ベッド
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Afortunadamente no pasa muchos días en el hospital, pese a la insistencia de los médicos de tenerla en observación por las heridas de su espalda, los héroes y la policía hacen presión para que vuelva a la casa de los Bakugo, donde tendrán que permanecer dentro de la casa por la seguridad de la familia.
La reciben con deliciosa comida, el padre de Katsuki ha preparado algo de sashimi de salmón y atún, acompañado por salsa de soja y sopa de Miso que vuelve loca a Olympia. Despues de comer hasta no poder, se retira a su cuarto, se coloca el camisón para dormir y se acuesta con Hestia en el pecho, la pequeña se mantiene neutral, con los ojos bien abiertos, con la expresión que algunas veces tienen los niños pequeños. Deja de mirarla al escuchar unos golpes en la puerta.
—¿Si?
—Katsuki.
—Pasa.
Se mantienen en silencio, la chica entiende que Katsuki quiere subir a la cama, asique se mueve hasta tocar la pared, Hestia mueve las manos, queriendo tocar al chico que se recuesta al lado de la albina y le da una de sus manos a la pequeña. Se quedan un rato así, Hestia jugando con la mano de Katsuki, el moviéndola de vez en cuando y Olympia mirándolo fijamente.
Reparando en la agudeza de sus ojos que poco a poco se relajan, son pocas veces que tiene el privilegio de ver esa expresión, no está sonriente, pero tampoco es frívolo, sus pupilas están levemente dilatadas y la respiración acompasada le da un toque de serenidad. Sabe que no está enfadado, porque las aletas de la nariz recta del chico no están expandidas.
Finalmente la mira.
Como si hubiera estado recogiendo el coraje necesario para eso, Olympia vacila por un segundo, pestañea, pero no se gira. La escruta, primero a sus ojos, luego a su pelo, pasando por sus orejas y mentón, deteniéndose unos segundos en sus labios y nariz, para terminar en sus ojos.
—¿Cómo estás?
—Bien, estoy contenta de estar de nuevo en casa —A Katsuki le ha gustado la manera en la que a dicho "en casa", no es "en tu casa", es "en casa", no es "vuestra casa", en "mi casa", "nuesta casa"—. Me alegra volver con Hestia, me alegra volver a compartir un rato de cama.
Las pupilas de Katsuki se vuelven a dilatar, se le ha tensado momentáneamente parte de la sien.
—Es un alivio tenerte cerca, siempre te metes en líos —Katsuki hace una pausa—, idiota. Tengo que estar preocupándome por ti.
—Yo también me tengo que preocupar por ti.
—Puedo conmigo mismo. —Toma las palabras de Olympia como un insulto.
—Y sin embargo, han tenido que sacarnos a los dos de la guarida de unos villanos.
Olympia le sonríe con una pizca de malicia no muy común en ella. Katsuki le rueda los ojos, perezosamente desliza su cabeza al hombre de Olympia, como si quisiera acercarse a ver a Hestia. Se saca un pañuelo del bolsillo trasero del pantalón y le limpia las babas.
—No puede ni sostener sus propias babas dentro de la boca. ¿Para que la quieren?
—No sé que pueden sacar de mi padre, no es que le importemos mucho. Lo más lógico es que la quieran por su don o para chantajearme. Mi don se considera fácilmente maligno. Aún más con lo pasado recientemente.
—¿Has seguido teniendo sueños?
—Si. Pero son recuerdos de pequeña, solamente que veo a los dos, algos alejados de mi, se hablan entre ellos y algunas veces me miran. No hemos vuelto a hablar.
—Mi padre conoce una psicóloga.
—No estoy loca.
—No es para locas. Pero el muy estúpido piensa que hemos pasado por algo muy traumático y que deberíamos tener un lugar seguro para desahogarnos o no que que mierdas.
—No ha sido traumante para mi. Me he asustado, claramente, pero, creo que ha sido esclarecedor, como si una puerta dentro de mi se hubiera abierto, algo que quería hacer desde hace mucho tiempo sin ser consciente. ¿Consideras necesario ir?
—Considero necesario que tu vayas.
—Lo mismo digo.
—Yo estoy perfectamente, cuando vuelva ver a esas mierdas harén que pagen.
—Deja de decir palabrotas delante de Hestia. Si fueras a un psicólogo podrías controlar eso.
—No tengo nada que controlar.
—Yo tampoco —Olympia se reincorpora y deja a Hestia en la cuna.
La cuna, con sus barrotes suavemente curvados, se presenta como una extensión natural de la cama principal. La madera, pulida con esmero, brilla con una calidez que invita a la pequeña a un mundo de sueños mientras que la hermana mayor, turbada se aleja para apagar la luz.
Vuelve a la cama y se acobija dando la espalda a Katsuki, quien bufa y hace el amago de levantarse—. Quédate.
Katsuki se acuesta dándole la espalda también, pero dejando que ambas se toquen entre si.
—Si alguna vez consideras que quieres probarlo, solo tienes que avisar.
—Gracias. Podemos hablar entre nosotros, puedes contarme tus preocupaciones, sabes que yo, más que nadie entiendo el miedo. Puedo hacer un esfuerzo para entender todo lo demás. Quiero entenderte.
—Podemos hablar entre nosotros...
Katsuki no vuelve a abrir la boca y Olympia no considera necesario hacerlo, pero pensando que el chico está dormido, se da la vuelta y pasa uno de los brazos encima de el, no le gusta la sensación de algo que ha parecido una discusión. Katsuki mueve su mano encima de la de ella sin pronunciar ningún ruido.
Es un abrazo que nace de la necesidad compartida de consuelo y afecto. El abrazo se convierte en un refugio, un santuario temporal donde las preocupaciones se desvanecen y solo queda la cercanía compartida. Los latidos del corazón se sincronizan, marcando un compás silencioso que solo ellos pueden escuchar, tres corazones con el mismo compás, Hestia brilla levemente en su cunita, pero los dos jóvenes no lo notan cerrando los ojos voluntariamente, temiendo romper la burbuja que han creado, es la única que se permite moverse, la que deja salir pequeños sonidos. ¿Qué sueñan los bebés? ¿Qué sueñan los que no son capaces de verbalizar lo que sienten? El sueño se estira como un lienzo infinito, permitiéndoles sumergirse en la experiencia de una noche sin pesadillas.
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Título= Cama
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Olympia ❝ Katsuki Bakugo x OC❞
FanfictionKatsuki Bakugo tiene claro sus metas, se esfuerza y no se deja distraer con facilidad. ¿Pero y si esta distracción se llamara Olympia? ¿Que pasaría si se encuentra con una chica que hace que todo su mundo se vuelva loco? Girar por aquel callejón no...