Ángelo.
El día de volver a San Francisco llegó y Jacob parecía no querer marcharse de casa.
—¿Volveré pronto? —me cuestiona cuando vamos camino al aeropuerto.
—Claro que sí, apenas tengas vacaciones —aseguro—. Te prometo que haré lo posible para que estés conmigo.
Asiente, aunque mis palabras no parecen convencerlo demasiado. Considero la posibilidad de preguntarle si desea quedarse conmigo, sabía que sería incapaz de luchar por él si Jacob en realidad no deseaba vivir en Italia.
—Jacob —el voltea cuando escucha su nombre—. ¿A ti te gustaría vivir conmigo?
Él parece pensárselo.
—¿Vivir para siempre? —inquiere y sonrío.
—Sí, es decir, pasar todo el año conmigo y viajar con tu madre en vacaciones, ¿eso te gustaría?
—Sí —dice y algo en mí se revuelve con furia—. Pero mamá se pondrá triste, no quiero que se ponga triste.
—Estoy seguro de que tu madre entenderá lo que tú quieres —afirmo—. Y yo también, sabes que quiero lo mejor para ti, ¿no es cierto?
Vuelve a asentir, acompañando el gesto con una pequeña sonrisa.
El resto del camino al aeropuerto él se mantiene entretenido con la tableta, y cuando llegamos, luego de hacer todo el trámite correspondiente, parece demasiado entusiasmado de subir de nuevo al avión privado.
Pasar dos semanas no fue tiempo suficiente, eso solo me haría echarlo de menos con más fuerza que antes, pero no podía arriesgarme a pasar un solo día más en Italia, y arriesgarme a tener una orden de arresto por secuestro.
Pese a las constantes peleas entre Jacob y Bella, mi sobrina pareció demasiado triste por la partida de Jacob, tanto que incluso le obsequió el juguete por el que tanto peleaban.
Hubiese sido un gesto adorable, si luego no hubiese venido a mi pidiéndome que le comprara otro.
Un vuelo de doce horas no es precisamente cómodo para un niño de cinco años, así que no me sorprende que Jacob esté prácticamente aburrido cuando vamos por la mitad.
La comida y los bocadillos parecen ser nuestros mejores amigos, y para cuando aterrizamos, él luce verdaderamente emocionado por ver a su madre.
—¡Cariño! —Renata sale de la casa apenas el auto estaciona. Jacob abre la puerta con prisa y corre hacia su madre.
Me tomo el tiempo para bajar, y luego sacar sus maletas del auto antes de acercarme.
—Ángelo —saluda con una leve sonrisa.
—Renata —le entrego las maletas, Jacob gira hacia mí y le sonrío.
Abro los brazos cuando se acerca, y lo cargo apartándome un poco.
—Voy a extrañarte —dice abrazándose a mi cuello—. ¿No puedes quedarte?
—Me encantaría, pero tengo que volver con tus primas —le recuerdo—. Pero te llamaré, y sabes que puedes llamarme cuando lo desees, siempre responderé.
Lo dejo de nuevo sobre la acera y me hace un ademán de adiós, al mismo tiempo que Russell aparece en la puerta.
Renata voltea, mirándolos por un segundo y solo cuando Jacob ingresa a la casa, vuelve a su postura retadora.
—Supe lo de tu nueva novia —dice—. Te habías tardado, pero ¿una niñera? ¿en serio?
—Un gusto verte, Renata —musito dándole la espalda.
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Los desastres vienen de a tres. (SL #1)
RomansaSAGA LOMBARDI #1 Las historias están conectadas pero no es necesario leerlas en orden para entender. Ángelo Lombardi, frío, calculador, compulsivo del orden. Daphne Lennox, sarcástica, impulsiva, la palabra orden y Daphne han estado peleadas toda...