40. Los sabuesos del infierno conocen el final para ella. Y es uno muy triste
Riani me mira confundida y hasta un poco triste. No es que no quiera abrazarla, pero su solo toque me hace ponerme de rodillas de pura agonía.
¿Qué es lo que pasa?
—¿Le hice daño? —La vocecita tierna de mi hermana me hace sentirme mal.
Algo está mal conmigo, estoy defectuosa.
—Estoy bien Riani. Tengo una alergia y me tocaste sin querer.
—Lo siento Elena. —Hace un ademán de querer abrazarme, pero se detiene cuando recuerda que su toque me quema.
Vernon tiene la cabeza funcionando a mil porque sabe que hay un problema conmigo y su gesto de confusión hace que quiera arrancarme la piel para dejar de tener ese escozor.
—Llamaré a Allium. Debe saber algo sobre lo que te pasa.
Asiento la cabeza hacia mi hermano que ya está sacando su celular del bolsillo del pantalón.
Y solo puedo pensar en qué momento obtuvo el número de Allium.
—¿Niños? —El rostro de mamá luce preocupado cuando me ve en el piso y me levanto enseguida para… ¿abrazarla? ¿No hacer que se preocupe?—. ¿Por qué no avisan que venían? ¿No están en pleno semestre de clases?
Baja las escaleras usando su ropa habitual de enfermera.
Nos da una sonrisa cansada cuando se acerca para abrazarnos, pero doy pasos, retrocediendo.
Mamá ve mi movimiento frunciendo la frente, formando unas líneas de expresión que se han vuelto más profundas.
—Necesitamos hablar contigo, madre —digo la última palabra más duro de lo previsto—. A solas.
Vernon mira a Riani que parece no reconocernos. Y en parte tiene razón.
Ya no somos los mismos hermanos que tuvo cuando salimos de esta casa, ni cuando nos enteramos de los secretos que ocultaba mamá.
Papá debe estar postrado en cama, en su habitación del primer piso. Solo que él no es nuestro padre.
—Riani puedes entrar un momento —pide mamá en tono amable aunque suena a una orden.
Riani nos mira a los tres sin comprender lo que acontece y se da la vuelta subiendo las escaleras despacio hasta que se pierde en el interior de la casa.
—Ya lo saben.
Abro la boca, entumecida porque mamá haya dicho eso.
—¿Cómo pudiste…?
—Queremos que nos cuentes todo. Todo. —Vernon me corta.
Tiene razón, ¿de qué sirve ahora llorar por la leche derramada?
Mamá suspira, cansada, como suele hacerlo después de un turno demasiado largo.
—Pasen a la casa, es mejor hablar antes de que haga más frío.
El cielo se ha oscurecido precipitadamente hasta el punto de que el sol se está ocultando en el horizonte.
Mi estómago gruñe por el hambre y mamá me sonríe, pero no le devuelvo la sonrisa.
Aún no sé en qué punto del tire y afloje nos encontramos.
El que nos haya mentido durante tantos años solo me hace dudar de todo lo que sabe y qué otras cosas nos debe mentir.
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El club antidisturbios ✔
VampireNo puedes correr todo el tiempo. No puedes ocultarte muy seguido. No puedes evitar que las pesadillas se vuelvan realidad. Es simple, no puedes luchar contra lo inevitable: el fin. En la academia Riott existen secretos que han sido guardados dur...