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—¡Vamos! ¡Estamos a punto de llegar!

—Agh, no sé por qué me apunto a hacer estas cosas con vosotros.— gruñí.

—Por que somos las personas más guays que has conocido.— guiñaron el ojo al mismo tiempo.

—¡Si Tom se entera de que estoy aquí!

—¡Tranquila! Hoy no tienes vigilancia.— dijo George. —Vamos.

Estábamos llegando al pasadizo de la bruja tuerta que iba del castillo de Hogwarts hasta la tienda de caramelos de Honeydukes. Acabábamos de estar en Hogsmade y ahora volvíamos al castillo.

Ya habían pasado semanas desde que tuvimos la reunión de prefectos; allí me di cuenta de que los prefectos de Gryffindor eran Ron y Hermione, los mejores amigos de Harry.
Pusieron una cara de desagrado al verme entrar en la reunión con Tom, pero rápidamente la cambiaron.

—¿Dónde habéis conseguido ese extraño mapa?— pregunté.

Los Merodeadores nos salvaron la vida.— habló Fred.

—Se lo dimos a Harry, pero a veces nos lo deja.— explicó George.

Dissendium.— susurró Fred. El cuadro de la bruja tuerta se abrió y con pasos silenciosos fuimos cada uno a nuestras respectivas salas comunes.

Al entrar en la sala común, miré hacia todos lados para revisar si no había ningún testigo de mi escapada. No había indicios de nadie, pero cuando subía hacia mi habitación vi una figura a lo largo del pasillo. Justo en la puerta que conducía a la habitación de...

—¿Tom?

La figura se acercó a mí con paso lento y tranquilo. La sombra oscura se desvanecía mientras se acercaba más hacia mi, que alumbraba con la luz de la varita.

—¿Se puede saber de dónde vienes?

—¿Se puede saber qué haces despierto a estas horas?

—Primero responde a mi pregunta, y después pensaré si responder la tuya.

—No deberíamos de hablar en el pasillo.

—Pues vayamos a tu habitación.— habló con una sonrisa de lado.

Cuando entramos a la habitación me percaté de que Zayra no estaba. Asomé la cabeza por todas las esquinas de la pared, pero no había ni rastro de ella. ¿Dónde porras estaría?

—¿Buscas algo?— preguntó parándose junto a la ventana donde salían los cálidos rayos de la luna que hacían que su tierna cara se alumbrara.

—No, nada.— mentí nerviosa. —¿Qué es lo que quieres?

—Lo mismo que tú... respuestas.

𝑺𝑬 𝑴𝑰𝑨 ✫𝔱𝔬𝔪 𝔯𝔦𝔡𝔡𝔩𝔢✫ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora