Ángelo.
Había olvidado lo que era pasar una noche divertida con un amigo, en el sentido de eliminar el alcohol y los clubes, solamente pasándola bien en casa.
Daphne es agradable, sabía que lo era, pero pasar tiempo con ella en la sala recreativa solo me hizo darme cuenta de cuan agradable resultaba estar en su compañía.
—Así que, ¿abogado? —inquiere mientras se acomoda en el sillón que hay en la sala. Lleva la mano hasta el recipiente con palomitas acarameladas que recién salían de la máquina.
—Sí, tuve un despacho jurídico en San Francisco, pero no resultó muy bien —admito.
—¿Por qué?
—Asuntos personales —me aclaro la garganta—. ¿Has pensado en donde quieres trabajar?
Ella suspira, niega levemente y aparta la mirada.
—Intenté encontrar trabajo antes de venir aquí, pero parece que nadie está dispuesto a contratar a una chica sin experiencia —murmura.
—¿Recién te gradúas? —la curiosidad me invade, el querer saber más de ella—. ¿Qué edad tienes?
—Me gradué hace un año, tengo veinticuatro años —responde—. ¿Y tú...?
—Veintisiete —respondo—. Cualquiera podría pensar que estudiaste algo relacionado con pedagogía, eres buena con los niños.
—Bueno, en realidad solo soy buena con tus sobrinas —admite—. Los niños en general parecen detestarme.
Le da un sorbo a la lata de soda y ríe ligeramente.
—Es un milagro que ellas no lo hagan.
—Bueno, podemos decir que estamos en el mismo sitio —admito—. Tampoco soy muy bueno con los niños, mi paciencia no da para tanto.
—Sí, eso me queda bastante claro.
Ambos reímos, adopto una postura más relajada y me apoyo contra el sillón.
—Lamento el mal rato que Isabela te hizo pasar —me disculpo—. Antoni me dijo lo que ocurrió.
Ella se encoge de hombros, en un gesto para restarle importancia.
—No importa, realmente me trae sin cuidado —admite—. Solo no iba a permitir que las llevara, ¿dijo para qué?
—Solamente para darles un paseo —resoplo—. Pero Isabela detesta a los niños por completo, odia lo que traen consigo, así que el hecho de que solo quiera "un paseo", no me lo creo en lo absoluto.
—Tal vez solo quería impresionarte —ella se encoje de hombros otra vez—. Ya sabes, llamar tu atención y esas cosas. Y creo que lo consiguió, ¿o no?
Sonrío levemente.
—Solo para dejarle claro que no la quiero cerca de mis sobrinas. Nuestra relación es una cosa, pero no creo que sea buena idea que se involucre con mis niñas.
Daphne me observa de una forma extraña.
—¿Qué?
—Dijiste "mis niñas" —dice con una sonrisa—. ¿Quién diría que el gran Ángelo Lombardi tiene un corazón? Parece que esa armadura no es tan fuerte después de todo.
—¿Qué puedo decirte? Se han ganado mi cariño. Creo que puedo permitirme quitar la armadura en algunas ocasiones.
—Deberías hacerlo más seguido, porque merece la pena —me mira de una forma sincera, como si entendiera exactamente de lo que habla—. Ellas valen la pena.
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Los desastres vienen de a tres. (SL #1)
RomanceSAGA LOMBARDI #1 Las historias están conectadas pero no es necesario leerlas en orden para entender. Ángelo Lombardi, frío, calculador, compulsivo del orden. Daphne Lennox, sarcástica, impulsiva, la palabra orden y Daphne han estado peleadas toda...