4 años en Beauxbatons en vano... ¿Quién lo diría? La supuesta perfecta hija de los Malfoy trasladada a Hogwarts por tener varios problemillas en la escuela de Beauxbatons.
Pero que solo tuviera problemas en aquella escuela no significa que en Hogwa...
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—¿¡OTRA ESCORIA MAS EN MI CASA?!— el grito provenía de un cuadro de tamaño real de una mujer espantosa, parecía demasiado real. —¡Oh, espera! ¡¿Usted es familiar de Abraxas Malfoy, verdad?!
—Yo... emmh.. si.— respondí nerviosa.
De pronto Harry apareció por detrás de una puerta. Miró una cortina que había en el suelo y rápidamente corrió hacia ella para tapar el cuadro de la mujer.
—P-perdon... Es la madre de Sirius Black... bueno, lo era.— se rascó nervioso la nuca. —Has venido.
—¿Pensabas que no lo haría?— sonreí satisfecha.
—Ven, están todos en el comedor.
Harry abrió la puerta y pasé detrás de él llevándome todas las miradas.
En el fondo de la mesa se encontraba Arthur Weasley, sentado en una silla de ruedas.
—Señor, usted debe de ser Arthur Weasley. Espero que se recupere pronto.— hablé cortésmente lo cual no era algo normal en mi.
El hombre me miró cínicamente para después sonreír con un asentimiento.
La relación de la familia Weasley con la mía no era muy buena, por así decirlo.
Volteé la cabeza encontrándome con un hombre de pelo ondulado hasta el hombro. Sonreía con diversión mirándome de arriba a abajo.
—¿Sirius Black?— pregunté.
—Ese soy yo.— me abrazó levemente, lo cual me sorprendió.
—¿Sois familia?— preguntó una chica de pelo violeta, no muy mayor.
—Primos-hermanos.— respondió Sirius.
Después miré a un hombre, quien tenía un gran rasguño en la cara, la ropa un poco desgastada y una cara un poco enfermiza, pero aún así, sonreía.
—Usted debe de ser el profesor Lupin.— lo señalé. —Mi hermano me habló mucho de usted en su tercer año, y también de un... hipogrifo.
—Si, ese soy yo.— rió estrechándome la mano.
—El hipogrifo ahora lo tengo yo, se llama Buckbeak.— explicó Sirius.
—Ella es Tonks.— señaló a la de pelo violeta quién me guiñó el ojo en forma de saludo. —Este es Ojoloco Moody.— el hombre gruñó en forma de saludo y después me estrechó la mano. —Él es Bill Weasley.— el joven me estrechó la mano.
—Nunca he oído hablar de ti.— hablé.
—Trabajo en Egipto, pero he venido aquí a darle clases de inglés a Fleur Delacour.— al oír ese nombre mi piel palideció. —¿Estás bien?— preguntó.
