Su pálido y carnoso cuello con alguna gotas de sudor recorriéndolo por completo y deslizándose por el valle de sus senos. Muerdo mi labio cerrando mis ojos, no puedo sacarme esa imagen de mi cabeza y al estar sentado en el mismo lugar en donde esa escena se llevó a cabo no ayuda demasiado. Me levanto de golpe, estirando mis piernas tratando de relajar mi pelvis o tendré una nueva erección.
— ¡Ufff! — suelto el aire de mis pulmones, pasando mis manos por mi cara.
— ¿Que tienes tío? — pregunto Danielle mirándome atenta. — ¿Nos vamos a casa? — le sonrió negando, esos ojos esmeralda me recuerdan a los suyos. Maldita sea Dimitri, comprende de una vez que ella es ajena.
Mi celular suena anunciando una llamada entrante, es Damon, Amelia y el bebé están en casa y los niños pueden ir con ellos ahora. Camino a pasos lentos hasta la habitación de invitados y termino de empacar la ropa de los niños en sus mochilas. Daniel está perdido en su mundo de letras, ese niño adora leer.
— Hey campeón...— llamó su atención y este baja un poco el libro entre sus manos, solo dejando visible sus ojos.
— Hola tío...— sonríe, llevando uno de sus rizos rebeldes tras de su oreja. — ¿Necesitas algo? ¿Hay noticias de mamá y el bebé? — pregunta curioso cerrando su libro y prestandome su completa atención.
— Mamá y el bebé están en casa...— salto fuera de ella cama metiendo su libro en su mochila y tratando de ponerla sobre su espalda, pero está la estar pesada solo dejo caer su peso con el niño debajo. — Deja te ayudo campeón...— tomo su bolso y el de Danielle saliendo de ella habitación.
— Nos vamos princesa...— Danielle estuvo a nuestro lado lista en la entrada para salir del departamento.
Los niños se escuchaban realmente emocionados con la idea de reconocer a su nuevo hermanito, pero a pocas cuadras el silencio reino en el auto, se habían dormido. Al no ser vampiros completos aún poseen la característica de dormir. Me desvíe un poco de la ruta habitual, necesitaba mentalizarme, sabía que este golpe también sería duro.
Sentí mi garganta seca, inconscientemente conduje hasta una zona de bares y clubes nocturnos. Solté un poco el acelerador y lami mis labios resecos tentado a pisar el freno. La idea de beber algo me agradaba, pero debía recordar que llevaba a dos pequeños a su cargo y no debía ponerse de alcohol hasta las trancas. Apreté los dedos sobre el volante, deje caer nuevamente mi pie sobre el acelerador, dispuesto a marcharme, pero algo llamó mi atención. Justo en la entrada de un callejón en un área poco iluminada estaba una pareja bastante cerca, nada fuera de ello común, era de lo más normal observar parejas fuera de establecimientos como esos, pero al acortar me la distancia pudo reconocer a cierta chica de curvas turgentes, que ha sido objeto de sus fantasías sexuales en las últimas 24 horas. Frenó el auto en el acto y corrió hasta ella, estaba confundido, era la primera vez que le pasaba algo como eso, ni siquiera con Amelia se comportó de esa manera, talvez su consciente le estaba dando un salvavidas. Sonaba muy cruel, pero no podía sacarla de su mente y lo más probable era atracción sexual. Sin embargo podría funcionar para ellos, claro si ella también lo deseaba, aunque juzgando por lo sucedido en su departamento, ella también lo disfrutó.
No sangre hirvió de furia cuando el tipo se acercó peligrosamente hasta sus labios sin apartar sus sucias manos de sus caderas, pero lo que más me molestó fue la actitud de ella hacía el, la postura de su cuerpo era la de una mujer entregada a la seducción de ese idiota que no soy yo.
— ¿Quién eres tú? — pregunto el imbécil sin apartar sus manos de ella, apreté los puños evitando caerle a golpes. ¡¿Por qué demonios no alejas tus sucias manos de sus cuerpo?!
— Eso a ti no te importa...— no podía aparta mi vista de sus manos aferradas a sus caderas — Estoy aquí por ella...— señalé a cierta chica que me miraba atónita y con la boca un poco abierta.
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Dimitri ©
RandomCreí amar casi rozando la locura, pero la perdí. Trate de mantenerme a su lado pero solo causó que mi dolor fuera aún más grande. Y cuando creí que jamás podría volver a sentir amor por alguien más apareciste tu, con tu mirada inocente y tu dulce so...