37. Bienvenida al infierno, pequeña santa
Nunca había entendido la frase: ves pasar tu vida frente a tus ojos, hasta que vi que Wolfgang se ponía de rodillas, sujetaba su pecho y tosía sangre.
El forjador tiene una mirada penetrante, lista para acabar con el enemigo y vuelve a elevar el hacha para rematar contra el indefenso Wolfgang que respira con dificultad.
Suelto un grito extenuante que hace competencia contra el aullido que da la bestia.
Mis manos se elevan contra el forjador, lo empujo tan fuerte que cae de espaldas y suelta el hacha en el proceso.
No entiendo de dónde he sacado tanta fuerza para derribar esa pared de cemento, que es de lo que está hecho el forjador.
Camino hasta él, tomando el hacha en el proceso, pero el forjador se levanta deprisa y me da una patada en el estómago que me hace cosquillas.
Ni siquiera me hace retroceder.
Ladeo la cabeza hacia él y él responde con un ceño fruncido.
—¿Quién eres?
—Elena Izz.
Muevo el hacha en el aire buscando que se ajuste a su cabeza, pero esquiva el movimiento y saca un látigo que tiene en la cintura enrollado.
Es una versión mejorada de Indiana Jones.
La punta termina en un triángulo de metal con una luz azulada en el centro. Lo bate hacia un lado y el filo de metal corta el aire en un sonido indescriptible.
Sus ojos marrones, completamente humanos parecen preparados para la batalla.
Corto el aire con la afilada hacha y esta vez una pequeña abertura en su mejilla me indica que he acertado.
El látigo se encuentra con la piel de mi brazo y la abre como si fuera un bisturí rompiendo plástico.
Un ardiente dolor se extiende, pero no es lo suficiente fuerte para desconcentrarme.
Tengo demasiada rabia acumulada, aún escucho los sonidos moribundos a mi espalda y solo quiero terminar con el forjador para poder sacar a Wolfgang de este sitio.
Vernon aparece en mi campo de visión, pero no se detiene en mí y va hacia la parte trasera donde aún escucho a Wolfgang respirando trabajosamente.
Muevo el hacha hacia un lado y se encuentra con el piso blanquecino.
—¡Acaba con ella! —grita la mujer vampiro dueña de la bestia.
Miro sobre el hombro del forjador como Allium está hiriendo gravemente a la bestia, que a pesar de no tener ojos se guía con el olfato hacia donde la häxan vuela.
La bestia da un salto que lo impulso metros sobre el piso, Allium se sorprende de la velocidad con la que se mueve esa extraña mancha blanca, pero ataca lazando llamas que han cambiado de color a un verde intenso.
La bestia gime de dolor cuando le rozan en los brazos largos similares a las de un insecto palo y lo deja indispuesto en el suelo.
El látigo choca en mi rostro haciendo que uno de mis ojos vea en color rojo, paso la mano para quitarme el color que me dificulta ver con claridad.
Corro hacia el forjador, dejando de lado los juegos previos. El hacha pesa, pero lo manejo como si fuera un pedazo de tallo de árbol.
Doy una vuelta sobre mi misma, evitando el golpe del látigo y dirijo el hacha hacia la pierna más cercana.
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El club antidisturbios ✔
VampireNo puedes correr todo el tiempo. No puedes ocultarte muy seguido. No puedes evitar que las pesadillas se vuelvan realidad. Es simple, no puedes luchar contra lo inevitable: el fin. En la academia Riott existen secretos que han sido guardados dur...