campamento

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研磨

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Estar lejos de su hermana, cuando apenas la había vuelto a tener en brazos, era doloroso. Tener que dejarla en manos de otros le dejaba un regusto amargo en la lengua. Sabe que los padres de Katsuki son responsables, que la van a cuidar bien, pero no puede evitar querer meterla en su maleta.

Sigue a Katsuki tomados de la mano, de otra manera no hay quien las separe. Decide olvidarse del problema y se centra en lo que tiene delante. Un día precioso, despejado y en compañía de su segunda persona favorita.

Espera ser también parte de las personas favoritas de Katsuki. Ella no sabe que en la lista de Katsuki Bakugo, es la primera

¿Por qué si no dejaría que se tomarán de la mano? ¿Por qué si no su corazón quisiera salirse de su caja torácica?

El chico piensa en todo lo que pueden estar juntos, en realidad, seguramente sea poco. Entre entrenamientos y actividades, no pueden sacar tiempo. Dormir juntos tampoco es una opción. Como lo echa de menos. Como lo echan de menos los dos.

Katsuki no suelta su agarre hasta llegar a la academia. La clase es un completo desastre, todos hablan, nadie está sentado, se nota el espíritu estudiantes y se nota que Olympia se incómoda un poco. En circunstancias diferentes, sin saber toda la historia de la chica, Shoto Todoroki y ella pasarían por hermanos, incluso alguno atrevería decir mellizos. Uno mitad blanco, la otra completamente albina, la serenidad y lo parsimonioso reinan en sus rostros pasivos.

Iida Tenya decide que ya es hora de comportarse como persona civilizadas, les indica que autobús cogerán, cómo deben colocarse, que deben llevar encima y que no. Solo una mochila de mano para el camino.

Tsuyu no tarda mucho en retocar el pelo de Olympia, dos trenzas de espiga que le caen sobre los hombros. Parece que se ha convertido en su muñeca personal, no le molesta, le gusta que juegue con su pelo, además, lo hace de manera delicada, apenas nota sus dedos trenzando y atando. Shota Aizawa termina de contar las cabezas de sus alumnos, están todos. 

Katsuki cede el asiento que comparte con la chica rana, para que Olympia pueda seguir junto a ella, el se mantiene igualmente cerca. Se hace el molesto con la conversación que mantienen las dos, aunque le parezca un tanto interesante el tema. Puede que parezca que al pelorubio no le interesa nada, pero en verdad es algo cotilla y saber lo que los hermanos de Asui hacen es mejor que quedarse mirando a la ventana. Olympia mejora a la hora de socializar, más si es un tema que a ella le agrada, cuando se trata de Hestia puede seguir sin parar.

Algunas veces le gusta recordar el día que llegó a casa. Primero vino una pelea, entre su padre y otra mujer, no la presenció, solo tras la puerta de su habitación. No entendía de lo que hablaban pero cuando la mujer marchó   pegando y portazo ella decidió salir. En la mesa había una cesta, y algo se movía dentro. Tomó un taburete y se subió, ambos se quedaron mirando el contenido.

— Tu hermana. —Dicho eso, se dio la vuelta, agarró un paquete de patatas, el mando y se sentó en una butaca reclinable.

Se mantuvo un buen rato de pie, hasta que tomó la cesta y la metió dentro de su habitación. Su lúgubre y pequeño mundo se iluminó con la mera presencia de la pequeña criatura. Aunque todo pareciera perfecto, la niña no tenía ni la más remota idea de como cuidarla, que debía comer, como cambiarla, como hablarla...

Hay bastantes anécdotas del proceso de aprendizaje del cuidado de la infante. Todo lo que tenía eran sus libros de mitología, y si su padre no estaba, el ordenador. Su única ventana al mu o real, pero era muy difícil lograr hacerse con el. Los bebés toman leche del pecho, o eso es lo que Olympia tenía entendido tras leer y ver una ilustración de un libro sobre Hera amamantando a Heracles. Trató  de imitar el cuadro, pero no sirvió de nada, así que con humor derrotista esperó que su padre saliese de casa.

Olympia ❝ Katsuki Bakugo x OC❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora