Ángelo.
—¿Esta niñera si sobrevivió a los tres desastres? —inquiere Franco con curiosidad.
Había pasado una semana desde que Daphne llegó a la casa. Y sorprendentemente, las tres niñas parecen adorarla. Sobre todo, Antonella.
—Parece ser que le va mejor que a las anteriores —expreso—. Se lleva bien con Antonella, y Bella parece acoplarse mejor a ella. Así que creo que puede ser la definitiva.
—Es bueno saber eso, porque de lo contrario estarías en problemas —bromea—. Y no quiero quedarme sin mi mejor amigo.
—Oh, vamos, no te pongas sentimental —objeto, pero con una sonrisa en los labios—. ¿Arreglaste el pago de este mes?
—Con suerte, tal vez podremos apelar —dice con seguridad—. Y librarte de esa obligación.
—Es lo que más deseo —me incorporo de la silla, acomodándome el saco mientras observo la hora en el reloj—. Anto debe de estar por salir del colegio.
—¿Y eso qué?
—Tengo que asegurarme de que Daphne esté ahí para recogerla —informo—. No quiero que vuelva a escaparse.
—Oh, vamos. Está en la edad —Franco se deja caer con descuido sobre el sillón—. No vas a decirme que a tu edad eras un adolescente ejemplar.
—No fingiré que fui un santo, pero no me escapaba toda la noche, al menos tenía la decencia de volver.
Se suponía que el contacto con Daphne era solo para lo necesario, pero lo cierto es que, por alguna razón, yo quería mantenerme al tanto de todo lo que pasaba con las niñas.
Daphne responde que se encuentra justo en la entrada, y algunos minutos después, envía una foto junto con Antonella. Solo en ese momento me permito guardar el celular.
—Y decías que no las querías contigo.
Resoplo con molestia.
—Es complicado. Pero creo que está resultando mejor de lo que esperé. Tenerlas en casa es un desastre, pero puedo con ello. Es mucho mejor que separarlas. Lucca no me lo hubiese perdonado.
—En eso coincidimos. ¿Cómo lo llevas?
Sé a lo que se refiere, me lo pienso por un momento antes de responderle.
—Lo mejor que puedo. Lo echo de menos, pero está pasando. A veces creo que fue buena idea que se mudara tan lejos, porque el no tener contacto con él, sirvió.
—Eso no quiere decir que no te duela, está bien admitirlo, Ángelo. Nadie va a juzgar porque sufras por la muerte de tu hermano.
No respondo, fijo la atención en las carpetas que están frente a mí, pero eso no impide que mis pensamientos se centren en Lucca.
—Ángelo sé qué crees que demostrar sentimientos por alguien es sinónimo de debilidad, pero tu hermano murió y no has hecho nada más que trabajar y trabajar.
—Es lo que debo hacer. Tengo unos casinos que dirigir.
—Sabes que no, sabes que te duele que Lucca esté muerto, así como cuando ocurrió...
—No te atrevas —advierto mirándolo—. Ese tema no está permitido.
—Ángelo...
—Como llevo mis duelos no es tu problema, Franco. Que las hijas de Lucca estén ahora conmigo no hace ninguna diferencia, seguiré siendo el mismo Ángelo que decidí ser cuando volví a Italia. Y nunca más voy a dejar de serlo.
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Los desastres vienen de a tres. (SL #1)
RomanceSAGA LOMBARDI #1 Las historias están conectadas pero no es necesario leerlas en orden para entender. Ángelo Lombardi, frío, calculador, compulsivo del orden. Daphne Lennox, sarcástica, impulsiva, la palabra orden y Daphne han estado peleadas toda...