Capítulo 10!

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Hola a quien lea esto.

No tardé demasiado con la actualización, ¿o sí?

Muchas gracias por sus votos y comentarios en el capítulo pasado. Nunca creí que les fuera a gustar tanto y les causara todas esas emociones.

El de hoy es más tranquilo justamente por esa razón. Aunque hay un par de revelaciones que quizás les tome por sorpresa... Bah, eso espero XD

Lo revisé quinientas mil veces, pero no me estuve sintiendo bien estos días, así que se me pudo haber pasado algún error.


En las notas finales voy a dar más detalles sobre cosas XD


Disclaimer: Saint Seiya y sus personajes son propiedad de Masami Kurumada. Todo lo escrito e imágenes que aquí publique son de mi autoría con el propósito de entretener sin recibir ninguna remuneración económica.

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Capítulo 10


Dos días después pude volver a las prácticas de reparación. Shion no estaba muy seguro, pero lo convencí. Dudé cuando se me complicó mantenerme consciente por toda la sangre que había perdido. Por primera vez pude permanecer en pie hasta que el Patriarca dijo que había sido suficiente. Me vendó la muñeca y ayudó a llegar a la cama.

—Vas mejor —dijo—. Todavía no es suficiente, pero fue un avance.

Pensar que me acercaba cada vez más a mi objetivo me animaba mucho a continuar con el estudio, las prácticas y algún otro entretenimiento. Shion estaba bastante preocupado por mi entusiasmo, así que no me dejó volver al dormitorio de los aprendices y permanecí en la sala del Patriarca por varios días. De vez en cuando me permitía bajar, entonces aprovechaba para ver a mis compañeros.

Una tarde fui emocionado a enseñarles algo que había hecho, pero ya estaban jugando a las escondidas cerca de los dormitorios. En el camino había visto a Milo y Aioria, quienes me pidieron que no dijera dónde estaban; como era el turno de Camus de buscar supuse que no iba a tardar demasiado.

—¡El que no se escondió se embroma! —avisó cuando terminó de contar.

Shaka estaba sentado a la sombra de un árbol que apenas tenía hojas. Les daba la espalda al resto, señal de que no era parte del juego. Me entretuve un rato viendo al futuro santo de Acuario buscar a los demás, muy cerca de donde se habían escondido. Luego fui casi en puntas de pie a hacerle compañía a mi amigo de Virgo.

Tenía los ojos cerrados y las manos en el mudra karana. Volteé un momento: Camus había encontrado a Deathmask y Milo. Entonces me senté al lado de Shaka en silencio. Las hebras doradas se mecían con la brisa. Una mariposa se posó en la mano levantada de mi amigo; movió las alas tres veces antes de retomar el vuelo. Shaka separó los labios por ese movimiento tan sutil.

Entonces decidí hablarle:

—Hola.

Él se sobresaltó. Parecía desorientado, pero no tardó mucho en reconocer mi ubicación y adoptar una pose serena.

—Ho-... Hola.

—¿Por qué no estás jugando con los demás?

Apretó las yemas de los dedos entre sí.

—No... No tenía ganas.

—¿Y no te aburrís acá solo?

Movió la cabeza de lado a lado. Me dio la impresión de que estaba nervioso y no pregunté más. Suspiré. Tiré la cabeza hacia atrás; el sol se metía entre las hojas escasas. Volví a ver a mis espaldas. A Deathmask y Milo se le habían sumado Shura, Aphrodite y Aioros.

Una cicatriz dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora