revisando mensajes del día anterior y algunos chats privados de sus clientes mientras él preparaba el almuerzo.
-Ya lo vi cariño -ambos rieron por el tono de Yoongi al mirar por casi séptima vez la fotografía del tweet -Me la has mostrado toda la mañana
JungKook mordió su labio mirando de nuevo la fotografía que habían tomado en la mañana después de bañarse y prepararse para un nuevo día.
Al parecer estaba siendo todo un éxito ya que muchos de los clientes morían de envidia, dejando comentarios la mayoría diciendo que desearían ser el afortunado muchacho.
O eso fue lo poco que Yoongi había leído desde su propio celular.
Regresó a la estufa removiendo una última vez la comida antes de apagar el fuego y dejar reposar lo que había estado preparando. Le gustaba cocinar para JungKook, además, el joven siempre elogiaba sus comidas, cada una de ellas.
Colocó el temporizador en forma de gatito que había comprado y dejado en el departamento de JungKook y cuando se aseguró que marcara el tiempo correcto caminó hasta quedar a un lado de la silla de su novio, en donde instantáneamente llevó una mano a los abundantes cabellos negros.
Pasó las manos por sus hombros acariciando de manera suave en un ligero masaje mientras veía lo que JungKook revisaba en su teléfono.
-¿Te lo enviaron anoche? -preguntó cuando dejó un chat para pasar a otro
-Sí -dijo sin preocupación, sólo pasando a otra conversación sin interés -En la noche es cuando recibo más mensajes, pero no todos los abro
Por lo que miró Yoongi algunas personas no tenían vergüenza en mandar mensajes sexuales, otros sólo preguntaban por el servicio, por los días disponibles, por los horarios o algunos preguntaban sobre qué fantasías fetichistas podía cumplirles, cuáles eran sus límites.
Sólo miraba mientras seguía masajeando los hombros desnudos y algunas veces dejando besos en su nuca.
(Imagen 2)
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