Capítulo 12. Recuerdos

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―Buenos días ―le sonrió Sergio cuando vio que Raquel se volteaba a verle. Aún con los ojos casi sin abrir, le dedicó una sonrisa y este se acercó a darle un beso en la mejilla.

―Hola.

―¿Has dormido bien?

―Yo debería preguntarte eso a ti.

―De acuerdo ―dijo dejando caer su cabeza a la almohada mientras cerraba sus ojos.

Esta soltó una risita.

―Sergio ―susurró. El hizo un ruido con la boca―. ¿Has dormido bien?

―Pero no estoy despierto ―susurró.

―Anda ya ―se rio sacándose la almohada de su cabeza para pegarle―. Voy al baño ―le sonrió parándose.

Este asintió y quitándose la almohada de la cara la vio entrar. Suspiró, mirando el techo, pensando en aquellas palabras de anoche "Y tú a mí" Estaba en un momento surrealista. Sabía que no estaba loco y que no sólo era él. Que era de verdad.

Cuando Raquel salió se dirigieron a la cocina para poder desayunar. Sergio se ofreció a hacerlo y esta le miró con una ceja alzada.

―¿Cocinas?

―Bueno, ahora estamos en una etapa de irnos conociendo más a fondo ―le sonrió y ella sintió un choque en su interior. Esa sonrisa ya no la sentía igual.

―Claro. Adelante, ahí tienes todo ―señaló los alrededores.

Después de un agradable desayuno, se quedaron tomando un segundo café sentados en el comedor. Platicando sobre su gusto de comida y lugares favoritos, lugares que menos recomiendan y él le habló un poco más sobre Barcelona y los lugares de ahí.

Se miraban determinadamente los labios. Raquel saboreó su café y sintió la necesidad de besarlo con aquel sabor amargo. Él seguía hablando, y ella no paraba de turnar su vista a sus ojos, prestándole atención, y a sus labios, imaginando.

Recordó la magnitud del asunto. Se habían declarado su atracción mutua, y no había pensado en el problema que tenía pendiente con Alicia y lo que iba a ocasionar todo esto. Se repetía la historia.

―¿Algo te preocupa? ―preguntó cuando la vio agachar la cabeza. En seguida la volvió alzar y alzó las cejas.

―No ―el frunció la boca y asintió.

―Voy a recoger ―dijo levantándose de la mesa para darle el chance de que siga perdiéndose en sus pensamientos. Pues todos necesitamos hacerlo en algún punto. Supuso que después podría enterarse. Sólo que tenía miedo de que se estuviese arrepintiendo de anoche.

Alzó primero el plato de ella y lo puso encima del suyo. Los llevó al fregadero y regresó a la mesa por su taza, le dio un último trago y se quedó esperando a que ella terminara su café para que se la diese.

Raquel echó la cabeza atrás junto el final del café y asentó la taza en la mesa. La mano de Sergio se quedó al aire extendida, ya que esperó que se la diese. Observó como se paró y se acercó a él. Tragó saliva y sintió el mismo nerviosismo que todas las veces que estaban más cerca de lo normal. Sabía que se habían declarado el uno al otro la noche anterior, pero

¿Era muy pronto para hacer el amor?

Raquel se abalanzó a él para besarlo, el cuerpo de Sergio se hizo para atrás ante su impulso. Segundos después reaccionó. Asentó la taza también en la mesa y aprovechó a tomarla de la cintura. Raquel aún tenía las manos en su cara, le acarició el cabello y lo jaló para acercarlo más a ella debido a la altura y que se dejase de estar en puntillas. Él se inclinó un poco más y profundizó el beso, acariciándole la espalda y el cabello. No creía la burbuja en la que se encontraba. Comenzaron a moverse sin ver su camino, sin dirección alguna. Sergio la tomó con cuidado, y la pegó en la pared vacía de la cocina, devorando su boca. Se separaron tras escuchar el móvil de Sergio y la falta de aire. Se quedaron con las frentes juntas, respirando tan cerca, aceptando la derrota del momento tras el celular que seguía sonando. Se miraron y ella le sonrió, acariciándole la cara, acercándolo nuevamente. Se volvieron a perder en sus besos, por un segundo round de pelea de sus lenguas, Raquel gimió, por lo que se prendió una chispa en el cerebro de Sergio. Era verdad, era un sabor exquisito el café sobre sus labios. El celular había dejado de sonar, pero este volvió e interrumpió la magia del momento. No habían sido conscientes de que el único que le llamaría a Sergio, sería Andrés. Por lo que ambos se tensaron, creyendo que había pasado algo. Y sí que pasaba.

De junio a julio | SerquelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora