38. Desearía tener un ángel, para sentir un amor verdadero
No entiendo el pacto tácito de no hablar que se ha creado en el ambiente, un ambiente denso, pesado y que cuesta respirar.
Insinúo que todos están muy cansados o alterados por la batalla que casi nos pudo haber matado, aunque Wolfgang sí murió.
El auto se detiene a las afueras del pueblo de Hollern, sin una gota de gasolina y todos aprovechan para salir huyendo.
La discusión entre Xander y Akseli, echando la culpa el uno al otro por no poner suficiente combustible, crea una normalidad de la que casi ya no me siento parte.
—¿Dejaré de ser yo mismo a partir de ahora?
El susurro se escucha tan fuerte como si Wolfgang hubiera hablado por un micrófono.
Me duele el pecho, la intensidad de una frase provoca que me carcome la cabeza. La culpabilidad no me dejará dormir por varias noches.
—Nunca vas a dejar de ser tú mismo.
—Ya no soy el mismo.
—Eso lo dudo. Eres Wolfgang Merck, el chico divertido, risueño y de asombrosos ojos que me dejan aturdida cada vez que los veo.
Suelta una risa baja que me hace sentir mejor. Es como miel sobre los panqueques a primera hora de la mañana cuando estás muerto de hambre.
Se mira el brazo donde está el tatuaje de unión que Allium hizo para que el sol no le afectara. Lo único que me disgusta es que esté unido a Akseli.
—Me gusta cómo hueles —susurra cerca de mi oreja.
Asiento mi cabeza sobre la suya que sigue descansando en mi hombro. No se ha despegado de mi lado.
—Pensé que estábamos hablando a decir las verdades y tenía que decirlo.
Sonrío mirando por la ventana como Allium gesticula con las manos hacia la carretera señalando el letrero de que hay un hotel a unos kilómetros lejos.
—¿En qué piensas? —susurro.
Wolfgang entrelaza su mano grande con la mía que descansa sobre mi pierna.
—Estaba decidiendo si lanzarme de un puente o no. —Su tono bromista me hace seguirle la corriente.
—¿Qué fue lo que decidiste?
—Que no lo haría, sino no tendrías a nadie que te hiciera la vida imposible.
Una chispa se enciende en sus ojos cuando me encara, no sé si es porque ha olvidado por un instante lo que es ahora o porque lo está aceptando.
Pero me encanta que vuelva a ser el de antes.
—¿Vas a morir?
Su pregunta me desconcierta y la sonrisa cae de mis labios.
—¿De qué hablas?
—Ahora soy inmortal y tú sólo eres humana y morirás y yo no. Y… no, no sé qué haría con eso.
Siento que estoy hablando con una versión infantil de Wolfgang.
Una llena de miedo, de preguntas que no tiene una respuesta correcta y tengo un temor intenso porque él conoce la respuesta a eso.
Paso mi mano por su mejilla, la dejo ahí y él ladea la cabeza dejando que mi toque lo envuelva. Una tierna caricia en vez de una respuesta.
La intensidad de la luz del sol cambia drásticamente cuando un rojo profundo se refleja en el rostro de Wolfgang.
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El club antidisturbios ✔
VampirosNo puedes correr todo el tiempo. No puedes ocultarte muy seguido. No puedes evitar que las pesadillas se vuelvan realidad. Es simple, no puedes luchar contra lo inevitable: el fin. En la academia Riott existen secretos que han sido guardados dur...