Capítulo 16!*

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Capítulo censurado/incompleto.

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Capítulo 16

Abrí los ojos. Me costó acostumbrarme a la luz del sol que entraba por la ventana. Aún sentado, di media vuelta: Kiki lanzaba golpes de puño al aire. No se había agotado ni siquiera después de haberlo dejado ayudarme a limpiar la pagoda de arriba abajo.

Me levanté sacudiéndome la ropa. Caminé hasta mi pupilo y lo agarré de la mano para acomodarle el puño.

—No la aflojes —le dije—. A ver ahora.

Señalé mi estómago. Él enseguida entendió la orden y golpeó con todas sus fuerzas. Todavía era muy chico, pero me entusiasmaba el potencial que tenía.

—Estás mejorando —comenté y él sonrió.

—¿Podemos practicar con las piedas, cheñor Mu?

—¿No tenés sueño? Ya es hora de la siesta.

—¡No tengo chueño! ¡Todavía puedo practicar!

De no haber sido por su energía, quizás me habría quedado encerrado en la torre todo el día.

Le puse el abrigo a Kiki para después yo hacer lo mismo. Salimos, buscamos piedras de distintos tamaños y las desparramamos por el suelo. Kiki se sentó, así comencé la explicación. Con movimientos de manos le mostré cómo levantar las piedras y desplazarlas a distancia. Él me imitó con una muy pequeña a la que solo consiguió hacer temblar.

—Kiki, quiero que dejes esa piedrita sobre esta otra.

Arrugó la frente, totalmente concentrado. Aunque fue un poco inestable consiguió despegar la piedra del suelo. Con sus manos la guio hasta dejarla donde le había pedido.

—¡Muy bien!

—¡Chi! —Empezó a corretear alrededor de mí para después abrazarme— ¡Lo hiche, cheñor Mu, lo hiche!

—Y cada día lo vas a hacer mejor.

Le acaricié el pelo, lo que hizo que sonriera. Sus cachetes y nariz sonrosados sumados a los ojos enormes me parecieron la ternura más grande del mundo. Lo tomé de los costados, luego lo lancé al aire mientras reía y finalmente lo bajé despacio hasta atraparlo entre los brazos.

Cuando dejé a Kiki en el suelo llegó a mí una sensación que no percibía en años; era una mezcla de calor, esperanza y terror. Detrás de la cortina de niebla que ocultaba el puente se distinguió una figura. El retumbar de mis palpitaciones se concentró a los costados del cuello. Kiki se abrazó a mi pierna e intenté ocultarlo con mi abrigo.

Con cada paso que daba aquella figura pensaba en alguna posible defensa. No tenía tiempo de esconderme, ni siquiera sabía si me daría la oportunidad de llamar a mi armadura. El sol pegó de lleno en la suya y me encegueció un instante. Tuve miedo de que él aprovechara para lanzar un ataque. Mi instinto fue proteger a Kiki con mi propio cuerpo, luego esperar. Pero lo que recibí me sorprendió:

—Mu de Aries.

Su voz sonó distinta, más madura aunque no tanto como la de un adulto; lo normal para catorce años. No tenía la necesidad de escucharlo otra vez, ni voltearme a verlo para saber de quién se trataba. Aun así lo hice: Shaka de Virgo estaba parado a metros de distancia. Alto y con cara más delgada, portaba galante la armadura dorada de su constelación.

Pasaron segundos en los que el viento se dedicó a hacer ondear su pelo y capa sin que él reaccionara. Me erguí despacio, atento de que no intentara nada. Kiki volvió a aferrarse a mi pierna. Noté que había llamado la atención de Shaka a pesar de tener los ojos cerrados.

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⏰ Última actualización: Apr 10 ⏰

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Una cicatriz dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora