32.- última batalla.

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Ángelo.

—¿Sabes que le dirás? —inquiere Daphne mientras el auto aparca justo en la entrada de la casa de Renata.

Había pasado las doce horas de vuelo pensando en lo mismo, ¿Cómo le diría la verdad a Jacob? ¿Cómo podría mirarlo a los ojos y decirle que no era mi hijo?

Lo eres.

Una voz en mi cabeza me lo repite constantemente, repite que he sido su padre desde el momento en el que lo sostuve en mis brazos. No he hecho las mejores cosas, no me he comportado como tal, pero Jacob es mi hijo.

Él también es mi familia.

—No le diré —musito mirando la casa—. No a él.

—¿Entonces...?

—Hablaré con Russell —Daphne parece desconcertada—. Nunca he hecho nada fuera de la ley, y tal vez la extorsión sea lo suficientemente grave para enviarme a la cárcel, pero...

—Ángelo...

—Tengo documentos con su firma y la firma de sus padres —murmuro—. Documentos en blanco, Daph. Una sola cifra imposible de pagar, caería en embargo, podría recuperar mi despacho, podría ir él a la cárcel, pero lo único que quiero, es convencerlo de solicitar una prueba de paternidad ante el juez, sin intervenciones de Renata. De ese modo, podré comprobar que Jacob no es mi hijo, y el proceso de explicarle a él será mucho más sencillo.

—¿Harás algo ilegal? —inquiere con incredulidad.

—No precisamente, siempre he sabido que desea proclamarse como el padre de Jacob, él no lo llama de ese modo, siempre se refiere a él por su nombre, y sé que en el fondo esto le molesta tanto como a mí.

Ella permanece en silencio.

—Si todo sale bien, entonces cuando la prueba se realice, y se demuestre que no es mi hijo, los demandaré por daño moral y perjuicios premeditados —en mi cabeza era un plan excelente—. Si gano, entonces se anularían todas las acusaciones en mi contra, podré recuperar a mis sobrinas y tal vez solicitar la custodia de Jacob, me ha visto como su padre así que para un juez no será tan extraño que lo solicite.

—Parece un buen plan —susurra Daphne—. Pero, ¿y si no acepta?

—Si no acepta entonces le llegarán los documentos con una cifra millonaria, y seguiremos todo el proceso, pero de la forma desagradable.

Ella cierra los ojos, se apoya contra el respaldo del asiento y niega.

—Ángelo esto es...

—Es la única manera —susurro—. Si no lo hago así, es imposible que ellos acepten.

—Pero Russell parece estar de acuerdo con eso, ¿no has pensado que tal vez fue el quien convenció a Renata de hacer todo eso?

—Russel podrá ser muchas cosas, pero sus padres son importantes para él. Y quiero pensar que Jacob también.

Extiendo la mano hasta tomar la carpeta negra, con los documentos que Franco había llenado la noche anterior, un extenso documento con una cuantiosa deuda con los casinos "Maximous".

—Si nada de esto resulta, entonces solo me quedará confiar con que el juez no encuentre nada en su investigación, y me permita tener a mis niñas de vuelta.

Abro la puerta del auto, Daphne baja conmigo y sé por la expresión que tiene en el rostro, que esto no es de su agrado.

—Estaré esperándote aquí —dice y asiento.

Tomo una inhalación antes de atreverme a caminar hacia la entrada, de la casa y tocar el timbre.

Afianzo el agarre en la carpeta que sostengo debajo de mi brazo y aguardo, la puerta se abre y la chica del servicio aparece.

Los desastres vienen de a tres. (SL #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora