𝕮𝖆𝖕. 13 |𝕮𝖔𝖓𝖉𝖊𝖓𝖆𝖉𝖆

501 57 2
                                    

Los inferni insendiaban sus chozas, los mortificadores detenían a los que se atrevían a hacerles frente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los inferni insendiaban sus chozas, los mortificadores detenían a los que se atrevían a hacerles frente.
Qing Brigga tomó a su pequeña hija corrían para atravesar el río

—¿Porqué el Oscuro sólo persigue a nuestro grupo Mamá?—le pregunta Hwaxin tratando de mantener el paso de su madre por la nieve.

Ella lo contesto, solo seguía corriendo. La pequeña Hwaxin se tropieza y eso es el detonante de Qing para cargarla y seguir corriendo.

—Mamá contesta—le pide Hwaxin viendo como los Grisha inferni los seguía mientras les gritaban que se detuvieran.

—Cierra los ojos hija— le pide Qing agitada. Se sumergió en la agua helada con su hija en brazos.

El frío les calaba en los huesos y sus cuerpos temblaban tratando de conseguir algo de calor.

Cada paso de la mayor daba el agua les llegaba más alto, tenían miedo pero les daba más miedo que el Oscuro las atrabara.

—Tengo frío—susurro Hwaxin sumiemdo si cabeza en el cabello húmedo de su mamá buscando su calor que no existía.

—Lo sé, resiste ya casi lle-

—¿Mamá?

Qing se detuvo. Hwaxin levanta la mirada y ve a un mortificador haciendo signos con sus manos, él era el que estaba deteniendo a su mamá.

—¡Déjanos en paz!— le grito Hwaxin en su idioma.

Su madre, reisistiendose gira para ver al mortificador.
En eso... Un hombre con kefta negra llegó en su caballo con mirada disgustada.

El mortificador dejó el corazón de Qing en paz por orden del Oscuro.

—Qing, regresa por favor—este iba a adentrarse al río pero Qing hace un signo en su mano que lo detiene. Hwaxin se asustó al ver la expresión de dolor que tenía el Oscuro. —Qing...

—Nuestros cuerpos no le pertenecen a los Grisha—dijo caminando de espaldas tratando de que Hwaxin no se le resbalara de su mano.

—Te voy a encontrar, y vas a lamentar habértela llevado— dice el Oscuro con tono amenazante.

Qing da un mal paso y resbala por las rocas lisas. Ambas caen escuchando al Oscuro gritar.

—¡Mamá!

—¡Hwaxin respira despacio, nada a la orilla!—grita su madre lejos de ella.

Las narices le ardían y no podía mantener la mente concentrada en nadar, solo quería respirar.

A la orilla, ve a la orilla, encuentra la orilla se repetía en su mente.

—¡Mamá!—Gritaba apenas su cara salía del agua y volvía a entrar.

—¡No te desesperes, nada a la orilla te estoy esperando!—respondía su madre.

La orilla, ve a la orilla concéntrate seguía hasta que tocó una rama y de ahí pudo sacar su cuerpo de la helada agua.

Escupió mucha agua y comenzó a tocer. Cuando por fin sintió que sus pulmones habían sacado toda el agua tomó un bocado de aire que le lastimaba en el pecho y la nariz, pero era mejor que sentir el agua entrando a su cuerpo.

Le dolía la cabeza y con la mirada busco a los otros. ¿Había alucinado? ¿Que le estaba haciendo la Jurda parem a su cabeza?

No tenía fuerzas para levantarse, se quedó ahí un poco. Creía que había enterrado ese recuerdo en lo más profundo de su mente, ahora, después de salir de la corte de hielo lo recordaba tan bien... La prueba Grisha que los obligaron a hacerse, todas esas prácticas en las trincheras.

Levantó la mirada para ver lo lejana que estaba la corte de ella. Finalmente se puso de pie. Su piel emanaba vapor, tenía fiebre.

Camino por la orilla buscando a los demás. Nina estaba algo desorientada, Kuwei tocia agua y Matthias arrastraba a un Kaz inconsciente lejos del agua.
¿Era la Jurda o realmente estaba Kaz inconsciente?

Hwaxin corre sin pensarlo demaciado escuchando a Nina decir algo de lo cual no le puso atención. Matthias comenzó a presionar su pecho tratando de que volviera a respirar.

—Debería dejarte morir—murmura Matthias.

—No lo dejes por favor—le pide Hwaxin con sus ojos brillosos.

Matthias solo le dedica una mirada, Nina lo detiene y busca su pulso poniendo sus dos dedos en su cuello.

—Ahí está, pero está desvaneciendo, ayúdenme a abrirle la camisa—pidió Nina.

Hwaxin sin ser consciente de su fuerza rasga el uniforme Drüskelle dejando libre el pecho de Kaz. Nina pone su mano en su pecho y la otra en la nariz.

Hwaxin todavía estaba mareada pero no se movería de su lugar hasta ver a Kaz despierto. Estaba tan quiero, tan frío que se soltó a llorar ahí mismo.

— ¿Los Serafini lloran?—le pregunta Kuwei a Hwaxin viéndola con sus ojos rojos.

Kuwei iba a tocar las lágrimas de Hwaxin pero está no lo deja golpeandole la mano.
En eso, Kaz comienza a sacar agua de sus pulmones.

—¡Estas vivo!—dije Hwaxin viéndolo. No se atrevía a acercarse después de las amenazas que le propinó a Nina y a Matthias.

—Estas en shock, demjin—dijo Matthias. —, casi te ahogas. Debiste ahogarte.

Kaz rocío otra vez y su cuerpo se estremeció. —Ahogado—repitió.

Vio al frente observando a Hwaxin que estaba al lado de Kuwei.

— Lo lograron—dijo Hwaxin sintiendo lentamente.

—Djel realiza milagros— dijo Kaz frotándose el pecho.

—No mereces milagros—dijo Matthias con el ceño fruncido. —profanaste el fresno sagrado...

Hwaxin torció los ojos fastidiada tratando de mantenerse en equilibrio.
Kaz se puso de pie tambaleandose lentamente dando un suspiro tembloroso.

—Era sólo un símbolo, Helvar. Si tu Dios es tan delicado, deberías buscarte uno nuevo, larguemonos de aquí—dijo Kaz.

—¿Los Serafini tienen dioses?—le pregunto Kuwei a Hwaxin.

— ¿Desde cuando estas tan interesado en estudiarme?—le pregunta tratando de sonar indiferente.

— Desde que vi tus ojos, tienes las pupilas dilatadas, y tu piel... Tienes fiebre—Estaba por tomarla de la mano y esta se aleja rápido de él. —¿Que tomaste?

—Tu veneno—le responde sin más caminando.

— La Jurda parem es para Grisha.

— Ahora sabes lo que le pasa a los Serafini— contesta. —Material de estudio, Kuwei...

—¿En qué idioma hablan?—les pregunta Nina.

Hwaxin levanta la mirada algo asustada, ¿estaban hablando en Serafini sin darse cuenta? Kuwei fue lo bastante inteligente como para aprender su idioma tan complejo.

— ¿Como aprendiste?—le pregunta Hwaxin en el idioma.

— Hace varios años, pensé que no querrías que ellos supieran lo que te está pasando—dijo apuntando a los despojos.

— Pensante bien... ¿Que crees que me pase?—le pregunto.

—Generalmente es adictiva, pero por tu fisiología es improbable lo que te vaya a pasar...

—Esperemos que algo no tan malo.

𝐏𝐑𝐈𝐂𝐄 | Kaz Brekker ½✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora