Plan maléfico

164 18 4
                                    

Lunes 13 de Enero, 7 a.m.

Katsuki abrió de manera intempestiva la puerta de la habitación del pelirrojo.

―Kirishima, tenemos que hablar.

El chico se encontraba en su escritorio, así que giró la silla para mirar al otro.

―Bakugo, ¿qué pasó? Si mal no recuerdo te devolví todas las revistas que me prestaste. Sin un solo rasguño por cierto.

―Eso no es por lo que vine. Necesito tu ayuda con un asunto serio.―Se sentó con un rostro impasible en el borde de la cama.

―Mmmm... ok. ¿Sobre qué?

El rubio necesitaba encontrar una forma de decirle que quería ver el celular de Midoriya, pero sin revelar sus verdaderas intenciones.

―Estoy casi seguro de que Deku me ha tomado una foto.

―Yaaa... ―mencionó el pelirrojo pensando en una idea fugaz: «Este bro sin duda es muy egocéntrico, piensa que todo gira alrededor de él».

―Necesito eliminar la maldita foto de su galería.

―Adivinaré, ¿deseas que apoye un maléfico plan para robar el celular de Midoriya?

―No hace falta ser más claro contigo. Pero, puntualizando, solo lo tomaremos prestado por unos momentos.

Kirishima se le hacía muy sospechoso que desee armar toda una misión secreta solo por una dichosa foto.

―Bro, ¿acaso no lo quieres por otra cosa?―insinuó levantando una ceja.

―¿Qué mierda hablas? Ya te dije que me irrita pensar que tenga una foto mía.―Un ligero bochorno empezaba a sofocar a sus mejillas.

―¿Por qué no se lo dices?

―Ese imbécil puede verse bastante intimidado cuando me enfrento a él, pero el muy descarado no va a borrarla. Y no tengo otra manera de comprobarlo que encargándome yo mismo.

―Se ve que conoces bien a Midoriya-kun.

«Excusas, excusas... Ay, Bakubro», reafirmó en su mente.

―¡Hablas idioteces! ¿Me ayudarás o no?―protestó al mismo tiempo que sus manos destilaban sudor casi imperceptible. Pequeñas chispas explosivas comenzaban a producirse.

―¡Por supuesto! Entre bros nos ayudamos, ... aunque no quieras decir la verdadera razón por tu puro y duro orgullo varonil.―Esto último fue musitado sigilosamente por el pelirrojo, casi como la voz del subconsciente del rubio.

―Bien, ¿te parece si lo hablamos camino al salón?

―De acuerdo. Ahora salgo.

Bakugo se levantó del colchón y salió de la habitación de Eijiro.

¿Por qué hoy es tan especial?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora