𝕮𝖆𝖕. 8|𝕾𝖎𝖓 𝖙𝖎𝖊𝖒𝖕𝖔

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Kaz se aproxima hasta el lugar donde ambos estaban, Hwaxin sólo se quedó completamente inmóvil viendo a Kaz empujar a Pekka de nuevo a la celda y cerrando la puerta

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Kaz se aproxima hasta el lugar donde ambos estaban, Hwaxin sólo se quedó completamente inmóvil viendo a Kaz empujar a Pekka de nuevo a la celda y cerrando la puerta.

Se puso en frente de ella y Hwaxin dejó de respirar, esperando su reacción.

—¿Me lo vas a explicar, o tendré que sacárselo a él a golpes?—resonó su voz en su cabeza. —¡Habla!

Dio un salto por escucharlo gritar. Su mirada perdida por fin desperto, viendo a Kaz me ropa de prisión, sin guantes ni bastón. Soltó el aire que tenía en la garganta y trata de hacer que sus manos paren de temblar.

—No puedo explicarte ahora—le dice mientras su voz se quiebra, pero tiene que clamarse. —Se que puede que estés enojado.

—¡Enojado!—volvió a gritar. —Ese día, en el esquife. Te vi desaparecer...

—¡Es que no tengo tiempo para explicarte nada ahora!

—¿Tienes el itinerario lleno!

—¡Tu tampoco tienes tiempo, mirate!—le dijo indicando a su ropa. Este aprovecho de que descubrió sus manos para tomar su muñeca derecha.

Descubrió la muñeca y Hwaxin tapó la marca de los Leones moneda con su mano. Él la ve desafiante.

—Perfecto—la jalo al final del pasillo, lejos de la celda de Pekka. —Vas a explicarme todo ahora—le dijo, y no era una petición era una orden.

—Es una historia larga—contestó desviando su mirada.

—Has un resumen, y que sea rápido. Tu misma lo dijiste, el tiempo va corriendo—dijo él.

Tomo un bocado de aire y trató de relajar los hombros. Nunca había visto a Kaz tan alterado. Pero tenía que intentarlo, lo más corto que pudiera.

—Los Serafini se atraen. Mis cuervos siguieron el rato, fue involuntario. Hasta Ketterdam, ahí estaban los dos...

—En el palacio de Hierro.

—Cuando un Serafini está herido o enfermo, los demás son atraídos por el Serafini más fuerte. Hay muy poco, de hecho creo que soy la última—confesó. —El palacio explotó, ¿te llegó el rumor?

Kaz asintió. Aunque parecía que estaba comenzando a calmarse, todavía estaba muy hostil.

—Pekka lo hizo pedasos. Varios murieron, vendieron a uno de mis hermanos a Shu Han y él me reclamo a mi.

—¿Y te dejaste? ¿En serio?—pregunto con un tono terrible que la hirió. —¿Acaso sufres de amnesia? ¿La explosión te dejó tonta?

—No me hables así.

—¿Se te olvido ya lo que te hizo?—le pregunto sin dejarla huir. —¿Porqué se de ti hasta ahora?

—Me mantuvo en una habitación del palacio esmeralda encadenada...

—Como si no supieras abrir cerraduras, Hwaxin...—le reclama. —Esa no es excusa.

Lo sabía, era lo mismo que le dijo Pekka en su oficina.

—¿Y que iba a hacer después, eh? Me hizo firmar un contrato millonario y me marcó después de la explosión durante mi recuperación— confesó descubriéndose el tatuaje de los Leones moneda. —¿Iba a ser bienvenida con esto en mi piel?

Kaz veía la marca algo impactado, parecía que dudaba de lo que respondería. Realmente no habría sido bienvenida con esa marca.

Trago saliva y pasó su mano por su cara. Sin una palabra en su boca.

—¿No vas a decirme nada más?

—Fuiste tu—soltó. —La que le dijo a Pekka que veníamos.

—De hecho no fui yo—confesó. —Si quieres saber preguntale a él. Dile que me rompiste una pierna o algo.

Kaz no dijo nada más y fue al pasillo a dond estaba Pekka, no necesito la llave. No resistió demasiado para que las lágrimas de sus ojos se liberarán. Las limpio con rapidez y trató de conservar su postura.

Tras escuchar un disparo en el piso de abajo vio al pasillo en donde estaban Pekka y Kaz.

En unos minutos camino hacia Hwaxin y la tomó del brazo para que lo siguiera.

—¿Que paso?—pregunto confundida.

—Eres mi rehén—le respondió. —¿Te molesta?

—Solo si lo dices así—respondió. Le soltó la mano poco después para hacerla caminar sola.

Camino a su lado solo un poco al lado y un paso atras. Se dirigían a los incineradores.

—¿Como saldrás de aquí?—pregunto Hwaxin.

—La chimenea...

—Que-

Al entrar la mirada de Jesper paso a ella. Parecía que estaba viendo un fantasma, aunque, si lo ponía en evidencia, ella literalmente era un fantasma ante sus ojos.

—¿Me morí? —le pregunto a Kaz en su susurro.

—Todavía no—respondió viendo sus cosas. Después de compartir unas palabras. —Sube por la chimenea.

—Yo—le pregunto.

—Inej esta afuera. Le va a dar gusto verte—le dice Jesper.

Antes de que fuera a la chimenea, Jesper la envuelve con un abrazo. La apretaba mucho y pudo jurar que su respiración se entrecortaba.

—En serio pensábamos que estabas muerta, Xin—le confiesa escondiendo su cara entre su cabello. Hwaxin le dieron ganas de llorar por lo bien recibida que se sentía con Jesper.

Era su amigo, siempre lo fue.

—¿Que les dije sobre los apodos?—les dice Kaz con mala cara. Se separaron y Jesper le dio el pase.

—¿Quiere que los lleve?—les pregunto apuntando arriba.

—Conociéndote, será algo de lo que me acordaré toda mi vida. Si, quiero que me lleves—respondió Jesper cerca de ella. Voltearon a ver a Kaz.

—¿Tengo otra opción?—le pregunto y Hwaxin encoge los hombros.

Accede solo por curiosidad.

No iba a escalar aunque le pagaran. Sus cuervos salieron hasta el final del lugar con Jesper y Kaz colgando. Asustó a un par de personas ahí. Reconoció la mujer de la Rosa Blanca y otros dos muy raros.

Los dejó en el suelo mientras ella se materializaba en frente de ellos.

—Eso fue muy raro—comento Jesper algo aturdido.

—No es algo que vayamos a repetie—comento Kaz tornándose la espalda.

—Si, creo que podría romperle los huesos la próxima—bromeó fingiendo una sonrisa.

Su mirada se levantó y vio la expresión de Inej. Era una mezcla de emociones que no podía descifrar. Se levantó cogeando miestras Nina le pedía que se quedara sentada porque no podía caminar.

Se hizo de oídos sordos y rodeo a Hwaxin con sus brazos. Su respiración de sorpresa la volvieron vulnerable.

—Los Sanktos me escucharon—le susurra en el oído reprimiendo los sollozos. —Ellos lo hicieron, estas aquí.

Se soltó del abrazo y la ve descubriendole la cara para verla mejor. Era la misma expresión que puso cuando la invocadora del sol salió del baúl del carruaje. Afligida, Kaz los llamo a todos y Nina prácticamente obligó a Inej a sentarse. Tenía los pies muy heridos.

Vio con una sonrisa a Kaz, el cual no se atrevía a mirarla de nuevo. Iba a ser muy difícil que la volviera a mirar con los mismos ojos que en el pasado.

𝐏𝐑𝐈𝐂𝐄 | Kaz Brekker ½✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora