20. Levántate al son de los campanazos

3.1K 402 190
                                    

20. Levántate al son de los campanazos


—¿Cómo es eso de que vas a salir en una cita con Max? ¿Cuándo? ¿A dónde van a ir?

Miro a Lily que niega haber contado sobre mi aún no cita.

—Lily —gruño.

—Yo no fui, lo juro.

Regreso la mirada a mi hermano que tiene las manos sobre la mesa de la cafetería y no deja de fruncir la frente.

—Eso no te incumbe, metido.

—Tengo una misión que prometí a mamá y eso es cuidarte...

—¿De todos los hombres del mundo? —inquiero con enojo.

—... de cualquiera.

Su mano rodea el perímetro de mi pastel de chocolate y le doy un golpe en la palma para que se aleje. Se lo soba y vuelve a intentar el ataque.

—¿Quién te lo contó? —pregunto, sigo enfocada en alejar su mano de mi comida.

—Se lo escuché decir a Max a uno de los hermanos. Qué triste, ¿no? Mi pequeña hermana no es la que me dice.

Introduzco la cuchara en el pastel y me lo meto en la boca comiendo con lentitud frente a la cara de Vernon.

—¿Y por qué te iba a contar mis asuntos? ¿Ah? Quiero una razón válida, metido.

Vernon cruza los brazos, más enojado que antes, por no dejarle tocar mi pastel.

—Aceptaba un chantaje —dice señalando el postre.

—¿Chantaje para qué? —pregunto.

Me quita la cuchara y recoge lo que queda del pastel, casi lamiendo el plato de plástico.

—Para no ir hacia Max y decirle que no se meta contigo.

Le saco el dedo del medio.

—Hazlo y te haré lo mismo.

Suelta el plato y me mira con seriedad.

—Existen cosas peores que los vampiros y eso es un maldito corazón roto. —Ladea la cabeza—. No quiero que te rompan el corazón, ¿okey? Ese es mi deber de hermano mayor.

Y mi corazón se ablanda un poco. Lily hace un gemido de ternura llevando sus manos al pecho.

—Por más buena acción que sea, no quiero que te metas. Es lo que yo quiero hacer. Libertad.

Vernon voltea los ojos como yo suelo hacerlo aunque sonríe.

—Lo que sea. Me debes un pastel para la próxima. —Se despide poniendo los dedos en la frente, como un saludo militar—. Adiós, señoritas.

Lily suelta un suspiro de enamorada que solo me hace querer vomitar todo el chocolate que ingerí. No puedo creer que haya caído por esas palabras.

Mi hermano puede ser muy bueno en fingir ser cariñoso.

—¿Por qué no puedo tener un hombre así? —Su voz baja algunos decibeles—. Lo digo con mucha seriedad. ¿Por qué no puedo? ¿Por qué a todos los chicos que me gustan, no les gusto? ¿Es mi apariencia? ¿Digo algo malo? ¿Qué está mal conmigo?

Giro hacia ella, toda su aura divertida ha cambiado por un aire espeso de tristeza.

Es como las canciones de The Fray, tienes ganas de llorar cada vez que escuchas esas canciones.

El club antidisturbios ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora