Capítulo 23. Realidad

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"23 de junio" de Vetusta Morla.


martes, 23 de junio, 2015.

Día 23.


Tres días pasaron en una total rutina. Los cuatro se veían las caras solo en el desayuno, el almuerzo y de vez en cuando, en la cena. Sergio y Raquel no comprendían que era lo que estaba sucediendo ya que los notaban distantes, pero evidentemente se pensaban que eran por las malas noches que Victoria les hacía pasar. Incluso, Raquel evitaba entrar a su habitación más de dos veces al día, cuando antes solía hacerlo más. Entendía también que deberían estar cansados, pero igual, el nivel de confianza era gigantesco, que ella dentro no causaría ningún problema, pero ella respetaba también su privacidad.

―Si necesitan algo, me dices ―le dijo a Alicia, mientras recogía los platos de la cena. Ella ya se estaba dirigiendo a su habitación nuevamente. Asintió y siguió su camino.

―Deben estar agotadísimos ―dijo Sergio, mirándola, cuando Alicia ya había desaparecido. Esta le devolvió la mirada y asintió levemente―. ¿Quieres ver una película? ―preguntó mientras señalaba con su cabeza la sala de estar.

Terminaron de levantar la mesa. Lavaron los platos y ordenaron la cocina en general. Una vez que terminaron, cumplieron la palabra de poner una película, el verla no del todo, pues estaban distraídos con las caricias y besos robados que se proporcionaban. Sergio a cada momento estaba muy pendiente de que no salieran de repente de la habitación y pudiesen verlos.

―No te pasa que... después de no trabajar tantos días ¿Te aburres? ―preguntó Raquel, entrelazando su mano con la de él.

―Pues, estoy acostumbrado ―alzó sus hombros y luego los bajo―. Siempre es lo mismo, sentir aquella carga igual que los alumnos, deseoso de las vacaciones. He de decir que estas han sido las mejores, desde entonces ―le sonrió.

―Bueno, yo que me vivo la vida un poco más relajada trabajando en línea, más así que presencial, puedo trabajar desde donde sea. Siempre me siento en vacaciones, que siento rarísimo no dar terapia ahora.

―¿Qué crees que es más complicado de tratar con tus pacientes? ―preguntó curioso.

―Pues... con los niños he creado ya una conexión, es especial, a ellos los veo por varias sesiones. Con los adultos con el corazón partido ―Sergio se rio por la falta de tacto al hablar, tan natural―. Es... bueno, ya sabes que he experimentado esto y trato siempre de demostrarles que la vida no se acaba ahí. Que no hay que desvivirse por una persona nunca, y que hay que valorarnos a nosotros mismos.

―¿Te puedo preguntar algo? ―le miró, nervioso.

―Adelante.

―Cuando pasó lo de Alberto ¿Qué hiciste?

―¿Te refieres a sí seguí mis propios consejos? ―le sonrió y este asintió―. En parte. Es complicado cuando tú lo hablas no estando en la situación, pero cuando ya te encuentras en ella, te juro que todo lo que yo les decía a las personas, queda en el olvido. Alicia me terapeó lo necesario y también Bernardo.

Cuando le mencionó, Sergio se tensó un momento.

―Ehh ¿Qué pasa? ―preguntó Raquel, curiosa ante su reacción que notó.

―Nada, nada.

―¿No conoces a Berni, no? ―este negó―. ¿Por qué te has puesto así? ―le sonrió, divertida.

De junio a julio | SerquelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora