𝕮𝖆𝖕. 7 |𝕮𝖑𝖆𝖛𝖊

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Después de su declaración no tenia caso conservar la reputación Serafini

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Después de su declaración no tenia caso conservar la reputación Serafini. Ya no había mas en el mundo a los cuales pudieran sacrificar... o cazar. Sonrió sínica, fingiendo, actuando como si realmente fuera un honor para ella. 

— Mi sangre no será usada para algo tan inútil— anuncio sonriéndole a la reina. —No voy a permitir que ni una gota de mi sangre toque a ese mugroso fresno. 

— ¿Cómo te atrevés?— pregunto la reina ofendida. 

— La corona pago mucho por ti...

— Los dioses no se compran— siguió ella. — Y no hay nada que puedan ofrecerme para que cambie de opinión. No los bendigo, los maldigo... los maldigo a todos y el próximo que se atreva a tocarme se le pudrirá la mano.

Brum recuperándose, la reina consternada y muchos Drüskelle queriendo su cabeza, fueron a llevala a prisión. Al parecer seria vecina de Pekka, reconocieron el tatuaje, claro estaba. 

Cargos: ofender a medio país.

Esta caminando por el pasillo con cuatro Drüskelle muy enojados y veía por medio del cuervo que había dejado afuera buscando una salida. Una salida segura para salir de las prisiones ella y un acompañante.
¿Porqué ahí? Bueno, se encargaría de que Pekka saliera de ese hoyo con ella, aunque con el muerto su deuda quedaría congelada para el próximo jefe que tuviera, además, si el va a morir será por su mano y no por otro. Necesitaba hacerle la vida imposible un poco mas. 

Subieron hasta el tercer piso. Ahí las celdas solo tenían una pequeña ventana en donde se les podía ver a los presos. Daba asco y hacia frio. Por un momento pensó en retractarse, pero se desvaneció por el calor de una imagen en su cabeza. Ella degollada boca abajo mientras veía su sangre escurrir por su cara hasta la tierra al rededor de fresno sagrado. Siguió caminando mientras una sonrisa se le escapa, si Kaz hubiese estado ahí seguramente habría creado una distracción para poder escapar, pero ella no era Kaz, era Hwaxin, la chica que siempre se metía en problemas.

Disipo sus pensamientos y vio su celda mientras la abrían. Los Drüskelle no le dirigieron la mirada, ni siquiera una palabra. Hwaxin se comenzó a reír, no era una risa escandalosa, pero le hacia mucha gracia la relaciona de recuerdos que tenia. En las trincheras, los Grisha tampoco le hablaban, ninguno de los miembros del segundo ejercito le daban una mirada al ganado que eran los Serafini. 

Espero un poco y después de que el pasillo quedara en completo silencio, decidió actuar. Si quería llegar a las celdas de los hombres, necesitaba correr. Tener un cuervo afuera le facilitaba las cosas, podía ver donde estaba todo y seguir su plan. En eso solo una campanada. aprovecho el ruido para apurarse sin importar el silencio de sus movimientos y por fin abrió la puerta. Aliviada, sale del lugar, se asegura de que nadie este en los pasillos para salir caminando. 

Vio su vestido perla que se había ensuciado de la falda por lo mugrosa que estaba la celda. Odiaba vestir de blanco.

Siguió caminando y bajo las escaleras a una velocidad considerable. Tenia que llegar con Pekka lo mas pronto posible. Paso por los incineradores y después el primer piso de celdas. Agradeció a lo divino que no se encontrara con nadie en el camino. Subió las escaleras hasta el ultimo piso, a ella la pusieron allí solo por ofender a la reina y maldecir a los Drüskelle. Seria muy fácil encontrarlo si seguía esa lógica. 

Reviso todas las celdas, algunos estaban enconados y otros parecían que estaban muertos. ¿Cuánto tiempo tenían ahí? era muy poco predecible saber, pero en definitiva no eran Pekka Rollins, iba a rendirse hasta que por suerte encontró a alguien no tan mal. 

Abrió la puerta con una llave de hueso y le sonrió burlona.

— Pekka Rollins— le dice recargándose en el marco de la puerta y una mano en la puerta evitando que se abriera completamente. — Te sienta bien la prisión. Debería de dejarte aquí. 

— Deja de burlarte— le advierte algo enojado. 

— ¿Qué me vas a hacer? ¿Despedirme?— contesta riéndose de él. — ¿Te recuerdo quien es la que abrió esta puerta? Tu abre cerraduras no fue, claro esta, porque él esta empalado en la entrada...— le dice apuntando al lugar donde asumía que estaba empalado. 

— Esta bien, tu ganas. Sacame de aquí. Hay que ir por Yul-Bayur.

— ¿Cuál ir por el científico?— le dice impidiendo que pase la puerta. — Esta misión fracaso, tu perdiste. ¿Sabés para que me querían? querían drenarme la sangre y regar un árbol, tu equipo esta muerto y no me voy a quedar mas en este horrible lugar, porque los Fjerdanos nos quieren muertos... a los dos, tal vez mas a mi. Solo dejare que cruzas esta puerta para irnos a casa... ¿Qué dice, jefe?

Volteo en seguida en cuanto escucho ruido al final del pasillo, pero quedo petrificada al ver a la persona dueña de la silueta. Kaz Brekker estaba ahí en frente de ella y escucho que le decía jefe a Pekka Rollins. Morir justo en ese momento sonaba a una idea maravillosa.

𝐏𝐑𝐈𝐂𝐄 | Kaz Brekker ½✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora