Capítulo 17: Rama de cerezo rojo

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17-Rama de cerezo rojo

--Varios siglos atrás...cuando todo comenzó...-

**Byakuya**

Los comienzos de una aldea son siempre difíciles. En los tiempos en los que a mí me había tocado vivir, jamás hubiera llegado a pensar que me convertiría en un líder tan poderoso y temido por todos, un referente al que seguir, un ninja al que temer, un hombre...al que no mirar jamás por encima del hombro.

En el mundo ninja que teníamos como ideal crear entre todos, aún nadie se destacaba por ser más fuerte que otro, no había líderes, solo ninjas que querían agruparse para tener un sitio en el que vivir, personas que habían nacido con técnicas poderosas o que después desarrollaban a base de entrenamientos. Esa gente no podía vivir en el mundo normal.

Pero, a medida que empezamos a crecer como pueblo, decidiendo que gente iría a formar unas aldeas u otras dependiendo de sus habilidades, el primer mal que nos pondría a prueba a todos fue cuando apareció él. Un oni, el yokai más fuerte de todos, un demonio al que habíamos despertado de su letargo por invadir sus tierras, donde pensábamos afincar nuestro mundo ninja para vivir en paz. Yo solo tenía diez años cuando mi familia decidió quedarse en una de las aldeas, donde ayudaba a mi padre a cultivar la tierra y a mejorar nuestra técnica familiar: el doujutsu visual. Un don que yo había heredado de mi padre y él a su vez del suyo, por lo que eso nos hacía destacar brevemente del resto de ninjas con habilidades mágicas, pero no lo suficiente para alzarnos sobre ellos. Al menos hasta que ese oni, hizo tantos estragos en nuestro proyecto futuro de mundo, que tuvimos que actuar....

-Byakuya, tú eres el elegido para detener a ese demonio, hijo. Sé que puedes hacerlo- mi padre confiaba ciegamente en mis habilidades, no solo en mi doujutsu, sino que, con mi corta edad, mi inteligencia sobrepasaba la media de muchos adultos y aprendí a desarrollar otras técnicas para no depender siempre del doujutsu. Una de esas técnicas, era la capacidad de hacer sellos potentes, lo suficientemente fuertes para bloquear a un enemigo y ya eran muchos los que habían intentado sellar al oni sin éxito, perdiendo la vida en el camino. Yo era la esperanza para mi poblado, así que decidí enfrentarme al demonio confiando ciegamente en mi fuerza.

Cuando llegué al campo de batalla donde cientos de ninjas habían rodeado al gigante oni, me estremecí al ver a esa corpulenta criatura, de piel rojiza al igual que su largo cabello afilado en las puntas, con el que atravesaba los cuerpos de los ninjas que intentaban atacarle arrancándoles la vida. Tragué saliva ante los gritos de rabia del oni, viendo su larga lengua entre sus colmillos, sus ojos rojizos y esa expresión de salvajismo que por poco me hizo darme la vuelta y huir. Pero no podía. Si no le detenía destruiría todo por lo que habíamos luchado, los ninjas desaparecían de la faz de la tierra y nadie...nos recordaría jamás....

-Invocación sagrada...¡¡¡sello!!!!- iluminé mis ojos al igual que todo mi cuerpo al activar una técnica de sello lanzándosela al oni el cual captó mi presencia al sentir cómo varias marcas negras, a modo de tatuajes, empezaron a recorrer todo su cuerpo, haciéndole empequeñecer de diez metros de altura a dos, con su mirada atónita y confusa ante la intensidad de mi sello. Lo había...conseguido...al menos lo suficiente para doblegarlo y hacerlo de un tamaño considerable para matarlo....

Por desgracia el oni consiguió escapar esa vez, aunque gracias al sello, sus poderes habían sido controlados o casi retenidos en el sello de los tatuajes sobre su piel. Mi labor fue reconocida en mi aldea, aunque no lo suficiente ya que no había matado al oni librándonos de la amenaza, pero durante los años que transcurrieron a ese día, noté la presencia de ese monstruo muy cerca de mí constantemente, prácticamente se convirtió en mi sombra, aunque intenté ignorarlo. Todos pensaban que habíamos conseguido desterrar al oni, pero el muy insensato, no sabía por qué, venía a verme a mi casa a escondidas, limitándose a observarme y después empezó a dejarme regalos en la puerta, principalmente hojas de cerezo, mi árbol favorito, entre las que siempre encontraba varios mechones rojos enredados suyos.

"Ninja, desu ka?"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora