19. Como el fuego, como un ángel
Estuve desaparecida más de cuatro horas.
¡Cómo pasa el tiempo cuando uno se divierte!
O cuando uno intenta sobrevivir de monstruos chupasangres.
—Fuiste demasiado valiente, yo me hubiese muerto de miedo en tu lugar. Y a pesar de que estoy feliz de que estés viva, estoy molesto por la sangre que estás derramando en mi camiseta favorita. —Wolfgang me carga en sus brazos porque mis piernas no responden.
—Te compraré una nueva.
—Olvida eso, no es importante. —Sonríe negando la cabeza—. Lo digo de todo corazón, ternurita, si yo hubiese sido tú, dudo que hubiese salido con vida de esa cueva maligna. —Entrecierro los ojos, sintiendo todo el dolor de golpe. Todo lo que pasé—. No, no, no. No te duermas, te lo prohíbo. ¡Mierda! ¡Mueve el culo Xander!
Wolfgang aumenta la velocidad de sus pasos casi tropezando por el sendero de hojas caídas, troncos secos y agua.
Apoyo la cabeza en su pecho, cansada y con demasiado sueño. Aunque estoy feliz de estar viva, estoy cansada por todo.
—Elena, abre tus pequeños y lindos ojos o seré yo el que muera y Xander también me mataría cuando te vea así.
Otros pasos se acercan y mi cuerpo cambia de brazos. Una puerta se abre y se cierra y me caliento en el interior de lo que sea en lo que esté.
—Elena, Elena. Abre los ojos, por favor. Abre los ojos.
—Espero que te haga caso a tí porque a mí no quiso —dice entusiasmado Wolfgang, solo que su voz suena tan fingida que puedes notar como oculta la preocupación.
Una mano mueve el cabello mojado que se pega en mi frente sudada. Entreabro los ojos hasta que un color dorado se queda en mi visión.
Una sonrisa torcida que luce preocupada me saluda.
—Hola tú —suelta aliviado—. Dime que estás bien aunque no lo estés. Miénteme.
—Tienes unos ojos horribles.
Se ríe con aspereza y me aprieta con más fuerza contra su pecho. Sus brazos están moldeando mi cuerpo como si fuera algo preciado.
—Al menos no perdió su sentido del humor —comenta Wolfgang tras el volante conduciendo por el bosque—. Todos sabemos que tienes unos ojos de ensueño Xander.
No dejo de ver los ojos dorados, y él no deja de tocar mi cabello, dándome caricias lentas y reconfortantes. El paisaje por la ventanilla cambia y los árboles desaparecen para dar paso al campus.
¿Estamos entrando por la puerta principal? Todos van a verme así y querrán explicaciones.
—Elena, abre los ojos. —Vuelvo a abrirlos, ni me había dado cuenta que los había cerrado—. Estamos cerca.
Solo que no puedo mantener los ojos más tiempo abiertos, me arden, me ruegan porque los cierre. Que los deje descansar.
Mi cuerpo es gelatina pura, cuando recién se mezcla el polvo con agua. Es como si hubiese hecho veinte horas seguidas de deporte. Casi ya no siento ni mi alma.
Y cuando abro los ojos lo primero que veo es una cabeza apoyada en la camilla donde estoy acostada.
Me acerco para identificar quién es, pero no debo hacerlo porque el olor a cítricos me invade y me relajo. Muevo la mano sana, pero no puedo porque Xander la sostiene entre las suyas.
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El club antidisturbios ✔
VampirosNo puedes correr todo el tiempo. No puedes ocultarte muy seguido. No puedes evitar que las pesadillas se vuelvan realidad. Es simple, no puedes luchar contra lo inevitable: el fin. En la academia Riott existen secretos que han sido guardados dur...