Hwaxin fue a la oficina con su cabello recién teñido. Abrió sin tocar y este ni siquiera la vio para saber que era la Serafini.
—Supongo que, como puedes espiar a todos también me espías a mi—dijo él levantando la cabeza para mirarla.
En frente del escritorio, Hwaxin vaciló. No tenía caso mentirle.
—Si—confesó. —Solo a veces, hay momentos en lo que no quiero ni siquiera escucharte...
—Con un si bastaba—dijo mientras tomaba un par de billetes y los ponía en el escritorio. Vio a Hwaxin la cual estaba confundida. —Necesito que vayas por un servisio, ¿ubicas la rosa blanca? ¿A Nina Zenik?
—Si, la reconozco. Es miembro de los despojos, pero no nos conocemos personalmente—dijo.
—Toma—le dijo dándole los billetes, Hwaxin los tomó. —Ve por un cambio de imagen.
La chica confundida frunce el ceño, guardo los billetes.
—¿Te molesta mi descendencia Shu?—le pregunto algo indignada, aunque lo suponía, siempre se esforzaba en cambiar su apariencia.
—Será temporal, vas a salir...
Hwaxin abrió los ojos mucho, sorprendida. Nunca la dejaba salir. Las únicas veces en las que veía el exterior era por la ventana y sus cuervos.
—Quiero que espies a todas las bandas criminales de Ketterdam, todas y cada una de ellas—explico.
Despues entendió, el trato de Van Eck.—¿Quieres que investigue si tienes competencia? Que desconfiado, ¿crees que no eres la primera opción?—se burló y este negó.
—Aprendo de mis errores—claro que se refería a la invocados del sol. —Vete rápido, las primeros momentos son esenciales.
—Despues vengo—le dice caminando a la puerta.
—Ponte el sombrero, Brigga...
Pekka casi la hacía salir con máscara, pero tenía un sombrero con velo negro que le cubría la cara, lo que era más cómodo.
Pudo irse directamente a la rosa blanca, pero aprovecho ese pequeño momento para pasar por el camino largo, fue directo al quinto puerto para admirar un poco el mar y los básicos mercaderes que llegaban. Todo era igual, gris y de clima helado, le gustaba ese frío.No se quedó mucho y giro por el tapón hasta llegar a Stave Occidental. En donde estaba la Rosa Blanca. Pidió directamente el servicio de Nina, al parecer tuvo suerte, porque la hicieron pasar de inmediato.
Era un lugar hermoso, hubiese deseado ponerle más atención, pero el olor de las rosas la hacía querer vomitar.
Al entrar la recibió una chica voluptuosa con kefta roja, era imposible que fuera real, imitación. Lo sabía porque ella uso una vez uno, picaba mucho, no sabía cómo ella lo soportaba.
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𝐏𝐑𝐈𝐂𝐄 | Kaz Brekker ½✔
Fanfiction✑El viaje para huir siempre es más largo que el de regreso a casa. Los Serafini nunca han sido personas para nadie, pueden ser dioses o cuerpos mercantes, pero sólo sirven para un propósito; hacerte rico. Entre más cerca de la extincion sea el anima...