Capítulo 24

18 3 0
                                    

Extrañaba caminar por el sendero de esta plaza. Cristina se encontraba shockeada por todo lo que le conté sobre lo que pasó ayer con Gilbert, noté que seguía poniéndose las medias de distintos colores, esta chica nunca va a cambiar.
- Wow... No.. Realmente no esperaba eso, para nada.
- Siento un peso menos de encima.
- ¡Para!. ¿Entendés que le cerraste el orto a Gilbert Davis?.
- ¿Ajá?...
- Estoy orgullosa de vos. - Elevó la comisura de sus labios, noté que estaba aguantándose los gritos.
- Gracias, yo también lo estoy.
- Cómo sea, hay que celebrarlo, yo invito al Mc Donald 's.
- No hace falta, tampoco es para tanto.
- Si lo es, acabas de echar de tu vida al chico que creías que era tu amor verdadero.
- No creía que era mi "amor verdadero". - Repetí con asco.
- Y los ojitos con los que los mirabas, ¿qué?.
- No quiero hablar de eso.
- Bien, ¿vamos o no?.
- Nah, iré a visitar a Adam, me dejarán verlo hoy.
- Bien, ¿otro día?.
- Ajá.
- Nos vemos entonces. - Abrió sus brazos y me cubrió entre ellos.
- Chau, tonta. - Correspondí el abrazo y ambos nos fuimos por caminos diferentes.

Al fin vieron a Adam lo suficientemente bien como para que vayamos a verlo, no puede hablar pero si escucharnos, o al menos eso dijo la doctora, él estaba despierto pero no podía forzarse al parecer.
Una vez que entré al hospital, me dirigí a la doctora, ya que no encontraba a mi madre por ningún lado.
- Hola, doctora. ¿Sabe dónde está mi mamá?.
- Si, fué un segundo al baño, pero mientras tanto podés pasar a verlo vos si querés.
- Bueno.
Cuándo entré, lo vi, la imágen de Adam con millones de cables a su alrededor me destrozó, pero no quería llorar, debo ser fuerte por él.

- Hola, peque. - Me senté en una de las sillas que se encontraban a un lado de la camilla. - No tenés idea de cuánto me alegro de que estés consciente en este momento.

Las lágrimas querían salir de mis ojos como cataratas mientras que sus preciosos ojos celestes me miraban con un destello que extrañaba ver.
- Quería pedirte perdón, no debí gritarte. Sé que no siempre soy el mejor hermano del mundo, a veces me comporto como un idiota y quisiera darte más de lo que mereces.
Arrastró su mano hasta la mía haciendo que me debilite, mis intentos de ser fuerte, se rompieron en ese mismo instante. - Lo siento tanto, es mí culpa que estés así.
Noté como intentó negar con la cabeza. Aunque lo intentaba, mis lágrimas no paraban de salir.
- Te prometo que cuándo salgamos de acá los dos, seré el mejor hermano del mundo, jugaremos siempre a lo que quieras y veremos las películas de terror que mamá no te deja a escondidas, lo prometo. Pero ahora debes tratar de ser fuerte, no pienso irme sin vos. - La fuerza que hacía intentando apretar mi mano, se fué debilitando. - Pudiste una vez, vas a poder otra, prometo que no vas a volver a pasar por esto, voy a estar en cada momento, siempre.
Dirigí mi mirada a la pantalla que marcaba el pulso de Adam, de la nada comenzó a acelerarse, los ojos del chico se pusieron en blanco y empezó a convulsionar, el pánico se fué apoderando de mí, la desesperación de no saber que hacer me mataba rápidamente.
- ¿¡Qué sucede!?, ¡Adam!. - Sostuve sus brazos y fijé mis ojos en los suyos, sus preciosos ojos que insistían en cerrarse. - ¡POR FAVOR QUE ALGUIEN ME AYUDE!, ADAM, POR DIOS NO ME DEJES... ¡¡ADAM!!.
Los enfermeros empezaron a entrar y me alejaron de él. Sentí como el miedo se apoderaba de cada parte de mi cuerpo, no paraba de temblar y gritar, mi cuerpo se debilitó, casi no podía mantenerme en pié.
Uno de los doctores intentó sacarme por la fuerza de la habitación, no quería dejarlo sólo, con mis últimas fuerzas comencé a gritar más fuerte y a tratar de zafarme de los brazos del hombre, pero me fué imposible. Más y más doctores entraban al cuarto mientras mi madre preguntaba a los gritos que estaba pasando, mi corazón se estaba quebrando poco a poco y mi garganta picaba de tanto gritar.
Mientras que la doctora intentaba alejar a mi madre del cuarto, empecé a sentir como mi presión bajaba, no sentía las fuerzas suficientes como para seguir gritando, el sentimiento de mi corazón hundiéndose y quebrándose no tiene explicación. Los mareos se hicieron presentes y mis piernas se debilitaron haciendo que yo caiga y golpee mi cabeza contra el suelo.
“- Voy a estar en cada momento, lo prometo.. ”

                                                                           ***

Al abrir mis ojos lo primero que noté fué la venda en mi cabeza, aún me dolía. ¿Todo fué un sueño?.
Cuando me levanté de la camilla, decidí salir al pasillo, se encontraba mi madre, así que me dirigí a ella.

- ¿Mamá?.. - Apoyé mi mano sobre su hombro y ella se dió vuelta, al notar mi presencia me abrazó con fuerza.
Sentía su corazón quebrándose mientras ella sólo lloraba sin parar, la doctora me miró y bajó su mirada.
- ¿Qué sucede?. - Mientras que la confusión se apoderaba de mí, empecé a mirar con desesperación hacia todos lados. Cuándo mi mirada se fijó en un cuarto del que salieron varios doctores con la mirada baja, mis ojos se fijaron en el cuerpo que se encontraba en la camilla con una manta blanca encima de él.
Miré con mis ojos llenos de lágrimas a la doctora, la cuál negó con la cabeza.
- Lo siento muchísimo, Marco.
Mi corazón se quebró en ese instante, la doctora seguía hablando pero yo no la escuchaba, mis piernas volvieron a debilitarse y negué varias veces con la cabeza.
- No... No, no, no, ¡¡NO!!, ¡No es cierto!.
- Lo siento mucho, querido.
- ¡No, él no está... Íbamos a salir juntos de acá!, ¡Él no pudo haberse ido!.
- Cariño.. - Mi madre me sujetó entre sus manos con la voz quebrada. - Y-ya no está...
Mi mirada se nubló, sentí que el mundo se me venía encima. Mientras los recuerdos pasaban por mi cabeza sin parar, veía como se llevaban el cuerpo de mi hermano.
- ¡¡NO!!, ¡DEJENLO EN PAZ!. ¡IREMOS A CASA JUNTOS!. - Me esforcé por empujar a los doctores para que se alejaran de Adam, mientras que mi madre sólo seguía llorando. - ¡Por favor despierta!... Abre los ojos.. por favor, peque. - Esperé hasta el último segundo con la esperanza de que él abriera sus bellísimos ojos celestes y que todo esto solo fuera un mal sueño o una mala broma, pero no fué así.
Sentí los brazos de mi madre aferrándose a mi cintura.
- Ya no va a sufrir más, cariño.
¿¡CÓMO DIABLOS PODÍA VERSE TAN TRANQUILA!? ¿¡ACASO SABÍA ALGO QUE YO NO!?.
- ¿¡VOS SABÍAS DE ESTO!?. - Con la voz rota pero firme, decidí enfrentarme a ella.
- Siempre existió la posibilidad de que...
- ¡NO ME VENGAS CON ESA MIERDA!, ¿¡LO SABÍAS!?.
- Lo siento.. - Su voz se rompió y mi furia se transformó en decepción.
- Yo le conté a tu madre, había una posibilidad de que se salve, no quería agobiarte pensando que tal vez él.. - La doctora sostuvo a mi madre en sus brazos mientras me miraba fijamente.
- ¿¡ACASO VES QUE SE SALVÓ!?.
- Tu madre no quería verte mal.
- ¡¡MI HERMANO ESTÁ MUERTO!!, ¡¡PASÉ SUS ÚLTIMOS SEGUNDOS DE VIDA CON ÉL Y NO LO SABÍA, MIENTRAS QUE USTEDES SE ADELANTARON A TODO!!.
- Marco..
- ¡¡NO!!. - Miré fijamente la cartera de mi madre en la que se encontraban las llaves del auto.
- ¡Marco, espera!.

Nada me importaba en ese momento, ni las multas, ni la licencia para conducir, nada. Sólo quería salir de ahí, huir. Tal vez sea un maldito cobarde, pero si seguía un minuto más ahí dentro, iba a acabar peor.

No sabía a dónde dirigirme, hasta que recordé el día donde todo comenzó, cuándo Lucas me llevó a ese lugar tan solitario. Mientras me dirigía al lugar, los recuerdos invaden mi mente.
- Te quiero, Marco. -  Sentí sus brazos apretando más mi cintura.
- Yo también, peque.
- Te quiero mucho, ¿lo sabías?. 
- Yo también.

Su linda y contagiosa sonrisa, sus preciosos ojos celestes, sus dibujos, sus risas, sus tonterías, sus comentarios, ya no estaban. Nunca más volveremos a ver películas de Disney juntos, no iba a volver a escucharlo reírse nunca más.

Con mis últimas fuerzas bajé del auto, tenía tantos sentimientos en un mismo cuerpo que era demasiado hasta para una sola persona.
- ¡¡MIERDA!!. - Me dejé caer sobre mis piernas y rompí en llanto una vez más, ya casi no me quedaban lágrimas para seguir llorando.
Desearía poder decir que es un sueño, que nada de esto está pasando en realidad, eran tantos sentimientos y recuerdos a la vez que no podía evitar colapsar, pero el recuerdo que más resaltaba, era el más doloroso.
Prometo que cuándo salgamos de acá juntos, seré el mejor hermano del mundo”.

Recuerdos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora