Prólogo

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Voy bajando las escaleras a toda velocidad, al llegar a planta baja me dirijo donde dejo mi bicicleta le quito la cadena y me voy lo más rápido que puedo porque una vez más llego tarde al trabajo.
Soy moza en la cafetería que está frente a la universidad donde estudio, es la ventaja porque termina mi jornada laboral y solo cruzo la calle y ya estoy en la universidad, me faltan dos semestres para terminar de estudiar.
Estoy esperando el semáforo cuando suena el celular, atiendo desde el mano libre.
-Macareno, buenos días. -Es Fede mi primo que hace muchos años vive fuera del país.
-¿Llegando tarde otra vez InMaca?
-Si, me quedé hasta tarde estudiando.
-A ti te extirparon la puntualidad en el parto, tu madre debería demandar por mala praxis al obstetra.
-Dejemos la puntualidad a los ingleses. -Digo cuando comienzo avanzar una vez que dió luz verde el semáforo.
-No es malo llegar a horario a un lugar y más si se trata del trabajo.
-Pues mala noticia mi querido primo, soy así y así me quieres.
-No me queda de otra.
-Dime, ¿a qué debo tu llamada?
-Me decidí, haré la especialidad de oncología, antes de que me arrepienta envié la solicitud a la clínica Oeste.
-¿Quieres decir que regresarás?
-Si me aceptan, si, regresaré.
-Ay Macareno no juegues conmigo.
-No lo hago.
-Fede es muy emocionante que regrese, y obviamente te vienes a vivir conmigo.
-¿A tu desorden?
-Todos los sábados limpió y ordenó.
-El que un día limpies no justifica seis de desorden. Pero bueno eso lo podemos solucionar.
-Todo con tal que tú te vengas a vivir conmigo. Mira debo cortar ya he llegado.
-Más tarde te vuelvo a llamar.
-Besos.
Al entrar a la cafetería por la parte de atrás, luego de dejar la bici encadenada, entro a la cocina saludo a mis compañeros.
Tomo los elementos de limpieza para comenzar mi día laboral, con la misma mirada recriminadora del encargado.
Lo primero que hago es limpiar todo el frente, vereda y vidrios luego adentro, cuando no hay pedido y hay muchos clientes ayudo a preparar las bandejas o a llevarlas según la urgencia.
Los días más ajetreado son los lunes y viernes, los primero porque necesitan mucha cafeína para soportar las clases del lunes y los viernes porque el cuerpo lo sabe y se juntan para organizar los planes de finde.
Estoy terminando con la limpieza de afuera cuando se acerca Cecilia.
-Sofi, necesito que me cubras en el restaurante.
-Ceci tengo clases.
-Lo sé, pero será media hora no más que eso.
-Esta bien pero háblalo con el encargado.
-Resulta que si no voy o no envío alguien me despide y necesito ambos trabajo. Por fi, hoy por mi...
-Mañana por ti, pasado mañana también y la semana que viene y el mes...
-Entendí que te debo muchos favores.
-Media hora, sabes que estoy cursando las últimas materias antes de la tesis y es un semestre complicado.
-Lo sé, por eso me voy ya para que me dé tiempo hacerle los estudios a mi mamá si así se lo indica el médico.
-Dale mi saludo a tu mamá.
-Así lo haré.
Ella habló con Damián, el encargado, es tan bueno que le dió permiso de inmediato.
Me lavé las manos y tomé su lugar para atender las mesas.
Una vez que me puse el delantal negro, entran dos hombres, no son clientes frecuentes, aquí vienen docentes o estudiantes, solo los ingresantes son los desconocidos, se sientan uno frente al otro, uno es castaño claro y el otro castaño oscuro ambos son muy guapos, se sentaron en la mesa cerca de la puerta, el primero le entrega unos papeles al otro, al llegar a la mesa, y como siempre saludo y me presento.
-Buenos días, soy Sof...
-Ahorremonos el discursito y trae dos café. -Dice el morocho, sin levantar la vista de los papeles que tiene en sus manos.
Así que prepotente el guapo, pues no sabe quién soy yo.
Voy a la cocina y digo.
-Dos café. -Tomás, de inmediato, pone sobre la mesada una bandeja con dos tazas y las llena con café, me la entrega y dice.
-Aqui lo tienes linda.
-Gracias.
Con la bandeja en mano me acerco a Damián que es quien cobra y le digo.
-La cuenta de dos café. -El me entrega el ticket, con ciertas sospechas, sabe que algo me traigo entre mano, pero no me dice nada.
Me acerco a la mesa con los cafés y la cuenta, dejo los primeros como corresponde, mientras digo.
-Aqui tienen los cafés y la cuenta.
-¿Y esto? -Dice el maleducado.
-Ahorremonos el tiempo. -El castaño claro se rió pero el otro no le causó gracia.
-Aqui tienes. -Deja el valor de los cafés. -Y tu propina. -Dice dejando el doble.
Tomo el dinero que paga los cafés, y lo guardo en el bolsillo del delantal y el otro lo dejo en la mesa y digo.
-Eso no compensa el mal trato, úselo para ahorrarlo e invertirlo en una buena educación. Que tenga un lindo día. -Me fuí a entregar el dinero a Damián, este pregunta.
-¿Todo bien?
-Si solo que no quieren ser interrumpidos y por eso les llevé la cuenta junto con los cafés.
-Una excelente idea.
-Gracias.

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