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— ¡Me estas diciendo que no le preguntaste a la niña a donde iba y con quién! — Tomás estaba montando un completo show. Llegó muy tarde esa noche y al notar la ausencia de su hija preguntó por ella y no le gusto en lo absoluto lo que escucho, su esposa no había investigado suficiente antes de entregarle a su hija en bandeja de plata a quien sabe quien era el sujeto que vino hasta la puerta de su casa y se llevó a su bebé.

— Tomás por favor...— Rebeca frotaba sus sienes cansada, su esposo llevaba ya una hora con el mismo tema, parecía un disco rayado. — Tu hija es una mujer adulta con completa libertada de salir con quién le plazca...

— Pero...— añadió Tomás tratado de replicar, era muy celoso con su Ellen, no permitiría que cualquier don nadie le arrebate a su niña.

— ¡Pero nada Tomás! — su esposa ya estaba un poco harta de la pataleta — Además tu hija casi nunca sale y no le veo nada de malo que salga a convivir con otras personas, está en edad de conocer a alguien y formar una familia...

— ¡Eso es demasiado! — soltó Tomás furioso — ¡Es la única hija que me queda!

— ¡Tomás por Dios, no pretenderán que se case a los cincuenta años! — su esposo era de lo que ya no había.

— ¡Es demasiado pronto, a los ochenta suena sensato! — cometo rascando su barbilla.

— ¡Ni con tu hija pequeña fuiste tan estricto Tomás! — Tomás se tomó muy bien la relación de su hija menor y su embarazo, demasiado bien para ser sinceros.

— Eli estaba embarazada y demasiado encaprichada para alejarla de ese mequetrefe que eligió... — se sentó sobre la silla de la cocina y le dio un largo sorbo a su café, lo necesitaba para mantenerse despierto hasta que su hija llegará y poder decirle un par de cosas al osado que pretende robarse a su hija — Cariño...— tomo la mano de su esposa — amo a mis hijos y quiero lo mejor para ellos, pero mi Ellen es la luz de mis ojos, no podría soportar perderla otra vez. — su esposa tomo su mano entre las suyas.

— Lo sé Tomás...— le sonrió comprensiva — se cuán difícil es dejarla libre, pero debemos comprender que algún día dejará este hogar y formará el suyo...— Su esposo suspiro derrotado.

— Puedo construirle una casa junto a la nuestra y asunto resuelto....— su esposa rodó los ojos y gruñó frustrada.

Rebeca estaba lista para sermonear a su esposo, pero el ruido de un carro parqueandose en la entrada la detuvo, se levantó rápidamente corriendo hasta la entrada bloqueandole el paso a su marido, que traía su escopeta en la mano. Giro la llave en el cerrojo y oculto la llave en su bolsillo, cuando su esposo trato de abrir la puerta le fue imposible. Tomás maldijo en su mente, porque era demasiado recto para hacerlo en voz alta. Empezó a buscar la bendita llave por todos lados mientras su esposa echaba un vistazo al auto estacionado en  la puerta de su casa. Se puso de puntitas buscando ver mejor, el reflejo de la luz en la ventana no la dejaban fisgonear correctamente. La puerta del piloto se abrió dejando ver al apuesto chico que vino por su hija bajar del auto, lo observó con cuidado, caminó hasta la puerta del copiloto y ayudó a su hija a descender, pero lo que vio la obligó a cubrirse al boca con sus manos o chillaría cual colegiala. El apuesto chico estaba besando a su hija y ella se veía muy cómoda entre sus brazos.

— ¿Ya están en la puerta? — Tomás trato de asomarse a la ventana y su esposa lo alejó de inmediato. — ¿Que pasa mujer? Me vas a tirar...

— Deja de ser tan impactante, dejala que se despida de su acompañante...— decía Rebeca cubriendo la ventana con su cuerpo.

— ¡ Que se despida y un cuerno!

...

Sus manos no podían estar quietas a tientas coloco el cuerpo de Ellen entre el suyo y la puerta de la camioneta. La estatura de Ellen no ayudaba demasiado en esta situación, la motivo a colgarse de su cuello, la tomo por sus muslos y la sostuvo con una de sus manos, usando su pelvis para mantenerla en su sitio mientras sus labios saboreaban los contrarios. Sintió el fuerte agarre de los dedos de Ellen sobre sus cortos cabellos, causando un tirón en sus pantalones se estaba emocionando demasiado. Los suaves suspiros de la chica le estaban haciendo perder la cordura, tiro sin delicadeza de su labio inferior con sus dientes logrando que Ellen volviera a sus cinco sentidos.

Dimitri ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora