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La lluvia había dejado lleno de charcos la acera, caminaba cuidadosamente para no pisar dentro de ellos por error. Mal día para usar bailarinas después de una tormenta tan fuerte como la de esa madrugada. Su celular sonó dentro de su bolso, lo busco con cierta cautela, intercambiando su atención entre la calle llena de charcos de agua y su bolso. Debía limpiar su bolso antes de salir de casa, tenía demasiadas cosas innecesarias. Tenía el bolso lleno de recibos y envoltorios de chucherías. De pronto sin darse cuenta su pie cayó dentro de un charco lleno de lodo maldijo entre dientes mientras se apresuraba a salir de ahí, cuándo al fin encontró el celular la llamada me ha sido cancelada. Se dispuso meterlo nuevamente en el bolso pero un mensaje de su amiga le informaba que está estaba esperando por ella. La escuela en la que trabajaba ella trabajaba quedaba a pocas cuadras, sacudiendo un poco su zapato mojado y sucio se apresuró en llegar al lugar. Una vez en el sitio sacó su celular y le escribió a su amiga ya que el ingreso a esa escuela era muy restringido y no podía entrar a menos que tuviera autorización para hacerlo y Alice al ser una solo una maestra que laboraba ahí, no contaba con esa libertad.Ella le había pedido que esperara por unos minutos, era la hora de la salida, varios padres y niños entraban y salían de la escuela.  Mientras merodeaba por el lugar y observaba el entorno, se percató de una escena un tanto peculiar a solo unos metros un niño pequeño con cabellera llena de unos hermosos rizos chocolate discutía con una mujer mayor.

— ¡ Déjeme no me toque! — decía en niño evitando que la mujer lo tomara del brazo.

— Ven conmigo mocoso...— decía la mujer intentando tomarlo del brazo nuevamente.

— ¡ Yo no la conozco de nada, aléjese! — ante esa frase Ellen se acercó hasta el niño sin dudarlo. — ¡No me toque señora! — la mujer furiosa yo al niño de sus cabellos, provocando que Ellen interviniera.

— ¡ Suelte al niño! — dijo con voz firme.

La mujer giro su cabeza lentamente dándole una mirada mordaz. Su cuerpo tembló un poco, debía admitir que no era muy usual de su parte intervenir en asuntos ajenos, pero aquella mujer estaba agrediendo al niño u eso no se podía tolerar.

— ¡Quédate fuera de esto gorda! — escupió — ¡No es asunto tuyo! — los ojitos llorosos del niño la miraron con súplica.

— Puede que no sea mi asunto, pero no le puedo consentir que lastime al niño. — le plantó cara y protegido al niño tras su cuerpo.

— ¡ Escúchame bien! — el rostro de furia de la mujer la empezaba a ponerla nerviosa. — ¡ Ese niño es mi nieto y me lo voy a llevar, así que haste a un lado maldita gorda metiche! — trato de apartarla, pero no logró moverla ni un solo centímetro.

— ¡ Ya le dije que no! — apartó la mano de la mujer con demasiada fuerza, causando que está diera un traspiés y perdiera un poco el equilibrio. — El niño dijo que no la conocía, así que aléjese...

— ¡ Maldita gorda! — se abalanzo contra ella, pero una voz aguda las detuvo.

—¿Ellen?...— perfecto, Alice le había salvado el cuello, en su mente ya se había hecho a la idea de salir con un ojo morado después de la discusión con aquella horrible mujer. — ¿Que está pasando? — pregunto finalmente al estar muy cerca, Alice tenía a una niña de pálida piel y ojos muy bonitos de la mano.

— ¡Daniel! — exclamo la pequeña soltando la mano de su maestra y corriendo hasta el niño de rizos que ya había empezado a llorar por la situación. — ¡¿Que pasó hermanito?! — preguntaba preocupada la pequeña mientras trataba de secar sus lágrimas con un pequeño pañuelo rosa.

— Daniel, Danielle vengan aquí pequeños...— pidió Alice, logrando que los dos niños se acercarán hasta ella. — ¿Que está pasando aquí Ellen?

Dimitri ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora