Esa sensación dulce y placentera de devorar sus labios le fue arrebatada en un suspiro y en su lugar una bofetada le atravesó el rostro.
— ¡No me vuelvas a besar en tu puta vida, lunático! — escupió la chica y se marchó entre la multitud, dejándolo atónito.
—¡¿P-ero que demonios...?! — balbuceó y antes de acertar a decir algo más, se escabulló entre el bullicio tras su corderito.
Siguió sus pasos hasta una salida alterna del club nocturno que daba a un oscuro y sólido callejón. Camino decidido tras ella, no la perdería nuevamente, se aseguraría que fuera suya en esta vida y en las siguientes. Tres siglos era demasiado tiempo con el corazón muriendo de amor, aferrado a su hermoso recuerdo y soportando cada segundo sin ella. Se detuvo unos metros antes de salir del callejón, pues su corderito también lo hizo, olfateó su miedo en el aire. La vio mirar asustada a todos lados, buscando una salida, más allá varios sujetos eran parte del bullicio. No lo pensó, cubrió su boca con su mano evitando que gritara y chasqueó sus dedos frente a su rostro cargándola en brazos. Caminó a pasos ligeros hasta el estacionamiento de ese legumbre lugar y la subió al auto.
Todo era tan sub real, su olor dulzón y el suave silbido de su respirar, sintió ese nudo en el pecho. En verdad dolía el solo pensar que esto solo era un sueño, uno realmente cruel donde su Elle estaba nuevamente junto a él. Pero luego giraban un poco su rostro y podía verla ahí junto a él simplemente existiendo, dándole alivio a su eterno dolor. Acarició su sonrosada mejilla y algunas lágrimas se le escaparon, lágrimas de felicidad.
— No importa cuanto haya esperado por tí, mi amor...ahora estás aquí...— besó sus nudillos.
° ° °
— ¡¿Estás seguro que era ella?! — no podía salir de su asombro, si esto resultaba ser cierto empezaría a creer en la gracia divina.
— Lo vi con mis propios ojos, era Elle....— respondió igual de sorprendido. Casi se va de nalgas cuando vio a su jefe subir las escaleras con Elle en brazos, porque estaba seguro, aquella joven era Elle hasta su olor era el mismo. — Lauren...¿Es eso posible?
— Esperemos al jefecito...— contesto desplomándose en el sillón — él nos lo dirá...
— ¿Que tanto balbucean ustedes dos? — los dos giraron sorprendidos al escuchar la voz de la pequeña Meat ball. — ¿ Y bien? — pregunto nuevamente sentándose frente a ellos sonriendo como siempre lo hacía.
— Díselo tu...— concedió Rómulo, no se sentía capaz de hacerlo por su cuenta, eso sin duda era cosa de chicas a él le daba miedo la reacción de Sky, era algo feroz. — tú sueltaselo sin anestesia...
— ¿Y tú dices tener testículos? — puso los ojos en blanco al ver el nerviosismo plasmado en su cuerpo. — ¡Ni los ovarios fueron hechos para ti!
— ¿Que está pasando aquí, por qué se tiran la pelota de aquí a allá y no me dan una respuesta? — oh oh cruzó sus brazos, mala señal. — Estoy esperando....
— Tu padre trajo a una chica...— Sky entrecerró sus ojos esperando por más información. — y bueno...creemos...
— No hace falta más detalles...— Rómulo le cortó rollo. Todo lo que habían discutido eran solo especulaciones, no tenían ningún derecho a perturbar a Sky con sus sospechas. — Lauren salgamos de aquí...
— Ni un paso más...— pararon en seco ante la orden de Sky. — Yo voy con ustedes...— sonrió entrelazando sus brazos con los suyos — privacidad para papá...
— Creo que me estoy ablandando...— suspiró Rómulo avanzando con las dos féminas aferradas a sus brazos.
— Ya erás un blandengue cuando te conocí...— replicó Lauren colocando un mechón de cabello tras la oreja de Sky. — Andando, necesito algo de alcohol en el sistema, estar sobria me pone de mal humor...
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Dimitri ©
RandomCreí amar casi rozando la locura, pero la perdí. Trate de mantenerme a su lado pero solo causó que mi dolor fuera aún más grande. Y cuando creí que jamás podría volver a sentir amor por alguien más apareciste tu, con tu mirada inocente y tu dulce so...