𝕮𝖆𝖕 3. |𝖁𝖊𝖓𝖙𝖆

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Aunque había evitado decir muchas cosas, sabía que sólo era el comienzo

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Aunque había evitado decir muchas cosas, sabía que sólo era el comienzo. Los despojos encabezados por Kaz iban a irse de Ketterdam en un barco llamado Ferolind, lo que no le dijo era que había un señuelo.

Partirian en dos días.

—Buen—le hizo una señar a Doughty y este se fue, no supo para qué. —Te iras de Ketterdam esta misma noche—dijo él repasando algunos papeles.

—¿Que?

—Fjerda, mandó hace unos días una carta, supo que tengo una Serafini y ofreció un pago razonable por ella—le explico.

—Ni siquiera tienes mi certificado de propiedad—dijo ella.

—No, pero ellos tampoco saben eso—respondió.

—Sabrán qué es falso.

—No es la primera vez que estafo a alguien—le dijo sacando una pildora traslúcida blanca.

—¿Qué es eso?—pregunto aceptandola. Pekka se la dio.

—Es Jurda Parem—le dijo, los ojos de Hwaxin pasaron de la pildora a él. —Comprimida.

—Es para Grisha—dijo haciendo un gesto. —¿Qué te hace pensár que me va a funcionar en mi?

—Hay que averiguarlo, y si no funciona, usa el plan c—le dice.

—¿Cual es el plan B?

—Tu eres el plan b—le dice apuntandola y a la pildora.

—¿Y el c?

—El ave gigante.

—No usaré el Ave Serafini para secuestrar a alguien—le dice.

—Tranquila, iras tu primero pero yo te seguiré, solo necesito tener una ventaja. Yo soy el plan a—dice sin pena. —Pontelo en la boca cuando estés por entrar, no se disuelve vas a tener que morderlo y tragartelo para que libere la droga.

—Dijiste que era extremadamente adictivo—le dice algo preocupada.

—Adictivo en Grisha, no para ti.

—Tu no sabes eso, podría hasta morir—dice poniendo la pildora en el escritorio.

—Si ganoe se dinero, podria dejarte ir, ¿sabes?—le dice tomando la pildora. —Con ese dinero, pagarías el contrato y alguien para que te quite la marca de los Leones moneda. Serias libre, pero sólo si tengo a Yul-Bayur.

—Mientes. Siempre mientes.

—Si tengo todo ese dinero, para que te necesitaría—dijo dándole una carpeta con un sello rojo, era idéntico a su certificado de pertenencia real. —no te pongas tan arreglada, igual seras prisionera.

Hwaxin tomó el certificado de manera brusca, Doughty llegó para escoltarla al barco que la llevaría a Fjerda.

Una semana en el mar, se iba a volver loca.

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No era la sensación más agradable estar en un barco sola, pudo saltar al agua muchas veces. Que iba a hacer Pekka si Hwaxin decidía terminar con su vida. No la estaba viendo, sólo necesitaría dividirse en cuervos, y ahora que son normales nunca la encontraría.

Tal vez una parte de ella quería ir a la Corte de Hielo y esperar, tal vez no le mentía y si ganaba ese dinero ella podría ser libre, realmente libre. Quería irse de Ketterdam, de Kerch, se iría, lejos de Ravka, Shu han, Fjerda. Viviría en un lugar tan alejado, que se olvidarian que un día los Serafini existieron.

A un lugar donde nadie supiera que es una Serafini y la tratarán como una persona normal, común en todos los sentidos. Sentarse en el campo y olvidar  cómo usar su pequeña ciencia ya que no la necesitaría en absoluto.

Suños de niña tonta, aunque la vista le recordó cuando iba Kerch. La metieron en una caja y la dejaban salir de noche a estirarse. En ese tiempo no sabía usar su pequeña ciencia y tampoco fuerza de voluntad, lo único que conocía era: no puedes hacer nada sin un amo.

Antes de llegar al puerto, le recogieron el cabello y le pusieron un saco a la cabeza. Habia muchos soldados Fjerdanos, podía escucharlos decir cosas en su idioma. Pero lo entendía, sólo algunas partes, como cuando decía la Serafini, no entendia porque tanta protección para una sola persona.

Era de noche y la llevaron a un carruaje grande con cuatro soldados Fjerdanos más.

—¿En qué idioma te hablamos, Serafini?—le pregunto uno. Ella se confundió al escucharlo hablar en Kerch, estaba confundida por lo amable que le hablaron y la formalidad.

Eran respetuosos, en ningún momento fueron bruscos o la trataron de mala manera.

—En Kerch esta bien, ¿pueden quitarme esto de la cara, por favor?—pidió y estos la obedecieron. Eran muy encantadores si ignorabas lo intimidades que se veían. —¿Porqué tan amables?—pregunto riendo nerviosa.

—Creo debería de esperar para cuando lleguemos, señorita Serafini—dijo él que tenía a un lado. Esta sonrió y estaba nerviosa por lo que estaba pasando.

Era raro que la tratarán tan... Bien

𝐏𝐑𝐈𝐂𝐄 | Kaz Brekker ½✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora