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— ¿Te sientes mejor? — pregunto Danielle, viendo a su hermano beber agua. Daniel había sufrido un ataque de pánico y solo hace unos segundos por fin pudo controlarse.  — No te preocupes, en cualquier momento, la tía Elle vendrá por nosotros...— trato de tranquilizarlo.

— Te-ngo miedo...— sollozo Daniel. — esos hombres le hicieron daño mamá y se llevarán a la tía Elle...— su hermana lo abrazo con fuerza.

— Ya tranquilo...— planeo su espalda, aguantando las ganas de llorar. Tenía que ser fuerte por sus hermanos, pero la angustia que sentía en su pequeño corazón era demasiada para una pequeña de tan sólo ocho años. Sintió como vibraban las paredes del lugar y corrió hasta su hermanito para cargarlo en brazos, lo colocaron entre sus cuerpos protegiéndolo.
Unos minutos más tarde Rómulo apareció derribado una de las paredes. Los niños corrieron hacia él aliviados.

— ¡Rómulo! — el aludido trastabilló cuando los pequeños se aferraron a sus piernas.

— Ho-la...— atinó a decir, estaba sorprendido. Los niños no eran muy afectuosos con él, hacia demasiado tiempo que no tenía contacto con niños — ¿Están bien? — Ellos asintieron aún sosteniendo a su hermanito pequeño entre los dos. — ¿Que tiene el pequeño? — se colocó en una rodilla y le echo un vistazo, aparentemente estaba dormido.

— Lo puse a dormir, no hubiéramos podido salir de ahí con él llorando todo el tiempo...— explicó Danielle entregándole a su hermano. — Podría despertarlo ahora, pero no creo que sea buena idea...— su mirada estaba atenta a la pacífica expresión de su hermanito, plácidamente dormido. Era un bebé muy bonito.

— Aún no estamos a salvo...— Rómulo cargo al bebé y se incorporó. — ¿Que tienes ahí, enano? — Daniel miró hacia dónde estaba fija la mirada de Rómulo, apartó un poco la tela de su pantalón dejando el vendaje de su pantorrilla visible.

— Huvo una exploración y un vidrio se me incrustó en la pierna...— Rómulo revisó su delgada pierna — Tía Elle lo vendo para mí...

— Bien...— desordenó el cabello de Daniel indicándole que todo estaba bien. — Vámonos, no es seguro aquí...no sabemos si aún hay más de esos tipos por el lugar...— camino hasta el gabinete cerca de la entrada por donde los niños habían ingresado y les dio una linterna a cada uno. — Las necesitaran...— les dijo caminando al enorme hueco que hizo en la pared para entrar al bunker. — caminaremos por unos veinte minutos atraves de este túnel, una vez fuera esperen mis instrucciones, no podemos confiar en nadie en estos momentos...

— Rómulo...— Danielle llamó su atención —  ¿Tía Elle estará bien? — lo vio negar suavemente.

— No lo sé...— la vio agachar su cabeza ocultando las lágrimas que corrían por sus mejillas — Hey, — coloco su mano libre en su hombro, no era bueno dando apoyo moral — escucha Danielle, Dimitri hará todo lo posible para rescatarla...

— N-o lo hará... — interrumpió Daniel — Lo vi cuando tía Elle me dio de su sangre...

— ¿Que viste Daniel? — pregunto Rómulo intrigado. Solo esperaba que esa mujer  loca no hiciera nada descabellado. Aunque con lo poco que la conocia, sabía que eso era  imposible.

— E-ella sabe que la quieren para atrapar a Tío Dimitri y está dispuesta a morir antes de que eso pase...— Rómulo golpeó la pared con su puño. Esto era un desastre.

— ¡Rápido, tenemos que salir de aquí! — los niños encendieron sus linternas. — ¡Hay que darnos prisa, antes de que este par se monten una novela trágica!¡Carajo ya estoy grandecito para esto!

...

Un batallón completo de hombres armados hasta los dientes estaban formados frente a él, esperando atentos sus instrucciones. Eso le recordaba a sus comienzos en las filas de las tropas de su padre, días fríos y crueles sin duda.

Dimitri ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora