Capítulo 15!*

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Capítulo censurado/incompleto.


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Capítulo 15


Los problemas con Shaka comenzaron una noche en la que iba a quedarme en su templo. Llegué justo cuando había salido de bañarse. Él se vestía en su cuarto y lo esperé sentado en la sala. Paseaba la mirada por los objetos dorados cuando, sin haberlo buscado, vi la puerta del dormitorio abierta. En el espejo se reflejó la espalda desnuda de Shaka y aún húmeda con varios mechones pegados en la piel.

Me tiré sobre el respaldo del sillón, abochornado. La noche en que aclaramos nuestros sentimientos lo había visto en un estado similar. Sin embargo, a medida que avanzaron los días las ansias por sentir su piel fueron en aumento. Varias veces intenté espiarlo, pero con cada intento fallido me decía a mí mismo que estaba mal, que no debía hacerlo al no tener su permiso.

Esperé ansioso. Cuando Shaka reapareció me pidió que lo peinara, cosa que hice con mucho gusto; me ayudó a tranquilizarme. Él no decía nada, aprovechó el momento para meditar. Cada tanto me inclinaba a verle la cara. Los labios se le curvaban, se ensanchaban, y crecía en mí el deseo por besarlo.

—Hacelo —dijo de repente.

—¿Qué?

Tiró la cabeza hacia atrás, luego abrió los ojos donde me vi reflejado. El corazón me bombeó enloquecido, la sangre me hizo cosquillas por todo el cuerpo. No fui consciente de mis movimientos hasta que estuve a milímetros de sus labios color durazno. Su calor extendido con rapidez por todo mi ser me estremeció. Jugueteó con mis orejas, sus caricias a los costados del cuello me hicieron reír en medio del beso.

Shaka se sentó a mi lado y no dejamos de besarnos. Le toqué el pecho sobre la ropa, él paseó los dedos por mis hombros. Nuestro aliento se mezclaba en la danza de labios y lenguas. Pasó los brazos alrededor de mi cuello para pegarme más a él. Llevé una mano a su rodilla, lo acaricié hasta la mitad del muslo; subió la pierna para dejarla sobre la mía. Poco a poco empezamos a deslizarnos en el respaldo del sillón y quedé cada vez más inclinado sobre su cuerpo.

Mis dedos alcanzaron la espalda de Shaka; él respiraba agitado cada vez que me apartaba de su boca. La cara me ardía. Mi mano húmeda por sus mechones de oro bajaron hasta el glúteo. Apenas lo rocé Shaka me agarró de la muñeca.

—Mu, esperá.

—¿Qué?

—No... No me siento cómodo con esto.

Me aparté de él, nos sentamos derechos. Shaka se acomodaba el pelo mientras yo me frotaba la muñeca; su agarre había sido bastante fuerte.

—Perdón —le dije—. Me olvidé que no te gusta que te toquen así.

—No es que no me guste —respondió sin darme la cara—. Solamente... es raro.

Me refregué el cuello. No estaba seguro de cómo tratar ese tema. Quería avanzar más con Shaka, amarlo de una forma aún desconocida para mí, pero me daba miedo que lo encontrara desagradable. Además, no tenía idea de qué hacer para que ambos disfrutáramos.

—Perdón —dijo a la vez que me agarró la mano—. No quería ofenderte.

—¿Qué? No me ofendiste —le sonreí—. En realidad, me deja más tranquilo que lo hayas dicho... teniendo en cuenta lo que ya pasó.

—Lo que ya pasó... —repitió.

—Tal vez sea muy pronto para... ser más íntimos —dije.

Shaka bajó aún más la cara, completamente roja. Se veía tan adorable. Le apreté la mano.

Una cicatriz dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora