Mire el teléfono que Demian me había dejado en forma de agradecimiento cuando le ayude en las minas, marcaba las ocho de la noche.
Me encontraba sentada en la ventana del cuarto cual tenía un sofá pequeño y cómodo, mi cabeza reposaba en el vidrio en el cual empezaba a caer pequeñas gotas de agua, nos encontrábamos en el mes de octubre.
Habíamos dejado a Xiaoqui cerca de donde tomaría el bus que la conduciría a su casa. Ahora me encontraba tan sola como siempre, sentí mis ojos humedecerse y la tristeza me encargo como huracán sin fin.
Llore por un rato, pensando que a tan corta edad y mi entorno era un desastre, mi vida manejada por otros y ya no tenía que hacer, mucho menos que decir mi situación era caótica. Limpie mis lágrimas levantandome para ir a la ducha a pesar de que había aire industrial he tenido la costumbre de bañarme siempre antes de dormir.
Tres horas después.
Escuchaba el repicar del teléfono al otro lado, no había tenido comunicación en la última semana con Demian sus negocios lo absorben.
En la televisión no había nada, ya casi era de madrugada y no tenía nada de sueño sabía que Jimmy había entregado la guardia.
- Alo!- se escuchó en un susurro la vos de mi madre llena de tristeza.
Trate de no llorar, necesitaba ser fuerte.- Mamá!!
-Hija Dios!- exclamó y ambos sollozos incrementaron.
Después de veinte años estar a su lado, ambas apoyándonos incondicionalmente, mamá era mi salvavidas, mi andar, mi fuerza y la voluntad de salir adelante. Por eso había tomado la iniciativa de irme a trabajar a las minas, para ayudarlos y no pesar tanto.
Mi padre era mi hombre, el primer hombre que he amado y apesar que el es tan tétrico, no dejaba de llenar mi corazón.
Después de habernos desahogado, hablé.- Perdón mamá yo no quería lastimarlo, en ningún momento quise hacerlo sufrir.
- Hija siempre será mi hija así seas la peor persona o la mejor persona, no habrá límites de amor hacia ti. Porque eres la luz de nuestras vidas- suspiro mientras se oí tomar agua.- Sea lo que halla pasado no me importa para nada. Solo importa que tú estás bien y el resto se puede podrir- agrego firme.
Sabía que el tío Nicolas le había explicado saltando alguna que otras cosas y sin embargo no dejaba de apoyarme siempre que lo necesitaba.
- No saben cuánto los extraño jamás quise irme de su lado pero, era lo mejor!- caminé hacia la ventana y la lluvia vía cesado.
- Has dejado un vacío en nuestras vidas Alaia pero, el saber que estás lejos dónde nadie te puede lastimar es mejor mil veces- hubo un silencio prolongado.- Lo volvería aceptar mil veces más sin rechinar.
- Papá y la niña cómo está?pregunté con una sonrisa que ella no podía ver.
- Tu papá más energúmeno pero, bien y la niña bueno cada días más tremenda- indico soltando una carcajada.
Y allí pasamos una hora más hablando de todo y recordando momentos felices como la familia que fuimos.
Reímos.
Volvimos a llorar.
Y el clima se dispersó, llevando consigo el sabor amargo de los días anteriores, llevando consigo la tristeza que de alguna u otra manera me abrazaba.- Bueno mamá estaremos hablando te quiero mucho.
Mamá suspiro tratando de no llorar podía sentir su respiración agitanda a cada segundo.- Dios te Bendiga Hija.
Mire el teléfono en mi mano hasta que la llamada se cortó. Llamaría mas seguido y ese sería mi refugio. Sonreí al pensar en ellos y el saber que se encontraban bien, más que la desición de haberme ido en un momento me tormentoso tanto pero, que ahora la aceptaba porque hacia los estaba protegiendo.
ESTÁS LEYENDO
Alaia: El Demonio Ruso
Losowe(#Primer Libro de una Duologia.) Un hombre con un pasado tormentoso, lleno de secretos y maldad. Una mujer con un presente tranquilo. Que pasa cuando una noche ambos se cruzan por hazares de la vida? O quizás solo son una pieza más en el tablero? Al...